El Presidente Sebastián Piñera concretó el quinto cambio de gabinete de su segundo mandato, menos dos meses luego del último, con una notoria reestructuración en su comité político, en el que puso a experimentados exponentes de la derecha más dura.
El principal cambio fue en el Ministerio del Interior, cargo que hasta hoy desdempeñaba Gonzalo Blumel, Evópoli quien asumió hace nueve meses en medio del estallido social, y cuya salida la UDI ya pedía desde hace semanas. En su reemplazo asumió el senador Víctor Pérez, uno de los representantes de la ultraderecha en la UDI, al punto que fue uno de los que se opuso al retiro del 10 por ciento.
Tras apenas un mes y 24 días en el cargo, Claudio Alvarado, UDI salió de la Secretaría General de la Presidencia, para dejarle el cupo Cristián Monckeberg, de RN quien se desempeñaba en la cartera de Desarrollo Social.
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En la Secretaría General de Gobierno, salió Karla Rubilar, cartera que también había asumido en pleno estallido social, quién asume en Desarrollo Social, y fue reemplazada por el diputado de la UDI, Jaime Bellolio.
Las sorpresas de la jornada corrieron por cuenta del senador RN Andrés Allamand, quién reemplazó a Teodoro Ribera; y del presidente de RN, diputado Mario Desbordes, que asumió en el Ministerio de Defensa, en sustitución de Alberto Espina, del mismo partido.
Dos o tres ideas preliminares acerca del cambio de gabinete.
En primer lugar, expresa la extrema debilidad del gobierno, toda vez que fue impuesta por los partidos de la coalición, especialmente Andrés Allamand y la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe.
En segundo lugar,. a la misma conclusión conduce la descapitalización de la derecha, que para este gabinete de «unidad», embarcó a parlamentarios y figuras de trayectoris histórica. Por sí decirlo, Piñera está recurriendo al raspado de olla.
De acuerdo con el artículo 51° de la Constitución, «las vacantes de diputados y las de senadores se proveerán con el ciudadano que señale el partido político al que pertenecía el parlamentario que produjo la vacante al momento de ser elegido»; es decir, la UDI y RN deberán designar a los sustitutos de Pérez, Bellolio, Allamand y Desbordes, los que deberán buscar en la segunda o tercera línea de la coalición.
Tercero, es un cambio inútil, porque no se trata de nombres ni de caras, sino de políticas. El gobierno ya exhibió suficientes muestras acerca de los intereses que representa, incompatibles con las urgencias de la profunda crisis que vive el país, además de incompetencia, insensibilidad y absoluta falta de empatía con la dramática situación por la que atraviesa la mayoría de los chileno.
Llegó la hora de un cambio de estrategia de desarrollo, y eso no lo va a detener un cambio de nombres y caras en el peor gobierno de la historia.