El trasfondo de Dominga, incluidas las develaciones de los Pandora Papers, huele a podrido, y posiblemente nada de lo que aparenta ser el negocio, es realidad.
Las cifras no cuadran, el mineral es malo, se declaran cosas imposibles, no hay validación de ingeniería de pares del proyecto (terceros expertos mineros), hay contratos hasta ahora desconocidos en paraísos fiscales, y el único que reacciona a nivel del Estado es el Director de Impuestos Internos, señalando de manera ambigua “que los impuestos estarían pagados”.
El Fiscal Nacional, primo de Carlos Délano, no dice ni pio y menos el Consejo de Estado que se mete en todo pero ahora hace mutis por el Foro frente al “tremendo veredicto” del tribunal ambiental de Antofagasta.
El estado lumpen en movimiento, con la bencina de la política lumpen: “legalmente estaría prescrito…no existen antecedentes…si bien es cierto, no es menos cierto…”.
Puros pitos, cajas y flautas.
Pero de acuerdo a la constitución que nos rige (déjela con minúscula señor Editor, no es un error de tipeo) estamos hablando del interés nacional y el honor de la República, si es que queda patria por defender.
El honor y la reputación de Chile como un país minero se juega todos los días en los mercados internacionales. Pero no por el hierro, sino por el cobre, mineral del cual somos principales productores mundiales.
Este solo hecho, obliga a mirar de manera estricta los datos técnicos del Proyecto Minero de hierro Dominga, que ha puesto en foco el funcionamiento de la institucionalidad minera (el subsecretario de Piñera fue condenado por cohecho), la responsabilidad política de Sebastián Piñera y la probidad de todo su gobierno.
El Presidente enfrenta hoy una acusación constitucional a raíz de un contrato de venta de ese proyecto minero hecho por su familia, al margen del control legal de las leyes chilenas, en un paraíso fiscal: las Islas Vírgenes británicas, que tiene cláusulas de pago que obligan una omisión presidencial para hacerse efectivas, que le ahorró a la familia ingentes impuestos y que el Mandatario declara no haber conocido. ¿Qué tal? (O qué Talca como alguien pensó de inmediato).
Tal vez lo más desenfocado del debate es si efectivamente Minera Dominga es un proyecto minero de hierro viable, de acuerdo a la calidad de su yacimiento y la lógica del mercado internacional.
O, por el contrario y tal como sostienen algunos expertos, es sólo una especulación minera a la caza de inversionistas a la caza de pasadas rápidas, en el que la mina sería solo el pretexto para lograr la construcción de un puerto en una zona de alto riesgo medioambiental, que sería el verdadero negocio.
Sin Dominga no hay puerto, pero una vez autorizado el proyecto minero, conlleva la construcción de un puerto, que dispararía el valor nominal de Dominga de manera exponencial, aunque luego nunca llegase a ser un yacimiento en explotación.
Y que haría entrar a Dominga al ínfimo grupo de los que pueden construir un puerto en un lugar que pese a ser un santuario de la naturaleza, prácticamente carece de protección real, como es la Reserva Pingüino de Humboldt.
Detrás de toda la especulación estaría la integración geo-productiva con Argentina a través del túnel Agua Negra, con un complicado juego económico y geopolítico de corredores bioceánicos, del cual el Puerto de Dominga se uniría a otro puerto ya autorizado, Cruz Grande.
Toda una apuesta especulativa que El Mostrador ya expuso el año 2017 en dos sendos reportajes de Investigación de las periodistas Barbara Barrera y Arak Herrera, que explican donde está el negocio oculto y a quien interesa.(Túnel Agua Negra: Megaproyecto de Infraestructura y su Desconocido Vínculo con los Proyectos Dominga y Cruz Grande; y Complejo Portuario en Coquimbo Amenaza Convertir Santuarios Naturales en una Nueva Zona de Sacrificio Ambiental).
Con todos los datos disponibles, ya se pueden advertir los motivos del contrato de venta con cláusula condicional de pago suscrito en las Islas Vírgenes Británicas entre las familias Piñera y Délano y el silencio de muchos.
Pero todo indica que Piñera, por acción u omisión ha puesto en juego la política exterior de Chile, su honor como país minero, la probidad y transparencia de sus instituciones e incumplido su obligación de recaudar impuestos, esta vez porque su familia tiene que pagarlos.
Todo lo anterior corresponde al ámbito de responsabilidad del Presidente de la República, y es de esperar que no se haya enterado por la prensa.
El problema de Dominga: la mala calidad del metal
En un reportaje de mediados de agosto de 2021, de la revista digital Vocería Virtual (17/8/2021), el geólogo Mario Rojo Lara sostuvo que “Minera Dominga es especulación pura y dura. No es un negocio de minería real. Lo que ha hecho Andes Iron, es desprestigiar la imagen minera del país.”
Experto en minería de hierro y de uranio, lo declarado por Mario Rojo apenas si tuvo eco en la prensa. Este se desempeñó one años en la Comisión de Energía Nuclear de Chile CCHEN y 32 años en la Compañía Minera del Pacífico (CMP), dueña del Mineral El Tofo y principal productora de hierro en la costa americana del Pacífico.
Allí fue jefe de la Unidad de Geología, y conoció muy bien Dominga que dice “es la continuación del mismo paño minero de El Tofo”, y está separado solo por una línea que marca en un plano las pertenencias mineras.
Como jefe de geología de la compañía, analizó Dominga durante una oferta de venta motivada por el boom del precio del hierro a fines del 2000. Allí volvió a determinar que “el material es de mala calidad, lo que incide en una baja recuperación en peso para lograr un producto vendible”, dijo, razón por la cual “se suspendieron los estudios.
Años después, Andes Iron volvió a ofrecerle Dominga a CMP, y revisó nuevamente el proyecto, confirmando lo dicho anteriormente. Tras este fracaso, trataron de venderla a Mitsubishi en Japón, pero ésta consulta sus proyectos mineros de Sudamérica con CMP, y desistió rápidamente luego de lo informado por sus peritos.
Andes Iron declara que producirán concentrado de hierro de alta calidad y bajo costo, es decir, “un producto premium y competitivo”, cuyo costo de inversión es de US$2.500 millones.
Según Rojo, ninguna de las dos afirmaciones cuadra con la realidad. Ni hay buena ley de mineral y no alcanza la cifra señalada. Lo que hay de mineral en Dominga, “son tobas mineralizadas con magnetita que en su parte superior contienen este mineral oxidado. Para efectos prácticos es estéril y debe llevarse a desmontes, lo que significa que el costo de producción es muy alto para generar ganancias.
La ley media de hierro de Dominga es de 23% y en comparación la de El Romeral es de 52%, lo que significa que este debe mover menos roca para sacar el mineral”.
Como recurso mineral adicional, Dominga declara una ley de cobre de 0,09%. Pero “en la minería de cobre menos de 0,1% se considera estéril”, por lo que no podría declarase como un recurso cobre adicional, señala Rojo.
Para producir los 12 y medio millones de toneladas anuales, Dominga requeriría chancar más de 65 millones de toneladas de roca y mover casi 200 millones de estéril al año. Un verdadero desastre ambiental para la zona y muy poco olor a negocio rentable.
Por otra parte, es difícil saber cómo Dominga llega a la suma de US$2.500 millones de inversión. Según Mario Rojo, para producir lo prometido requiere al menos tener un puerto y una planta de filtros en la costa, que cuestan unos US$450 millones como mínimo; después, cada tonelada de producto anual requiere como capital US$260 millones de dólares la tonelada, que multiplicadas por 12.5 según la producción prometida da sobre 3 mil millones; y aparte hay que sumar la planta desaladora, que son unos US$ 300 millones más, y otros gastos.
Eso suma mucho más que US$2.500 millones. Se pone esa cifra porque en minería toda inversión sobre 3.000 millones de dólares es de alto riesgo, disminuye sensiblemente el interés de los inversionistas y todos la miran con lupa. De tal manera, concluye Rojo en su entrevista “lo único que puede hacer rentable el proyecto es el puerto”.
Dominga, ¿una “pasada” financiera?
En este contexto, conviene destacar que en Chile una empresa minera puede declarar lo que quiera sobre las leyes del mineral o los costos de inversión, sin que Sernageomín u otro organismo público lo certifique o cuestione. Existe la ingeniería de pares, como en ciencias, pero no es obligatoria y Andes Iron no lo hizo.
Solo tiene empresas contratadas y formularios declarados, que cita a cada rato entre otras cosas para desmentir las declaraciones de Rojo, pero que en la práctica no certifican nada, y son solo formularios con datos que pone el cliente, en este caso el propietario de Dominga.
De cinco empresas citadas, una quebró en Chile y otra es experta en infraestructura portuaria. El resto, solo asesores menores.
Quien desee conocer la verdad del proyecto, debe contratar sus propios expertos y revisar partida por partida o creerle al propietario.
Esto último es lo que al parecer espera la empresa que dice ya habría gastados unos US$400 millones (en puros papeles, planos y asesoría), y que espera vender en dos mil quinientos millones a algún inversionista…que podrían ser los chinos.
Revisar rigurosamente el proyecto debe ser parte de lo que haga el Congreso con motivo de la acusación constitucional en marcha.
Porque más allá del daño ambiental asociado y las ambigüedades presidenciales y omisiones de los órganos del Estado, debe quedar meridianamente claro si el negocio real es la mina o solo su puerto, cuál su viabilidad y quienes hacen parte de él, tanto como ideólogos o gestores como propietarios actuales, porque no es un hecho menor saber si Sebastián Piñera participó en la invención del negocio, o si cuando compró sabía su potencialidad y en qué circunstancias.
Si no se aclara esto, la reputación del país habrá experimentado un duro revés y quedará impresa la imagen de otro fraude impune en un Estado de papel.
Cuando en 2017 se rechazó la autorización ambiental, Iván Garrido, Gerente General de Andes Iron, declaró a la prensa:
“A nosotros nos están dando como bombo en fiesta, pero nadie habla de Cruz Grande. Hay una inconsistencia. Pero eso no me lo tienes que preguntar a mí, tienes que ir a preguntarle a Oceana, a Modema, ¿por qué no alegan contra Cruz Grande si, en rigor, les interesan las especies protegidas?”.
Pero cuando se le preguntó por qué los documentos oficiales del Túnel Binacional Agua Negra reconocían a Dominga como parte de la finalidad que tendrá esa obra, señaló:
“Nadie se nos ha acercado ni hemos tenido ninguna conversación respecto al Túnel de Agua Negra. Por lo tanto, nuestro estudio de impacto ambiental es solamente para sacar el mineral de Dominga, es decir, si fuéramos aprobados, habría que hacer otro estudio para ver si es posible usar ese puerto para otros fines. Por lo tanto, no tenemos ninguna relación formal con Agua Negra. Nunca nos han invitado, y es raro que nos nombren”.
Lo cierto es que todo el mundo sabe que los chinos hace años pugnan por acceder a los recursos de Sudamérica. De los aproximadamente 2 mil millones de toneladas de hierro que se producen en el mundo, Brasil produce 650 millones de toneladas. Pero está la soja, el cobre y toda la agricultura del norte de Argentina. Llegar a Sudamérica yendo hacia el oeste no es negocio para los chinos.
Estos buscan cadenas y estructuras logísticas y de transporte global de ida y vuelta más limpias, y un complejo portuario donde está Dominga, (y también Cruz Grande) pone a Chile al este de China y a ese complejo portuario como terminal bioceánica pasando por Agua Negra.
¿Habrá ido el Presidente Piñera con este proyecto bajo el brazo a China, hace casi tres años ya?
No lo sabemos, pero todo huele a pitanza como se dice en el campo. Las condiciones de los contratos y el retardo de Agua Negra podrían estar relacionados con el atraso en resolver el tema ambiental de Dominga y el sacrificio de la Reserva Pingüino de Humboldt. No lo sabemos, pero al menos tenemos claro que si en la muy hipotética situación de que José Antonio Kast ganara la presidencia, el destino estaría echado, y las ballenas y delfines del lugar tendrán que pagar impuestos para sobrevivir.
¡Exijo una explicación!