En entrevista con Cambio21, el diputado comentó que hay parlamentarios del partido de calle Suecia que no apoyan la persecución que lidera la directiva hacia los dirigentes comunistas. A diez meses de iniciado el Gobierno, el congresista defendió los “matices” de la discusión legislativa, pero criticó que haya integrantes del oficialismo que usen la “correlación de fuerzas” para presionar e imponer sus términos. En el cierre de la temporada legislativa, y superando el décimo mes de gestión de Michelle Bachelet, el balance no puede ser negativo para los comunistas.
Tras un inicio «con algo de nerviosismo», como lo admitió su presidente Guillermo Teillier, en lo que se refiere a la instalación al Gobierno tras 41 años de ausencia, el diputado explicó que «muchos de los compañeros de antes están muertos y otros no están en condiciones y quienes entraron al servicio público son jóvenes que se fueron adaptando».
«Para nosotros esto es una escuela. Administrar un país requiere experiencia y los demás colectivos nos llevan años luz de delantera, pero me parece que hemos hecho un buen papel, con fallas también, lo que tendrá que evaluarse, aunque lo que hay son referencias positivas», agregó.
El profesor sonríe con la aprobación de las reformas tributaria y educacional, el fin del binominal, la presentación de la reforma laboral y la expectativa que genera el 2015 el plan de descentralización y la nueva Constitución con o sin asamblea constituyente.
En conversación, con Cambio21, el histórico dirigente confidenció que hay parlamentarios de la UDI que están aburridos de la persecución hacia el PC y sostiene que los «matices» ayudaron a potenciar el debate al interior de la Nueva Mayoría, por lo que la teoría de la retroexcavadora, a su juicio, fue un «error» enunciarla.
«CUESTA CEDER»
– ¿El episodio más complejo en los primeros meses fue el del embajador Eduardo Contreras y las discusiones con la DC?
– Fue complicado el tema… todos decían «es verdad lo que dice», pero no las puede manifestar un diplomático. Ahí aprendimos una lección, porque se pudo haber perdido el cargo. Dejamos en completa libertad de acción a la Presidenta, pero ella decidió mantenerlo.
– Se le vio muy enojado.
– Sí. Fue una cosa que nos pilló de sorpresa. Lo que más me hizo ruido fue la referencia a las relaciones con la DC, siendo que eso lo veníamos conversando con ellos y optamos por dejar de discutirlo. Además, Chile entero sabe lo que ocurrió el 11 de septiembre; hay documentos, películas y se conoce qué es lo que hizo cada uno. Entonces, no se saca nada con negar qué pasó. En fin, no era necesario decirlo. Y eso nos creó un conflicto que fue complicado, pero que se pudo revertir.
– ¿Cómo se llevan en el día a día? ¿Se tiran tallas, hay buena onda o es un trato formal?
– Hay un trato cordial con la DC, con su presidente Ignacio Walker y los parlamentarios. No quiero hablar de sectores, porque se enojan, pero hay dirigentes con los que hay más afinidad de ideas y existen otros con los que tenemos matices, pero en general ambos partidos hemos cumplido con la palabra de llevar adelante el programa. Finalmente las cosas han salido en el Parlamento. A veces nos cuesta ceder; no tenemos costumbre de eso. Ahora, viendo la obra gruesa y lo que eso significa hacia el futuro y que todo es perfectible, nos estamos dando cuenta de que estamos abriendo un camino insospechado de justicia social y participación que está al debe.
– ¿Cómo es eso que está al debe?
– Es un ítem que hay que elaborar más. ¿Cómo se da la participación ciudadana? Eso no está bien elaborado, no se entiende bien y hay mucha gente que se siente defraudada.
– ¿Tuvo que ver con esta sensación la teoría de la retroexcavadora?
– Fue un error por la forma como se planteó, porque en esta lucha la opinión pública vale. Nosotros no tenemos la capacidad mediática como para sustentar nuestros dichos y visiones. Entonces, con cualquier desliz nos hacen pedazos. Eso es lo reprochable. Para mí no tenía ninguna importancia, porque tampoco se trata de una retroexcavadora. No hemos barrido con todo, dado que si fuera por eso tendríamos que desmantelar un sistema que no está desmantelado. Seguimos operando con un modelo neoliberal. Aplicar retroexcavadora sería acabar con el 1% que es dueño del 30% de toda la economía chilena. Por ahí le creo. Sucede que este país es muy conservador y la derecha ha tenido la capacidad de mantener lo que dejó la dictadura con la institucionalidad vigente.
GALLITOS
– ¿Pensó alguna vez en 2011 que cuatro años después de las manifestaciones callejeras se iba a avanzar tan rápido en el Congreso?
– No. Pensé que era a largo plazo. Sin embargo, vislumbramos la opción de avanzar en reformas, porque no veíamos otra salida al desgaste que tuvo la Concertación. Lo que pretendió la Concertación se gastó, perdió la elección en 2009 y asumió la derecha. Y como lo dijimos en el congreso del PC de 2010, había que plantear una convergencia y tenemos que estar dispuestos a entrar e incluso llegar al Gobierno, pero no así como así. Fue rápido, porque había una conciencia ciudadana generalizada sobre que era necesario hacer estos cambios.
– Luego de pasar por un arduo debate interno en la Nueva Mayoría, ¿usted cree que sirvieron los matices y las cocinas en torno a las reformas aprobadas?
– Tuvimos la visión de que algunos de los temas principales como el tributario y el educacional había que dejarlas establecidos y firmados por los presidentes de los partidos antes de que se conformara la NM. Estábamos en campaña y tratando los pactos electorales para la municipal de 2012. Sólo después de la redacción del programa aparecieron los matices, que creo que finalmente ayudaron, sobre todo en la discusión a fondo. A veces no me gusta la forma.
– ¿En qué sentido?
– Como todo esto se da de acuerdo a la correlación de fuerzas, algunos como que abusan de eso. Entonces, lo usan como un instrumento de presión demasiado evidente, cosa que también el PC podría ejercer. Cuando se trata de una ley que necesita quórum calificado, la bancada nuestra podría decir: «mire, si no nos ponen esto que queremos que esté o si no sacan lo que no nos gusta, vamos a votar en contra o no votamos». Pero creemos que esa conducta es impresentable.
– ¿Cuál es el punto medio?
– A ver, queremos que salgan las reformas como la educacional. Ahí hay cosas que no nos gustan en esta parte de la discusión. ¿Por eso había que mandarla a comisión mixta o eternamente seguir discutiendo los matices? No. Cuando salen los matices, cada uno tiene que darse cuenta de que no todo lo que quiere puede estar.
EUROS, EMPANADAS Y VINO TINTO
– ¿Qué tan difícil ha sido lidiar con la UDI desde que el PC entró al Parlamento?
– Es complicado. Eso sí, sabíamos que se veía algo contra el PC porque se conocía que ellos estaban en un problema serio. Por eso buscaron una forma de salir y de golpear por algún lado, para lo cual siguieron lo que pensaban que era lo más débil: nosotros. Aparece un artículo en Ciper (irregularidades en la U. Arcis) que la UDI le otorgó todo el criterio de verdad, pero creo que se equivocaron. Si bien es cierto gran parte del reportaje es verdadero, en aspectos esenciales no decía la verdad. Estaba equivocado o mal informado. No quiero hablar de mal intencionado, sólo de mal informado.
– Fueron muchas las acusaciones.
– Sí, pero cuando se forma la comisión investigadora, rápidamente quedó despejado el asunto de los dólares, que no había por dónde, o que el partido había hecho retiros, que tampoco había por dónde. La responsabilidad del PC, tampoco, porque nunca fue parte constitutiva de ninguna de las empresas. El puntapié inicial se dio cuando nos vinieron a pedir que salváramos la Arcis, porque si no se hundía y quebraba. Los cheques y las boletas están con todo los detalles. Estudié esto a fondo, porque dije: chuta, no habrá algo entre medio y voy a decir acá no hay nada y resulta que después sí hay. Lo que sí, tres o cuatro compañeros del comité central trabajaron en Arcis, no 30. Ni siquiera eran de la directiva. Otros estaban hace tiempo o del inicio, como Andrés Lagos. En fin, nada novedoso.
– Luego aparece el financiamiento de las campañas de Camila Vallejo y Karol Cariola.
– Mire, desde los tiempos de la dictadura que el exilio chileno, sobre todo los comunistas, que se hacen campañas de finanzas. Para los 18 de septiembre vendían empanadas y vino tinto. Se juntaban y esa plata la mandaban para las organizaciones de derechos humanos o a los partidos de Chile. Al comienzo de la dictadura reunían harta plata, pero después fue decayendo y ahora sólo participan los exiliados que quieren participar. Entonces, que vengan a decir que hubo una actividad en la que juntaron plata es extraño.
– ¿Qué le dijeron las parlamentarias?
– Que nunca les entró plata de Francia. Efectivamente había una cuenta, como alega la UDI, pero al revisarla vimos que tenía cero peso. Cómo entró esa plata del extranjero, reclaman. ¿Cuánto habrán podido juntar? ¿Mil euros? Puede ser. Yo estuve en Francia con ellos y creo que reunieron 300 euros. Esa cantidad allá es nada y acá tampoco es mucho. Por eso que quedaron en ridículo cuando se conocieron los informes.
FLORES DEL LODAZAL
– ¿Hasta qué punto se nota el seguimiento de la UDI?
– Por el caso Arcis pidieron reportes y han investigado y perseguido a todos los compañeros que están en la administración pública. Se lo han llevado en eso. Es más, sabemos que nos están investigando nuestras cuentas. Suerte que cuando aparecieron los primeros informes de Arcis vimos un cambio de los periodistas y en los medios. «Ah, no, estos están leseando», nos decían. Y después, con lo de Camila y Karol, ya todos se reían.
– ¿Cómo reaccionaron ustedes?
– Nosotros les advertimos: «no nos jodan más». Y respondimos con un dato duro: el presidente de la UDI, Ernesto Silva, había faltado a su compromiso con el reglamento de la Cámara, porque él votó cuando no debía haber hacerlo, a causa de los intereses con una empresa que estaba asociada a Banmédica (firma que pertenece al cuestionado grupo Penta). Él favoreció una ley que beneficiaba a las isapres y, por lo tanto, su empresa iba a ganar plata. Están los correos y todo. Por eso se envió una comunicación a la comisión de Ética. Pero el reglamento sanciona con un llamado de atención o una multa muy baja, de una UTM, que para un diputado no es nada.
– ¿Qué pasa en los pasillos del Congreso y se encuentran cara a cara con sus pares de la UDI? ¿Se miran, hay saludos, se palabrean o se evitan?
– La UDI a nosotros nos ha tratado muy mal. Cuando recién llegamos al Congreso (2010), al otro día de jurar nos mandaron una acusación que decía que éramos poco menos que una célula terrorista de las FARC en Chile. Patricio Melero (ex timonel) se paró y nos apuntó con el dedo y nos dijo que nos entregaban armas y que estábamos asesinando. ¡Así! Cuando la postura nuestra es la búsqueda de la salida política en Colombia. De esa forma nos recibieron.
– ¿Toda la UDI los rechaza?
«No los meto a todos en el mismo saco. Hay algunos, como Gustavo Hasbún, con los que había una buena relación, pero ahora se coludió en lo de Arcis, a sabiendas de que conocía el tema desde su época de alcalde e Estación Central. Sabe que son faramañas, aunque igual se entiende que está obligado por su partido.
– ¿Y los demás?
– Hay otros diputados que en medio de todo esto se han acercado a mí y me dijeron que «(José Antonio) Kast (jefe de bancada) nos tiene cabreados y aburridos» y que «por favor no crea que todos pensamos igual». Y efectivamente hay unos que salieron haciendo declaraciones sobre que no pensaban igual. Y algunos, de alguna manera, se están tratando de zafar de Penta y todo lo demás.
– Para no creer…
– Incluso una diputada y un diputado me dijeron que no estaban de acuerdo con esto, porque sabemos que no es así… no sé cómo construyen estas cosas, pero las hacen y bien y, además, tienen el poder mediático para hacerlo.
Fuente: Cambio 21