50 Años es Nada (II): El Estallido Delictual

No es gratuito, inexacto, ni siquiera sorprendente, sostener que Chile atraviesa por una profunda crisis. No cualquier crisis, sino una de múltiples dimensiones simultáneas, cada una enlazada con la anterior, por una amplia reticulación de efectos causa-consecuencia.

En mi opinión, asistimos a la maduración de la crisis política que incubó el Golpe de Esado, y que al poco andar devino en la fase de laboratorio del modelo neoliberal.

Es evidente, por dónde se mire. Por de pronto, cursan al mismo tiempo una prolongada crisis económica, un impredecible e irresuelto conflicto político y un muy predecible desastre ambiental.

Sucede en todo el mundo, pero me voy a centrar en Chile, donde a las anteriores se suman una áspera crisis social, en la que coexisten el mejor de los mundos por arriba, y por abajo, pobreza generalizada, alienación e ignorancia funcional, y sentimientos tales como frustración, miedo y rabia, caldo de cultivo de la violencia; y de otro lado, una crisis de sentido, emanada de la incapacidad del Estado de resolver estos problemas, debido, entre otras razones, a cincuenta años de adelgazamiento y descrédito, por cuenta del dogma neoliberal.

En consecuencia, a falta de realizaciones, buenos son la consigna, el eslogan y el lugar común; la descontextualización, la desinformación y el marketing, reiterados por el dispositivo mediático, hasta modelarlas en una ideación compartida y una doctrina inapelable.
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De ahí, al déficit de diagnóstico y a la repetición de los errores, no hay más que un paso, debido, entre otras razones, a que las elites, los políticos y los hombres de Estado son los primeros envenenados con esos tósigos.

Para ejemplificar, analicemos con alguna detención la crisis de seguridad por el incremento de la actividad y violencia delictual, amplificada hasta la náusea por el sistema mediático, en particular la televisión, lo cual, por virtud de la paradoja, al final del día, termina naturalizándolas.

El estallido delictual es una consecuencia lógica y necesaria de la actual estrategia de desarrollo, depredadora, extractivista, individualista, rentista y patriarcal; en otras palabras, el capitalismo realmente existente, donde todo se vende y se transa, incluyendo la consciencia, los principios y la posición social, .

En una sociedad que no ofrece trabajo, o lo hace muy por debajo de su valor, es apenas natural que una proporción significativa de esa masa desocupada, marginada y de baja calificación laboral, se incline por el delito, donde un «lanzazo» de unos pocos segundos, rinde más que un mes de trabajo a sueldo mínimo.

Simple cuestión de mercado.

Y qué decir del crimen organizado y el narcotráfico, cuyo desarrollo ofrece una correlación especular, en el sentido de imagen espejo, con el aumento de la corrupción en el aparato de Estado y el empresariado, incluyendo los mandos de las fuerzas armadas y las policías, y la casta política, salvo calificadas excepciones.

Nunca, o rara vez, se ha escuchado, leído o visto, en algún medio de comunicación,.acerca de la estrecha relación existente entre el acelerado crecimiento del narcotráfico, la generalización de la corrupción y la facilidad para lavar dinero en la república neoliberal, por cuenta de una de las legislaciones financieras más permisivas del mundo, en nombre del incentivo a la inversión.

Es sabido que la restricción del secreto bancario dejaría al descubierto las cuentas del narcotráfico, y por tanto, el corazón de la hidra de mil cabezas. Hacerlo requiere mayoría parlamentaria simple. Pero como todos lavan, especialmente los peces gordos, nadie asume la iniciativa, de modo que las cosas quedan donde mismo; a saber, las policías haciéndoles la mexicana a traficantes de poca monta, con gran despliegue mediático, donde una incautación de dos kilos suele reducirse a doscientos gramos, en el parte policial.

Sin embargo, lo único que se escucha, lee y ve, es más policías, legislaciones más severas y construcción de más cárceles.

¿Cuántos policías necesita Chile para derrotar al delito o qué numero de delincuentes deben permanecer tras las rejas para la tranquilidad de la clase propietaria?.

La solución perfecta de esa política tiende a la mitad de la población en la policía o en la burocracia del sistema penitenciario, y la otra, recluida en sus inabarcables penales, lo cual, evidentemente, es absurdo; sin perjuicio de lo cual el parlamento aprobó con velocidad express la Ley Naín-Retamal, un libelo infame que refuerza y garantiza impunidad a los agentes del Estado, incluso con efecto retroactivo.

Se trata de la enésima repetición del mismo error.

La Ley Nain-Retamal no Incidirá en la reducción del delito y el crimen organizado, por la simple razón de que abstrae los factores y condiciones que los anidan y desarrollan.

Por el contrario, representa un grave retroceso en materia de derechos humanos, de hecho, una nueva violación, en un gobierno de izquierda; constituye un respaldo al borde del abismo, a una institución que carga con el prontuario del asesinato de unos ocho mil chilenos, desde su creación en 1927, y que tiene procesados por corrupción a más de setenta oficiales superiores, incluyendo tres ex generales directores, y genera un peligroso incentivo al gatillo fácil, que devendrá en fuente de inestabilidad, en el minuto inevitable en que retroalimente el ciclo violencia-represión.

Es cierto que la ley fue impulsada por parlamentarios de la UDI y Renovación Nacional, con el consabido asesinato de carabineros como telón de fondo, pero el Presidente pudo haberla vetado, y no lo hizo.

En cambio, nunca una sola palabra acerca de la solución real: justicia distributiva y cohesión social, lo que se logra con expedientes tan simples, o tan complejos, según se mire, como que cada cual pague el impuesto que corresponde, conforme a ingresos y patrimonio; que la renta de las riquezas naturales y recursos no renovables financie derechos sociales inalienables, y una matriz productiva diversificada, donde cada cual pueda vivir de su trabajo.

Por lo visto, en lo relativo a seguridad pública, la única solución que ofrece la clase dominante consiste en la militarización de la sociedad, en nombre de la protección del derecho a la propiedad.privada.

En el próximo capítulo de 50 Años es Nada, vamos a analizar con la misma perspectiva de la contrainformación, herramienta para decodificar la desinformación, los casos del sistema privado de pensiones y del sistema de salud privada, dos de los chiches neoliberales, de hecho, dos de las «modernizaciones» de los Chicago Boys de prinicipios de los ochenta, ambas con destacada participación del desaparecido en acción, José Piñera Echeñique, en crisis terminal, por más que lo nieguen las tres derechas, el sistema mediático y la domesticada academia.

Nos vemos entonces.

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