por Victoria Aldunate, Paola Melita (*).
Macarena no se colgó, pero sí la estrangularon con una ligadura, ella trató de quitarse la cuerda, luchó probablemente para ello, y no lo logró porque una o más personas se le opusieron tirando de la cuerda “con fuerza” y sosteniéndola a ella para que no pudiera casi moverse.
Esta semana se dio a conocer en una revista mexicana la traducción extraoficial del informe “Comentarios sobre la muerte de Yudi Macarena Valdés Muñoz” hecho por el médico forense británico de la Corte Penal Internacional John Clark [1]. La familia está esperando la traducción oficial que aún debe ser presentada a la Fiscalía.
Van tres años de impunidad en el caso de la defensora mapuche Macarena Valdés Muñoz y esto no es sólo una consigna, sino un proceso de hostigamiento constante a la vida de la familia y la comunidad de la defensora.
Muestras de autodefensa
En sus comentarios a los informes anteriores al cuerpo de Yudi Macarena Valdés Muñoz, el doctor Clark puntualiza:
“Hay mucha información perdida acerca de las circunstancias de la muerte de esta mujer… es posible que la muerte se deba a un ahorcamiento suicida, pero antes de aceptar esta conclusión varias preguntas necesitan ser respondidas”.
Subraya que en las fotografías de la primera autopsia del Servicio Médico Legal de Valdivia hecho por Doctor Enrique Rocco Rojas y en las demás fotografías de la autopsia practicada por el Doctor médico forense Luis Ravanal Zepeda, ve “imágenes diferentes a las que se describen en el primer informe de autopsia del Doctor Rocco Rojas del SML de Valdivia.
Clark, entre otras interrogantes, se pregunta: “si la muerte podría haber tenido el resultado de una ligadura de estrangulación por otra u otras personas, es decir, un objeto tirado con fuerza alrededor del cuello para parar la respiración”.
Esto porque considera que “no es común ver una marca tan irregular. Hay un intento de sacar la cuerda, visto por lo que podrían ser marcas de dedos por encima de la marca y rasguños alrededor, más lo que parecen ser signos de asfixia en la cara en presencia de una marca que no es circundante. Ninguno de estos hechos fue comentado por el primer patólogo y mucho menos analizado, pero debieron haber sido analizados debido a su naturaleza inusual… no hubo un ahorcamiento con parcial suspensión, entonces hay una posibilidad definitiva que esta mujer no murió por un ahorcamiento suicida, pero si por estrangulación, de un objeto sostenido alrededor de su cuello por alguien y apretado”.
Faltan “marcas de agarre de brazos y piernas, pero no es difícil imaginar una situación en la que no se han causado estas necesariamente, si ella fue restringida de otras maneras”, dice.
Es decir, podemos deducir que Macarena no se colgó, pero sí la estrangularon con una ligadura, ella trató de quitarse la cuerda, luchó probablemente para ello, y no lo logró porque una o más personas se le opusieron tirando de la cuerda “con fuerza” y sosteniéndola a ella para que no pudiera casi moverse.
“Trauma social” y aniquilación
Lo que sucede con la comunidad Newen de Tranguil, como con otras comunidades mapuche en resistencia a las trasnacionales, se vivencia por la gente afectada como acorralamiento emocional -además del concreto-.
Por 17 años en Dictadura, otros niños y niñas, jóvenes y gente adulta vivenciamos lo que la “psicología social” nombra como “trauma social” y que, concluye, traspasa generaciones y por lo tanto, no ha cesado desde septiembre de 1973: secuestros, informes de autopsia falsos y entre otras cosas, discursos de autoridades que describían todo eso como “una guerra contra terroristas”.
Esta forma de operar hoy, parece concentrarse en Wallmapu.
“De madrugada suelen venir vehículos que se colocan fuera de la casa y escapan rápidamente antes de que alcancemos a identificarlos o fotografiarlos, hemos sentido seguimientos cuando vamos a la ciudad, siempre extrañas interferencias en las llamadas por celulares, gente que viene a indagarnos, investigarnos sin decirlo directamente, nos han mentido, se han hecho pasar por periodistas y en realidad han sido gente cercana a la empresa. Carabineros les ha dicho a vecinos: no se junten con los Collío”, declara Rubén Collío.
A la familia de Macarena, en los últimos tres años, les han envenado a cuatro mascotas, a la última lograron salvarla, pero los perros anteriores no tuvieron la misma suerte y murieron provocando el espanto y dolor de su dueños, especialmente de los cuatro niños, hijos de Macarena.
Durante 2017 y 2018 hubo acoso telefónico a mujeres de la comunidad amenazando que “les pasaría lo mismo que a la mujer de Collío”; esto al punto de que algunas de ellas decidieron quedarse sin celular.
La familia y otras mujeres que han sufrido estas acciones de amedrentamiento al cabo de estos años -en que nos hemos mantenido en contacto- nos han relatado problemas para dormir, ansiedad y angustia, entre otros síntomas. “Cuándo será la próxima agresión y qué consecuencias tendrá”, suelen preguntarse.
Todo esto son acciones de aniquilación emocional a personas que se rebelan ante la injusticia y no se callan, lo sabemos por la memoria de este país.
El 9 de febrero 2018 Rubén Collío Benavides estaba acompañado por su abogada Natividad Llanquileo cuando fue recibido en Santiago por el fiscal nacional Abott y el fiscal Torres, y afirmó:
“El de Macarena fue un asesinato, era una mujer llena de vida y de fuerza, sin razón para quitarse la vida. Esto fue para lograr actuar al margen de la ley, para construir una central de paso. Cuando comenzamos a denunciarlos vinieron amenazas y luego el asesinato de mi esposa”.
El fiscal Nacional en esa ocasión –estábamos presente- prometió:
“Podemos pedir la carpeta y revisarla, enviarla a la Unidad de Delitos Violentos e incluso a la Unidad de DD.HH. y abrir la investigación en otra línea porque nuestra función es la verdad”.
La familia y la comunidad de la defensora mapuche Macarena Valdés Muñoz aún está en espera de que esa verdad realmente se investigue y se revele para que se juzgue por fin a los culpables.
(*) Lesbianas feministas Tierra y Territorio
Fuente: El Desconcierto
[1] El patólogo británico John Clark es un referente mundial de la medicina legal. Ex director del Departamento de Medicina Forense de la Universidad de Glasgow, ex patólogo jefe del equipo forense designado por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) -donde realizó los exámenes post mortem de las víctimas de las matanzas en Srebrenica- y actual perito de la Corte Penal Internacional (CPI).