La convocatoria circulaba por todos lados y la sola idea de festejar el Año Nuevo en la Plaza de la Dignidad, entusiasmaba a mucha gente. Pero la realidad superó la imaginación.
Un día antes, efectivamente el Intendente Guevara afirmaba que movilizaría 1.000 efectivos de Carabineros como «control preventivo» del espacio. Pero algún juez señaló que el derecho a manifestación es inalienable, que incluso la actual Constitución lo garantiza, que nadie podía llegar a impedirlo si se trataba de un acto pacífico.
La noche era espléndida, cálida, si bien oscura porque la alcaldesa de Providencia se negó rotundamente a reponer las luminarias que durante estos meses han desaparecido por completo de la zona cero de la protesta social.
Como en toda fiesta importante, hubo primero una cena.
Fue cocinada allí mismo, por quienes voluntariamente llevaron además todos los ingredientes y utensilios necesarios, las enormes ollas, donde principalmente guisaron pollo con diversos acompañamientos. Instalaron mesones y sillas, pisos o banquetas. Cubrieron las mesas con plásticos o manteles, organizaron los puestos, los servicios, hasta colocaron velas.
Una cena de lujo. Y los comensales, más todavía.
Se invitó a cenar del modo más digno que se pudo, fundamentalmente a quienes han estado ya 74 días defendiendo este espacio, poniendo el propio cuerpo en lo que se ha venido a llamar «la primera línea». Aquellos que se han enfrentado cotidianamente con Carabineros para permitir que el resto se manifieste sin sufrir la represión, sin ser heridos, sin que les baleen un ojo ni tengan que arriesgar sus vidas.
Ellos la arriesgan por todos. Se han convertido en los héroes de la Plaza de la Dignidad. Por eso se los homenajeó. Cenaron orgullosos, gustosos de compartir, sin capucha, dejando por una vez de lado sus improvisados escudos protectores. También fueron parte de esta cena compartida los voluntarios que han estado atendiendo en los improvisados puestos de salud.
Los vídeos son de Claudia Aranda.
A lo largo de la noche hubo cenas de fin de año y puestos callejeros de comida, batucadas y fuegos artificiales.
También se homenajeó a las víctimas del estallido social. Decenas de personas se congregaron con velas en la Plaza Dignidad. Desde allí sonaron las canciones que caracterizaron las protestas de los últimos meses:
«El pueblo unido jamás será vencido», «Chile despertó» o «El baile de los que sobran», de la banda local Los Prisioneros.
Organización
«Este año no podía no pasarlo aquí. Todo esto que nos ha pasado hay que celebrarlo, porque lo que viene, con todo el costo que sea, será algo construido por las mayorías», dijo Rafael Vergara, de 45 años. Varios puestos de comida se levantaron en los alrededores para ofrecer una cena de Año Nuevo.
Las asambleas territoriales y autoconvocadas de El Claustro, Marín, y Bustamante Sur, articuladas tras el estallido social del 18 de octubre, organizaron la una cena comunitaria. conjunto, con el fin de habitar un barrio conocido por su cercanía con el epicentro de las manifestaciones sociales, y de “apropiarse de los espacios públicos”, tal como afirma Lissette Lazo, vecina y participante de la Asamblea El Claustro.
“Ha sido muy importante el proceso de reconocernos como vecinos y vecinas, sobre todo porque vivimos en medio de edificios que nos mantienen sumidos en el más absoluto individualismo, eso hasta hace dos meses”, asegura.
“Estamos haciendo política en las calles, construyendo la soberanía popular que le es tan peligrosa al gobierno, utilizando los espacios comunes para cargarlos de contenido social”, agrega.
“Es posible hacer política desde otros lugares diferentes a los convencionales, como los partidos políticos. Las personas no están “desencantadas” de la política, sino de la forma tradicional de hacerla“, continuó Lisette Lazo.
“Hoy estamos reconstruyendo la organización social una que le hace sentido a las personas y que puede también disputar en los diferentes espacios políticos que como país estamos próximos a vivir, como el plebiscito de la Nueva Constitución, pero también para los desafíos que van más allá que trascienden la contingencia”, finalizó.
Luego fueron llegando quienes habían comido en casa, una verdadera multitud. Miles de personas, decenas de miles, todas entusiastas, felices. Y ningún carabinero en las inmediaciones, si bien en las pequeñas calles aledañas más de algunas lacrimógenas dispararon.
Los punteros láser, los bombos, las consignas, letreros, lienzos, la protesta no-violenta clamando por un cambio de modelo, un cambio completo en la forma en que concebimos la sociedad. Desde la terraza superior de un edificio, Galería CIMA transmitiendo en vivo por streaming y miles más conectados.
Entonces vino el momento para los artistas y músicos, como la rapera Anita Tijoux, que hicieron sus presentaciones desde uno de los balcones de los edificios aledaños. La fiesta fue escalando, focos de colores transformaron el espacio en enorme discoteca y a la media noche, los fuegos de artificio que los mismos manifestantes llevaron, los abrazos, deseos de unos y otras, deseos para que el despertar de Chile nos permita tener muchas más celebraciones así, sin ninguna entrada que pagar, sin auspiciadores ni nadie que venda nada, todo hecho por la gente, voluntariamente, en paridad humana total, valorando la existencia de cada uno y construyendo el futuro común.
Un año nuevo con mayor dignidad que se pueda tener.
A las doce en punto llegaron los abrazos, y los fuegos artificiales coparon el cielo de Santiago.
«El ambiente está muy bueno, me motivó la unión de la gente; estamos todos unidos por una causa para salir de todo esto en lo que estamos», dijo Manuel Fredes, de 41 años, que pasó las doce en la plaza.
“El ambiente está muy bueno, me motivó la unión de la gente; estamos todos unidos por una causa para salir de todo esto en lo que estamos”, dijo a la AFP Manuel Fredes, uno de los asistentes que se encontraba en Plaza Baquedano.
«Esto está buenísimo para terminar el 2019 con buena onda; nos los merecemos por todo lo que hemos logrado pero 2020 viene con una lucha mucho más intensa», manifestó desde el mismo lugar Javier Becerra, un diseñador gráfico de 39 años.
Las celebraciones continuaron hasta las 6 am cuando efectivos de Carabineros comenzaron a dispersar a las personas que aún se encontraban en esa zona.
Valparaíso: denuncian que profesor perdió un ojo
La nota discordante fue la pérdida de un ojo de Matías Orellana, un profesor de Valparaíso, tras recibir el impacto de una bomba lacrimógena de Carabineros durante las manifestaciones que se registraron durante la madrugada de Año Nuevo.
Según denunciaron sus familiares y la Corporación Santiago Wanderers, Matías Orellana, un profesor oriundo de la comuna de Viña del Mar, tuvo que se trasladado de urgencia al Hospital Carlos Van Buren, donde fue operado.
Según cuentan sus cercanos, los hechos habrían ocurrido cerca de las 4 de la mañana.
El disparo de Carabineros habría sido efectuado desde la Intendencia hacia el Bar Cinzano.
El diagnóstico de Matías es pérdida ocular junto con una fractura expuesta frontal.
Durante este jueves, familiares y amigos se reunirán en las afueras de la intendencia para manifestarse por la situación del docente.
“Queremos justicia por nuestro amigo Mati “Panzer”, que en año nuevo perdió su ojo por disparo de una lacrimógena en su rostro. No más violación a los Derechos Humanos. No más represión estatal”, señala una imagen subida en la cuenta de Twitter de la Corporación Santiago Wanderers.
#NoMásRepresión | Como CSW nos sumamos al llamado por justicia con el wanderino Matías Orellana. Invitamos a la comunidad wanderina a manifestarse afuera la Intendencia regional mañana jueves 2/01 a las 10:00 hrs. pic.twitter.com/uc8M8p0oQz
— Corporación Wanderers (@CorporacionSW) January 2, 2020