por Francisco Herreros.
En la última encuesta Plaza Pública-CADEM Nº 272, correspondiente a la cuarta semana de marzo, Piñera aparece con una aprobación del 39%. En la tercera encuesta Pulso Ciudadano, de Activa Research, publicada el jueves pasado, dicha aprobación baja al 13,2%. Sospechosa la cuestión. ¿A qué obedece tamaña diferencia?
Este jueves se dieron a conocer los resultados de la tercera encuesta de Pulso Ciudadano, realizada por la consultora Activa Research, donde por tercer mes consecutivo, el presidente Sebastián Piñera anota una caída en la aprobación a su gestión.
Según la medición, en enero, Piñera marcó 20,9% de aprobación; bajó algunas décimas en febrero, a 20,1% y en marzo cayó en picada, hasta el 13,2%, al registro más bajo desde que inició su segundo mandato. .
La desaprobación describió el camino inverso: subió de 35,2% en enero; a 39,8% en febrero y 44,2% en marzo.
El siguiente cuadro proporciona una visión comparativa entre las dos encuestas de alta periodicidad que se realizan en Chile, considerando que Adimark, de Roberto Méndez, dejó de publicar las encuestas mensuales, luego de ser absorbida por Gfk.
N. de la R.: La encuesta mensual de Activa Research se homologa con la ultima semana del mes respectivo, en el caso de CADEM.
En búsqueda de la respuesta acerca de los motivos de esa diferencia, cabe partir por la periodicidad.
La encuesta Pulso Ciudadano, de Activa Research, es mensual, mientras que Plaza Pública, de CADEM, es semanal.
En un país del tamaño y población de Chile, nada hay que justifique una encuesta semanal; más aún cuando, frecuentemente, la encuesta de CADEM registra variaciones que en un ciclo de siete días, no tienen explicación probabilística.
Un escalón más abajo se sitúa el costo de una encuesta semanal, cuyo principal producto se distribuye en formato gratuito.
Evidentemente, alguien asume ese costo, que dista de ser una bicoca.
En consecuencia, la respuesta a esta parte de la pregunta apunta al objetivo de influir.
Cuando una encuesta se propone influir en tiempo futuro, en lugar de medir una tendencia instantánea, como prescribe la ciencia probabilística, abandona su naturaleza objetiva y se transforma en un instrumento político que muy pocos pueden financiar, tanto más cuanto que los dueños de las consultoras son los mismos, o tienen estrechas relaciones, con los dueños de los medios de comunicación, que sistemáticamente, todos los lunes del año, instalan la foto necesaria para el auto-cumplimiento de la profecía.
Evidentemente, se trata de una práctica política que debe regularse.
Volveremos sobre esto.
Metodología
Un segundo tipo de diferencias se puede explicar en función de las metodologías utilizadas.
Pulso Ciudadano, de Activa Research, es un estudio cuantitativo, sobre la base de entrevistas online a través de un panel representativo con cobertura nacional.
La población en estudio considera hombres y mujeres mayores de 18 años, pertenecientes a los grupos socioeconómicos (GSE) ABC1, C2, C3 y DE; residentes de Santiago y regiones, con una cobertura de 177 comunas a nivel nacional.
Se realizó un total de 1.015 entrevistas estratificadas aproporcionalmente por las variables de género, edad, GSE y zona; ponderadas de acuerdo al peso real de cada segmento.
El margen de Error Muestral para el total de la muestra es de un +/- 2,9%, bajo supuestos de aleatoriedad simple, un nivel de confianza del 95% y varianza máxima de los estimadores.
El cuestionario tenía 15 minutos de duración promedio.
La encuesta Plaza Pública de CADEM, en cambio, es telefónica, aplicada a través de sistema Cati a celulares de prepago y post pago.
El universo comprende hombres y mujeres mayores de 18 años, habitantes de las 16 regiones del país; 90% en población urbana y 10% en población rural. .
La muestra semanal considera 711 casos.
El margen de error muestral es de +/- 3,7 puntos porcentuales al 95% de confianza. Se alcanzó una cobertura total de 194 comunas.
Para lograr los 711 casos efectivos se realizaron un total de 4.162 llamados, lo que representa una tasa de éxito de un 17%.
Diferencias inexplicables
Un tercer patrón de asimetría aparece en los datos mismos.
La aprobación a Piñera registra notables diferencias en una y otra encuesta: 25 puntos porcentuales en marzo; 18,9 en febrero y 23,1 en enero.
En el caso del gabinete, la diferencia entre los que aprueban en las encuestas Pulso Ciudadano y Plaza Pública, es de 25,6 puntos porcentuales, en marzo.
En cambio, la desaprobación luce mucho más nivelada: 1,8 puntos porcentuales de diferencia en marzo; 5,2 en febrero y 8,8 en enero.
En el caso del gabinete, es de 8,8 puntos porcentuales en marzo.
Una diferencia importante también emerge en las categorías ni aprueba ni desaprueba, respecto de no sabe/no responde.
En el primer caso, la diferencia es de 32,3 puntos porcentuales en marzo; 29,1 en febrero y 34,8 en enero.
En el segundo, 4,7 en marzo; 5 en febrero y 3 en enero.
Atribuir la diferencia al tipo de cuestionario es una tautología que no la explica ni la justifica.
El punto es el siguiente: la fácil alteración de los supuestos en estudios cuantitativos se asemeja mucho a la pre-constitución de escenarios en economía.
En otras palabras, las cifras de la encuestología política y de los estudios de economía neoclásica pueden servir tanto para un barrido, como para un fregado, dependiendo de los intereses a los que obedecen esos estudios.
A menudo, las mismas cifras conducen a interpretaciones diametralmente opuestas.
Más claro todavía: usted no crea en las encuestas, o en todo caso, no en las del subgénero encuestología política, porque a) persiguen fines no claros para los encuestados; b) las respuestas pueden fácilmente ser inducidas; c) al buscar influir en lugar de medir, pierden su fundamento científico y d) normalmente, los intereses de los dueños de las consultoras que hacen encuestas, de los medios de comunicación y de la élite del 1% de los dueños de Chile, son, literalmente, los mismos.
La necesaria regulación
La trenza entre la encuestología y los medios de comunicación es lo suficientemente significativa, y peligrosa para la democracia, como para dejarla liberada de cualquier tipo de regulación y responsabilidad, como sucede hasta hoy.
La alucinante repetición, todos los lunes de los años 2014 a 2017, de la ventaja de Piñera en la encuesta CADEM, que los medios reciclaban como «las encuestas», es un ejemplo elocuente, que ahora mayores comentarios.
Una propuesta de modelo de regulación factible para los estudios de opinión cuantitativos, dedicados a la política, considera a restringirlos a tres o, cuanto mucho, cuatro fechas por año, sin restricción a ninguna empresa privada que desee hacerlo, eso sí, simultánea con un estudio cuantitativo de una institución pública confiable, como el propio INE, o la Universidad de Chile, a modo de ejemplo, con el fin de establecer un marco de referencia.
Un modelo de regulación alternativo podría consistir en la supresión de la futurología de las encuestas, mediante la proscripción de preguntas del tipo ¿quién prefiere usted como próximo presidente?; ¿quién cree usted que será el próximo presidente?; ¿cuáles son los políticos de mayor futuro?, ¿cuáles políticos son los mejor evaluados?.
¿Por qué?
En primer lugar, por lo ya señalado.
La función social correcta de las encuestas y otros estudios cuantitativos, consiste en medir, y no en predecir; porque apenas lo hace, altera el, e influye en, el universo en estudio, lo cual anula su validez, desde el punto de vista de la epistemología.
Y luego, porque la práctica ha mostrado sobradamente que esta desviación metodológica es el instrumento, por antonomasia, de la inducción, el condicionamiento y la manipulación del electorado.
Los que pueden pagar encuestas, y tienen medios de comunicación para difundirlas, disponen de una ventaja irremontable, que torna ilusorio el principio democrático de la igualdad competitiva.
En última instancia, regulación no es sino igualación de condiciones de competencia.
Ejemplos a la mano
Naturalmente, las dos encuestas perpetran alegremente la conducta en comento.
En el caso de Pulso Ciudadano, lo presenta así:
Plaza Pública, de CADEM lo proyecta bajo el formato de conocimiento y evaluación de los personajes políticos.
Este condicionamiento es tan efectivo, que en la última contienda presidencial, los tres principales candidatos, Sebastián Piñera, Alejandro Guillier y Beatriz Sánchez, lo fueron casi exclusivamente sobre la base de su desempeño en las encuestas.
Las exploraciones de Pulso Ciudadano
Debutante en el mercado, con solo dos encuestas hasta ahora, la encuesta Pulso Ciudadano de Activa Research, contiene algunas exploraciones de interés, respecto al comportamiento de los chilenos.
La percepción económica, 24,8% buena o muy buena; 30,3% mala o muy mala y 44% regular en marzo, dista mucho de la de un país satisfecho de su estrategia de desarrollo.
En la encuesta CADEM, el 58% opina que la economía chilena está estancada o retrocediendo, contra un 39%, que cree que está progresando.
En comparación con el año anterior, el 17,8% de la muestra de Pulso Ciudadano piensa que está mejor/mucho mejor, y un 341%, que está peor/mucho peor.
Sin embargo, la percepción de los encuestados cambia, cuando se trata del tiempo futuro.
La inveterada e irreductible ingenuidad de los chilenos aparece reflejada en la pregunta: pensando en el futuro, crees que la situación económica del país en un año estará…
mejor/mucho mejor 29,7%
peor/mucho peor 26,9%
En la pregunta sobre la situación económica personal dentro de un año: pensando en el futuro, crees que tu situación económica en un año estará…
mejor/mucho mejor 42,2%
peor/mucho peor 13,4%
El atributo también se manifiesta en la encuesta CADEM. A la pregunta ¿cómo se siente respecto al futuro del país?, la muestra respondió:
optimista/muy optimista 46%
pesimista/muy pesimista 27%
Despolitización y nihilismo
En otro plano, la encuesta Pulso Ciudadano muestra la profunda despolitización de la sociedad chilena.
El hecho que ante la pregunta sobre posición política, el 60,4% manifieste no tener ninguna, y el 50% afirme no sentirse identificado con ninguna coalición, es un dato que debiera preocupar seriamente, porque, como dijo Betrold Bretch, el pretendido apoliticismo es la más conservadora de las posiciones.
Este nihilismo también aflora en relación a la confianza sobre las instituciones del país.
El hecho de que, por lejos, la institución en la que más creen los chilenos, con un 85%, sea Bomberos, dice mucho sobre el particular.
A la inversa, que las AFP’s sean la institución menos creíble, con el -84,8%, confirma la negativa percepción que del sistema privado de pensiones tienen los chilenos.
En la salud se perfila el mismo fenómeno: el 21,7% de la muestra manifiesta confianza/mucha confianza en FONASA, contra un 43% de poca/nada confianza. Pero los resultados para las Isapres son apabullantes: 3,7% de confianza/mucha confianza contra 76,6% de poca/nada confianza.
El hecho de que la confianza en instituciones determinantes para el Estado de Derecho y la democracia representativa haya caído tan bajo, tales como los partidos políticos (-84,3%), Congreso Nacional (-79,6%), la Justicia (-81%) y, dentro de ella, la Corte Suprema (-71,1%), revela una larvada, pero profunda crisis política, que en algún minuto puede aflorar con imprevisibles consecuencias.
La marcada desconfianza en Fuerzas Armadas (-55,6%), Carabineros (-54,5%) y la Iglesia (-72,2%); en todos los casos, una caída respecto a la medición anterior, obedece, sin duda, a los escándalos de corrupción y abusos sexuales en que se han visto envueltos.
Llamativo es el caso de los medios de comunicación. El 15,5% de la muestra declaró confianza/mucha confianza en los noticieros de televisión, mientras que el 13,1% manifestó lo mismo respecto de la prensa: Sin embargo, el porcentaje de los que marcaron la opción poca/nada confianza, más que los triplica: -52,9 y -59,2, respectivamente.
Este dato confirma, a las claras, el aumento del desprestigio de los medios de comunicación, y por tanto, la pérdida de sentido de su función social. Desde esa óptica, el porcentaje de confianza, parece, todavía, mucho premio.
La despolitización de la sociedad chilena se perfila en otro dato: el 9,8% manifiesta confianza en la empresa privada, contra un 61,5% de desconfianza, mientras que el 21,7% tiene confianza en los bancos, contra un 48,2% de desconfianza.
En conjunto, el examen detenido de los datos de ambas encuestas muestra que los chilenos experimentan el malestar del neoliberalismo, pero, al menos por ahora, son incapaces de entenderlo, explicarlo, y menos aún, transformarlo.
Este solo dato prefigura la magnitud de la tarea.