La película de Laura Poitras, Citizenfour, es un documental imprescindible para entender esta nueva etapa de internet. Citizenfour es, primero, un documento histórico que recoge de primerísima mano el encuentro de Edward Snowden con los periodistas que le ayudaron a revelar al mundo el mayor espionaje masivo conocido; y después, una película inquietante, donde es la información y no la música la que nos hace darnos cuenta de que no estamos viendo ciencia ficción.
Como dice Snowden a un absorto Glenn Greenwald tras contarle cómo funciona XKeyscore, un programa de la NSA: «Esto ya está sucediendo».
La serenidad que impacta
Puedes conocer perfectamente la historia a través de lo que se ha ido publicando, bastante de ello contado en el libro de Glenn Greenwald, «No Place to Hide»: cómo Snowden dejó una vida cómoda en Hawaii para poder dormir tranquilo, cómo contactó a Glenn Greenwald y a Poitras con métodos seguros, haciéndolos conscientes de la necesidad de mantener sus comunicaciones privadas, cómo Wikileaks le ayudó a salir de Hong Kong dos días después de Estados Unidos lo inculpara de tres delitos contra la seguridad nacional, pero aún así el documental es impactante.
La serenidad de un Snowden que explica sus convicciones éticas se muestra en unos planos donde también el exanalista habla de la incertidumbre de vivir sin saber qué va a pasar con tu vida la próxima semana o la próxima hora.
Sabíamos que era joven, y aún así o quizás por eso mismo, el relato de un muchacho que cree en una sociedad libre que tiene derecho a conocer que está siendo espiada y que su Gobierno le miente en el Congreso, no nos parece ingenuo sino valiente y terriblemente necesario.
Cuando Poitras viajó a Hong Kong con Glenn Greenwald y Ewen MacAskill, periodista de The Guardian, para encontrarse secretamente con Snowden, llevó su cámara y empezó a filmar desde que empezaron a hablar. El resultado es una crónica privilegiada de los primeros momentos de las revelaciones de Snowden sobre la NSA que nos permite entender cómo sucedió la mayor filtración de la historia.
Un hombre ordinario en circunstancias extraordinarias
La prensa adora tener una figura donde poner el foco, algo que Snowden reconoce en la película. Insiste en que no quiere que se construya la historia en torno a él, pero se resiste a ocultarse y quiere que todos puedan saber quién es y por qué hizo lo que hizo como un ciudadano que tiene una información que la sociedad entera tiene derecho a conocer.
A través del relato, Snowden explica cómo espía la NSA a ciudadanos de todo el mundo y podemos ver las caras de los primeros periodistas que conocieron esa información.
El ex analista desvela ante los periodistas que toman notas la existencia de un programa que no sólo puede buscar en la información recolectada «hacia atrás», sino también «hacia adelante», agregándote en una lista en la que todos tus dispositivos serán permanentemente vigilados y generarán una alerta en cuanto te comuniques con alguien, vigilando a su vez a esa persona.
La lista de personas vigiladas se vuelve inmensa, abarcando a miles de millones de ciudadanos tanto de Estados Unidos como del resto del mundo.
El instante en el que Greenwald se da cuenta de la magnitud del espionaje mientras está hablando con Snowden está captado en la cámara de Poitras. Seis horas después, el periodista publicaría su primera pieza sobre las revelaciones de Snowden en The Guardian.
Una cuestión de libertades
La dulzura de la voz de Poitras guía el relato a través de las ciudades en las que transcurrió la primera parte de esta historia, que muestra las publicaciones de la prensa y las implicaciones en Alemania, en los Estados Unidos al conocerse las primeras filtraciones.
También hay declaraciones de otros defensores de la libertad, como William Binney, el primer whistleblower que expuso algunas prácticas anticonstitucionales de la NSA, Jacob Appelbaum, o Ladar Levison, fundador de Lavabit que tuvo que cerrar su servicio de email después de recibir una orden judicial para entregar al Gobierno de Estados Unidos las claves privadas de todos sus usuarios.
Lavabit era un servicio de correo seguro que utilizaba Edward Snowden.
Hacia el final, el documental sugiere la existencia de un segundo filtrador de la NSA, cuyas informaciones le transmite Greenwald a Snowden escribiéndolas en un papel y rompiéndolas posteriormente.
Una de esas informaciones se refiere al tamaño de la lista de personas bajo vigilancia de la NSA: una cifra de 1,2 millones que sorprende al mismo Snowden, que observa: «es ridículo, es un país entero».
Con Steven Sodherberg como productor, la película se estrenó en Estados Unidos en el New York Film Festival en octubre del año pasado y ha hecho su recorrido por festivales, recogiendo varias nominaciones, entre ellas al Oscar y al Bafta como mejor documental, y 27 premios más.
Citizenfour (ciudadano cuatro), el nombre en código que usaba Snowden para comunicarse con Poitras es el mejor resumen del mensaje de Snowden, quien reniega de la figura del héroe para definirse como un ciudadano que hizo lo que sentía que debía hacer: sin palabras que sobren, sin demasiada exposición, sólo con la fuerza de la verdad explotando ahí fuera.
Fuente: Diario Turing