por Yunier Javier Sifonte Díaz
Envuelta en una de las polémicas más conocidas del atletismo mundial, la atleta sudafricana Caster Semenya aprovechó una decisión a su favor por parte del Tribunal Supremo Federal de Suiza y reapareció este domingo en los 800 metros planos de la Liga de Diamante, la distancia donde ostenta el doblete olímpico y el triple campeonato mundial, y obtuvo su cuatrigésima segunda victoria consecutiva. Impresionante.
Aunque desde inicios de mayo pasado Semenya no podía participar en la doble vuelta al óvalo —en cumplimiento de la decisión de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo que obliga a las mujeres con elevados niveles de testosterona a reducirlos o competir entre hombres—, a inicios de este mes la justicia suiza congeló la normativa y reabrió el debate.
En la que significó su segunda carrera en esa distancia en el año, la sudafricana llegó a la pista de la ciudad estadounidense de Eugene, no tuvo consideración con sus rivales y entró a la meta casi tres segundos por delante de su más cercana perseguidora.
Su habitual ritmo de carrera, unido a su descomunal remate, le permitieron detener los relojes en 1:55.70, una marca que le valió llevarse el récord del meeting y extender su invicto a 42 carreras consecutivas en esa distancia.
Caster Semenya no pierde una carrera de 800 metros planos desde el 6 de septiembre de 2015, cuando terminó octava en su última presentación del año. Luego se llevó el título en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y el Campeonato Mundial de Londres, junto a varios premios de la Liga de Diamante.
El empuje de la sudafricana fue tal, que solo una corredora no consiguió marca por debajo de los dos minutos.
Por detrás de la sudafricana entraron otras conocidas como las estadounidenses Ajee Wilson (1:58.36) y Raevyn Rogers (1:58.65). Mientras, la también norteña Hanna Green (1:58.75), etíope Habitam Alemu (1:58.29) y la jamaicana Natoya Goule (1:59.82) también firmaron registros destacados.
https://youtu.be/U35JPcuN5zQ
La historia de una batalla
Desde hace años, Caster Semenya es la mejor ochocentista del planeta. Foto: RunnersWorld.
Aunque en los últimos meses la historia de Caster Semenya nuevamente cobró protagonismo, sus orígenes se remontan al Campeonato Mundial de Berlín 2009. Allí la sudafricana impresionó a todos y con solo 18 años se convirtió en la corredora de 800 metros planos capaz de ganar un mundial con la ventaja más amplia respecto a sus rivales.
A raíz de su figura masculinizada y de la acusación de otras atletas, la IAAF decidió someterla a pruebas de género para confirmar que realmente se trataba de una mujer. Allí descubrió que no tenía útero ni ovarios, pero sí testículos internos y niveles de testosterona tres veces por encima de lo normal. Entonces la obligó a medicarse, y aunque todavía ganó el mundial de 2011 y los olímpicos de Londres, al año siguiente su cuerpo no resistió más.
Caster Semenya no asistió a la cita planetaria de Moscú 2013 y dos temporadas más tarde ni siquiera accedió a la final en Beijing. Así estuvo hasta que el TAS consideró que no existían evidencias capaces de demostrar la ventaja de los deportistas con hiperandrogenismo y levantó la medida. Entonces volvió a ser la misma.
Sin embargo, el 26 de abril de 2018 otra vez la IAAF desempolvó el asunto y estableció una regulación todavía más recia: si entre 2009 y 2015 las atletas debían limitar sus niveles de testosterona a menos de diez nanomoles por litro de sangre, ahora las obligarían a reducirlos a solo cinco. Y otra vez todos los focos apuntaron a Semenya.
Nuevamente llegaron las declaraciones, aplazamientos de fechas y comunicados oficiales. Hasta que el 1º de mayo el mismo tribunal que en 2015 no encontró evidencia sobre las ventajas de estas mujeres, decidió ratificar la norma de la IAAF y confirmó la obligación de reducir la testosterona para competir en las categorías femeninas.
De lo contrario, quienes no lo hicieran deberían moverse hacia pruebas sin restricciones o inscribirse junto a los hombres.
Aunque el propio tribunal catalogó la decisión como discriminatoria, enseguida alegó que era «necesaria, razonable y proporcionada para cumplir con el objetivo de la IAAF de preservar la integridad del atletismo femenino en los eventos restringidos».
Sin embargo, el 2 de junio el Tribunal Federal Supremo de Suiza —el principal ente judicial dentro del país que acoge la sede de la IAAF— ordenó la suspensión de la norma. A su vez, otorgó un plazo hasta el 25 de junio pasado para apelar la medida o presentar nuevos argumentos.
Luego de la decisión, Semenya agradeció el gesto y acusó a la IAAF de utilizarla como un conejillo de indias en el pasado para «experimentar la forma en que la medicación afecta a mis niveles de testosterona».
«Pese a que ese tratamiento me hizo sentirme enferma de forma constante, la IAAF quiere ahora imponer un grado todavía más elevado sin conocer eventuales efectos secundarios. No autorizaré a la IAAF a que me utilice y utilice mi cuerpo una vez más», agrega en su mensaje.
El silencio permaneció hasta el 26 de junio, cuando la IAAF presentó una respuesta basada en solo dos elementos: revocar el dictamen emitido por la justicia suiza y desestimar la apelación de Semenya. En el comunicado, argumenta que la necesidad de mantener eventos protegidos para las mujeres requiere una categoría donde la elegibilidad se basa en la biología y no en la identidad de género.
«Respetamos plenamente la dignidad personal de cada individuo y apoyamos al movimiento social para que las personas sean aceptadas en la sociedad en función de su sexo legal o identidad de género elegidos. Sin embargo, también estamos comprometidos con las atletas femeninas que tienen las mismas oportunidades que los atletas masculinos de beneficiarse del atletismo», agrega el documento.
No obstante, esas palabras no se parecen a las del informe publicado por el TAS el 18 de junio, y que contiene algunas partes del texto con la decisión tomada por ese tribunal a inicios de mayo. Aunque todavía tiene párrafos censurados, el documento muestra que durante los debates la IAAF se refirió a las corredoras con hiperandrogenismo como «atletas biológicamente masculinas con identidades de género femenino».
De acuerdo a un reporte de la agencia Associated Press, la sudafricana enseguida reaccionó y declaró que ser descrita como no mujer «duele más de lo que puedo poner en palabras».
Ese es el contexto que acompaña la reaparición de Semenya en la Liga de Diamante.
Ella fue la única atleta con hiperandrogenismo presente en la carrera, pues la decisión de la justicia suiza no beneficia a otras afectadas como Margaret Wambui o Francine Niyonsaba, obligadas a medicarse si pretenden regresar a las pistas.
«Nadie cuestionó las zancadas de Usain Bolt, la envergadura de los brazos de Michael Phelps o el sistema cardiovascular del ciclista español Miguel Induraín. No existe una regla entre los hombres que condene la genética. Solo quiero correr de forma natural, de la forma en la que nací. No es justo que la gente cuestiones quién soy. Soy Mokgadi Caster Semenya. Soy una mujer y soy rápida», confirmó la sudafricana hace poco en otro comunicado.
Por lo pronto, el debate continúa su curso y gira tanto en torno a la biología y la genética, como a la discriminación y la desigualdad. Y mientras la justicia decide si el hiperandrogenismo y la genética deben ser fiscalizados, el deporte mundial sigue en riesgo de perder a una de las atletas más espectaculares de todos los tiempos.
Buenos resultados en la Liga de Diamante
Rai Benjamin estampó una de las mejores marcas de la historia en los 400 metros con vallas. Foto: IAAF Diamond League.
En otros resultados de esta séptima parada de la Liga de Diamante, varios atletas protagonizaron rendimientos cumbres del año y registraron marcas de nivel mundial.
Entre ellos, destacan los 47.16s conseguidos por el estadounidense Rai Benjamin en los 400 metros con vallas. Ese registro no solo significó el récord para el prestigioso meeting, sino que también lo colocó en la posición de honor en el escalafón del año.
https://youtu.be/t8D_sXl2USw
De cara a la cita mundial de Doha, el norteño bien pudiera protagonizar un duelo de altos quilates contra el catarí Abderramah Samba y el noruego Karsten Warlholm, los dos hombres llamados a luchar por el título.
Por su parte, la recordista mundial Beatrice Chepkoech (KEN-8:55.58) también estampó el registro líder de la temporada en los 3 mil metros con obstáculos, en la que significó la primera carrera del año por debajo de los nueve minutos.
Mientras tanto, también consiguieron registros cumbres la holandesa Siffan Hassan (8:18.49) en los 3 mil metros, el balista brasileño Darlan Romani (22.61m) y Christian Coleman (9.81s) en los cien metros planos. En esa carrera el titular olímpico de 2016, Justin Gatlin, entró segundo con buen tiempo de 9.87.
Por su parte, en Eugene también vencieron la rusa Mariya Lasitskene (2.04m) en el salto alto, Lijiao Gong (CHN-19.79m) en la impulsión de la bala, Orlando Ortega (ESP-13.24s) en los 110 metros con vallas, Michael Norman (USA-44.62s) en la vuelta al óvalo y Armand Duplantis (SWE-5.93m) en la pértiga.
Asimismo, otros triunfadores del día fueron Blessing Okagbare (NIG-22.05s) en los 200 metros, Faith Kipyegon (KEN-3:59.04) en los 1500 metros y Marie-Josee Ta Lou (11.02), en el hectómetro. En esa carrera destacó que la doble campeona olímpica y líder del año, la jamaicana Shelly-Ann Fraser-Pryce, terminó en un pobre octavo lugar con 11.39s.
Fuente: Cubadebate