por Ximena Soza
Dentro de los hechos que han conmovido al mundo entero durante los últimos meses, como el llamado de los indígenas de la Amazonas pidiendo auxilio ante un inminente genocidio y el asesinato de George Floyd por la policía de Minneapolis, grabado en un video que en nueve minutos desnudó los siglos de historia racista de Estados Unidos, no podemos dejar de conmovernos por los 10 presos políticos mapuche que llevan 35 días de huelga de hambre, ni de relacionar estas crisis con la que parece ser la verdadera pandemia: el racismo.
Los mapuche se reconocen como un pueblo milenario en el sur de Chile y Argentina.
Desde la formación de estos estados el pueblo mapuche a ambos lados de la cordillera ha permanecido en perpetua discrepancia con las políticas implementadas por estos, las cuales han buscado de diferentes maneras su asimilación, la invisibilización y la desvalorización de sus aspectos culturales y su exterminio.
Han negado desde su religiosidad y su idioma, hasta el aspecto más elemental de su ser, el derecho a la tierra, elemento que entrelaza su cosmovisión y su vida cotidiana. Por luchar por este derecho, muchos mapuche han recurrido a la recuperación de territorios y a la formación de comunidades autónomas que buscan la autodeterminación como única vía de prevalencia y como reivindicación histórica a la colonización.
En este proceso varios Mapuche han sido asesinados y varios otros detenidos y procesados por leyes tan drásticas como la ley antiterrorista que se constituye como un conjunto de resquicios legales que le ha permitido al estado vulnerar los derechos fundamentales de los presos mapuche.
Muchos de los juicios que se han llevado a cabo bajo el alero de esta ley han incluido grandes irregularidades y en varios casos, se ha comprobado posteriormente a establecerse las condenas e incluso a cumplirse las penas que los juicios fueron hechos sobres evidencias y testigos falsos, quedando al descubierto el haber sido montajes.
Varios de los presos mapuche que hoy se encuentran en las cárceles de Temuco, Mulchén, Concepción, Angol y Lebu han sido procesados bajo pruebas cuestionables, algunos de ellos son solo imputados y aun así están presos, incluso en el contexto del Cov 19.
En este marco, se han trasgredido los artículos 7, 8, 9 y 10 del convenio 169 de la organización internacional del trabajo OIT, adoptado en Ginebra en 1989, que habiendo sido ratificado por Chile, debería regir sobre cualquier asunto que tenga relación con los pueblos originarios, teniéndose en cuenta su derecho consuetudinario.
Esto debe aplicarse incluso en aspectos jurídicos. Estos artículos instan a que las medidas judiciales que se adapten en relación a miembros de comunidades y naciones indígenas deben atenerse a las formas de vida de los pueblos y que a estos, en caso de aplicárseles una sanción, que estas fuesen alternativas a la cárcel.
El werken de los presos políticos de Angol Rodrigo Curipan, explica por qué esta situación de los presos mapuche evidencia el racismo con el que ha actuado el gobierno de Chile:
“Se actúa de una forma con los mapuche y de otra forma con los chilenos, incluso cuando estos hayan cometido un crimen, como es el caso de los agentes del estado que han cometido crímenes. Incluso aquellos que están siendo investigados por asesinato, como los que asesinaron al weichafe Camilo Catrillanca ellos tienen otras medidas cautelares, están con sus familias. También algunos que han violado los derechos humanos de forma sistemática tienen estas medidas, pero los presos mapuche, incluso aquellos imputados que aún no reciben una condena, están en la cárcel y no gozando del arresto domiciliario”.
Los casos de mapuche presos evidencian en sí mismos una persecución meticulosa en contra de este pueblo. Los arrestos no son aleatorios, dentro de los presos se encuentran líderes comunitarios, líderes sociales y líderes espirituales, también miembros de las comunidades quienes cumplen un rol asignado por su comunidad.
“Cada uno de ellos cumple una misión dentro de las comunidades, los más jóvenes van cambiando de rol en términos culturales, los mayores, cumplen funciones internas, son activistas, trabajan en la defensa política del territorio ya que todos los roles dentro de una comunidad mapuche son importantes”, agrega Curipan.
Con esta persecución lo que se quiere es desmantelar la vida comunitaria y el desarrollo de los mapuche en sus prácticas culturales, formas de vida y visión de mundo:
«El esfuerzo del estado es destruir la estructura propia de los mapuche y evitar que ejerzan la libre determinación. Han tratado de homogeneizarnos y que nuestra estructura propia desaparezca”.
Ante la pregunta de que intenta castigar el estado cuando castiga al mapuche, el werken responde:
“Lo que busca el estado castigar es que los Mapuche puedan seguir reivindicando sus derechos políticos, la recuperación de territorio, las manifestaciones y todo lo que ellos consideran como una trasgresión de las reglas del estado. Especialmente, el estado castiga las reivindicaciones territoriales”.
Lo que el estado fracasa en entender es que para los mapuche, así como muchos otros pueblos originarios, la relación de la tierra es una condición sin equanon de su existencia
“La tierra no es solo un sustento si no se concibe la vida sin la tierra nosotros consideramos que la vida está en la tierra”, añade Rodrigo Curipan.
Los presos de la cárcel de Angol Sergio Levinao Levinao, Victor Llanquileo Pilquiman, Sinecio Huenchullan Queipul, Fredy Marileo Marileo, Juan Queipul Millanao, Juan Calbucoy Montanares, Danilo Nahuelpi, Millanao, Reinaldo Pnchulef Sepulveda, Anthu llanca Quidel y el machi Celestino Cordova, preso en la cárcel de Temuco, decidieron el 4 de mayo comenzar una huelga de hambre indefinida hasta que se les cambien las medidas cautelares y sean enviados a sus comunidades, ellos y el resto de los presos mapuche.
Consideran esta huelga como la única forma de hacerse escuchar desde el interior de la cárcel, ya que el estado no ha dado oído a sus demandas ni a establecer un dialogo.
De hecho el Werken de los presos de Angol y una de las voceras del machi Celestino Cordova, Giovanna Tafilo han comunicado que dentro del contexto del covid-19 las imposibilidades de las familias de comunicarse con los presos han sido diametralmente restringidas, incluso por teléfono, también que las medidas de prevención que ha tomado gendarmería no van de acuerdo con la gravedad de esta enfermedad.
De hecho semanas atrás uno de los presos mapuche, Facundo Jones Huala, habría sido expuesto al virus a través de una psicóloga que había entrado a la cárcel. Peor aún, en el contexto mismo de la huelga, gendarmería no ha permitido fluidamente la entrega de servicios médicos.
En el caso de Angol, el pasado viernes la entrada del médico fue negada, a pesar de que uno de los presos, Sinecio Huenchullan se encontrara vomitando sangre y en el caso de Temuco, no se ha permitido que entre un médico de confianza de la familia del machi, Giovanna Tafillo asegura:
“No ha podido entrar un médico en el que confiemos y el médico de gendarmería en el pasado amarró al machi y le puso suero a la fuerza, a pesar de que el machi se había subscrito al acuerdo de Malta y había escrito un papel que prohibía a las autoridades forzarlo a recibir suero”.
Ambos, la vocera y el werken declaran que al o la machi (médico ancestral mapuche) no le ha sido permitido entrar a la cárcel, lo que niega el derecho de los presos a recibir atención que esté vinculada a su tradición, lo que viola nuevamente los artículos antes señalados del convenio 169 y los derechos religiosos de los presos.
Al correr de las horas del día de ayer, Sinecio Huenchullan, debió ser trasladado de urgencia al hospital de Angol por los vómitos a los que se le han sumado desmayos y arritmia y la familia del machi Celestino ha comunicado que el estado de salud del machi es grave y “se encuentra con riesgo vital”.
En el caso del machi Celestino las medidas que ha tomado gendarmería para con él, demuestran claramente una falta de comprensión de lo que significa ser una autoridad ancestral mapuche y una profunda falta de voluntad política del estado de respetar los derechos religiosos de las comunidades mapuche.
“La comunidad del machi está tratando de rearticularse sin su líder espiritual, necesitan esa guía. El machi también necesita a la gente de su comunidad y necesita el vínculo con su lugar sagrado”, dice la vocera.
Dentro de la cárcel el machi también ha solicitado poder ejercer su labor, lo que es continuamente negado, ya que no le permiten realizar rogativas periódicamente e incluso limitan la participación conjunta de todos los presos al tenerlos divididos, entre los imputados y los condenados, lo que trasgrede la naturaleza comunitaria de los mapuche.
Para comenzar, el machi considera que todos los presos mapuche, incluso aquellos que no han sido arrestados por casos que se vinculen con la causa mapuche deberían recibir estos beneficios, ya que el pueblo mapuche ha sido duramente golpeado por el proceso de colonización y que muchos de los problemas que les suceden a los mapuche son una respuesta al fuerte desarraigo que ha impuesto el estado chileno en su conjunto y que mínimamente debería entregárseles el derecho a su idioma y conocimiento ancestral.
El caso de la Amazonas y el de George Floyd conmovió al mundo ya que al parecer las situaciones de racismo lejano se vislumbran más claramente que las que se cometen en Chile.
“Cuando uno ve el tema del afro descendiente, en verdad es lo mismo que pasa en Chile; hombres mapuche han muerto a manos de agentes del estado” asevera Rodrigo Curipan, haciendo un llamado a que la sociedad chilena manifieste su solidaridad teniendo un cambio de perspectiva sobre lo que algunos llaman el conflicto mapuche.
«Eso está cambiando y hay adherentes, se ha legitimado la lucha de los Mapuche. La gente puede ayudar tratando de educar al resto de la sociedad”, agrega.
Los presos en huelga de hambre permanecerán en ella hasta las últimas consecuencias, así como también los miembros del pueblo mapuche que buscan su autonomía y libre determinación, porque como dice el werken “es inconcebible que un pueblo pueda vivir su propio destino, su crecimiento político y social si no es dentro de su propio territorio y si no tiene un espacio para desarrollarse de manera política, cultural, etc.”.
Entonces está en las manos del estado acabar con el racismo que ejerce en contra del pueblo mapuche, seguir los estatutos de los convenios internaciones a los que se han subscrito, el respetar los derechos humanos y consuetudinarios de un pueblo que pide que se atiendan sus demandas históricas, nada más y nada menos.
Fuente: Pressenza