Los estudios sobre el cambio climático, una de las prioridades para resguardar la vida en el planeta, es una preocupación que inspira debates a muy alto nivel y profundos estudios científicos. Sin embargo, más de veinte años de debate internacional no han logrado concluir en un acuerdo para reducir las emisiones de dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero con mayor responsabilidad en el aumento de la temperatura. Pero quizás la clave del asunto está en el nivel en que se llevan las conversaciones. La población del planeta, en general, no participa ni en los programas ni en las decisiones que se requieren para mejorar este aspecto de la calidad de vida, sólo deben acatar las normas que se fijan en las políticas públicas.
Pero cuando los habitantes se involucran en los proyectos medioambientales, los resultados saltan a la vista. La Revista The Economist , a través de su Unidad de Inteligencia, ha hecho un ranking de las ciudades “verdes” y sus atributos tienen que ver directamente con la participación ciudadana y las respuestas que las autoridades dan a las inquietudes ambientales de sus pobladores.
Las Más Verdes del Planeta
El primer lugar entre las ciudades limpias, lo ocupa Vancouver, en Canadá. En comparación con otras ciudades de su tamaño los buenos resultados en el control y disminución de emisiones de CO2 y en la calidad del aire, se debe fundamentalmente a los esfuerzos de la urbe por promover las energías verdes y el uso de la hidroeléctrica.
Vancouver ha tenido una contracultura verde desde la década de 1960 y en todo el mundo se la reconoce por haber sido la ciudad donde nació la organización Greenpeace.
Respondiendo a las preferencias ciudadanas aquí se construyó la Isla de Granville, una península para peatones con mercados y estudios de arte. Las montañas rodean la ciudad recordándoles a los pobladores que son parte de algo más grande y bello que un simple lugar de residencia.
Mientras otras ciudades construían carreteras y daban mayores facilidades a los automóviles , fomentando así la extensión urbana, Vancouver se mantuvo fiel a la vida en la vida citadina sostenible, no sólo con la creación de Granville, sino con el aumento de ciclovías y normas hogareñas de cuidado ambiental.
La segunda ciudad más verde, según The Ecomist, es Curitiba, en Brasil. Esta es la única urbe sudamericana que califica en el ranking. Tras construir uno de los primeros sistemas planificados de autobuses urbanos del mundo en la década de 1960 y desarrollar un programa de reciclaje pionero en la década de 1980, la ciudad situada en el sur de Brasil sigue estando en la vanguardia del pensamiento verde.
De hecho, la eficiencia del transporte público hace que los ciudadanos utilicen masivamente este medio lo que redunda en su inmejorable calidad del aire.
Hoy, después de 55 años del primer plan vehicular, los habitantes reclaman mejoras por lo que se ha planificado un sistema de metro que recorra la ciudad y más de 300 kilómetros adicionales de ciclovías. Sin embargo estos proyectos no tienen aún financiamiento. El desafío para las autoridades no sólo está en conseguir el dinero para llevar a cabo las mejoras, sino en la capacidad que demuestren para mantener la excelente calidad ambiental de que gozan sus habitantes.
El tercer lugar del índice medioambiental lo ocupa Copenhague, en Dinamarca. Año tras año sigue siendo la ciudad “más verde” de Europa. Casi todos sus habitantes viven a no más de 250 metros del transporte público y más del 50% utilizan la bicicleta para sus desplazamientos diarios lo que le permite tener unas emisiones de CO2 muy bajas para una ciudad de su tamaño.
Aunque en toda la ciudad las bicicletas son las preferidas y tienen facilidades para su desplazamiento los distritos de Nørrebro en el noroeste y de Frederiksberg en el oeste están especialmente comprometidos con este medio de transporte. Han gastado mucho dinero para crear la Ruta Verde, un carril de nueve kilómetros para caminar e ir en bicicleta en forma rápida y fácil, pero además disfrutando de una bella vista ya que está llena de jardines, parques infantiles, bancos y variadas construcciones con mucha vegetación. La ruta acaba en Valby, a cuatro kilómetros del centro, en un barrio que es el preferido de las familias por sus parques, sus escuelas y la seguridad de sus calles.
El cuarto lugar nos hace regresar al territorio de América y centrarnos en la ciudad de San Francisco en el estado de California, EE.UU. No sólo destaca en el ranking mundial, sino también es, lejos, la mejor de su país.
La ciudad tiene una larga historia de conciencia medioambiental, desde la fundación del grupo ambientalista Sierra Club en el siglo XIX. La belleza geográfica que le ha regalado la Naturaleza, es un estímulo para que sus habitantes la conserven y ellos así lo entienden: San Francisco tiene una tasa de reciclaje del 77%, una de las mayores del mundo.
Los residentes, por ejemplo, se preocupan por la comida que compran y se esfuerzan en que sea producida en las proximidades. Por eso, muchos barrios tienen sus propios mercados de agricultores locales, cada uno con su propia personalidad.
Cerrando el índice de las cinco ciudades verdes del planeta, está Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, la segunda urbe más importante de ese país africano. Los esfuerzos que allí se están haciendo para proteger el medioambiente son los que han obtenido el mejor avance de todo ese continente y ello se debe, principalmente, a sus políticas de conservación de la energía y el mayor uso de fuentes energéticas renovables.
En 2008, Ciudad del Cabo empezó a utilizar energía de su primer parque eólico y pretende obtener el 10% de su energía de fuentes renovables de aquí a 2020.
Estos esfuerzos están cambiando la vida en la ciudad. Se están creando nuevos carriles para las bicicletas, los mercados de agricultores locales son muy populares y los cocineros dan importancia a los ingredientes cercanos.
Los ciudadanos reclaman ahora mejoras en el transporte público y mayor eficiencia en la energía eléctrica, lo que se espera se concrete con una planificación sustentable como ha sido hasta ahora.
Los ambientalista señalan que el océano es un conjunto de muchas gotas de agua y que del mismo modo la conservación del medioambiente debe ser el conjunto de muchos esfuerzos individuales. El ser humano debe comprender que cada gesto de protección de la Naturaleza, no es sólo un beneficio individual sino algo que ayuda a todo el planeta.
