El 29 de marzo de 1985, la compañía de teatro ICTUS presentaba “Primavera con una Esquina Rota”, adaptación colectiva de la novela homónima de Mario Benedetti que cuenta la historia de un padre exiliado que tenía un hijo preso por razones políticas en medio de la dictadura uruguaya.
En la obra actuaba Roberto Parada, padre de José Manuel Parada, cuando, en el intermedio, se enteró del caso Degollados.
Pese al dolor, Parada decidió seguir adelante con la función y ofreció un estremecedor acto donde, de forma casi inverosímil, las líneas calzaban de forma exacta con lo que él mismo vivía en ese momento.
En marzo de 1985, y tras nueve meses de funciones, los miembros de la compañía ICTUS fueron sacudidos por un hecho político de macabras características: el secuestro y posterior asesinato por degollamiento de tres militantes comunistas a manos de un grupo de carabineros, conocido como el “caso Degollados”.
Una de las víctimas era el joven sociólogo José Manuel Parada, de 36 años, hijo del veterano actor Roberto Parada, uno de los protagonistas de pieza teatral del ICTUS.
Roberto se entera de la muerte de su hijo durante el intermedio de la obra, y pese a ello y a la insistencia de sus compañeros actores, que intentaron convencerlo de suspender la función, Roberto decidió salir a escena y, como relatan sus colegas, actuó magníficamente.
Estaba en escena la noche del sábado 29 de marzo de 1985, representando en el Ictus Primavera con una esquina rota, de Mario Benedetti, en la que interpretaba a un padre cuyo hijo estaba preso, cuando se paró en el medio del escenario y, con su voz sobrecogedora y un llanto que le venía desde el fondo de las entrañas, gritó:
“¡Mataron a mi hermoso hijo!”
Luego secó sus lágrimas, rogó a los espectadores que le disculpasen por haberse dejado llevar por la emoción de un sentimiento íntimo, y retornó a su rol.
En enero de 1986,-diez meses después-, pasó a representar a un maestro que es testigo del secuestro de un alumno, en la obra Lo que está en el aire de Carlos Cerda (El actor también había sido su alumno en el Instituto Nacional).
Era difícil para los espectadores separar la ficción de la realidad, cuando Parada exclamaba “¡No descansaré hasta saber la verdad.! ¡La verdad!”
La situación parece inverosímil, pero real. Comenzando el segundo acto el personaje de Roberto, Rafael, decía:
“Cuando revientan a un militante, como fue el caso de mi hijo y arrojan a su familia al exilio involuntario… ¡Desgarran el tiempo! ¡Trastruecan la historia! No sólo para ese mínimo clan, sino que corrompen los cimientos de toda la sociedad”.
La sala del ICTUS estaba llena, pero conforme fue avanzando la obra, la sala se fue atiborrando de gente; amigos y cercanos que, tras correrse la voz de la muerte de José Manuel, decidieron salir de sus casas e ir a acompañar a Roberto.
Una situación única e irrepetible, donde ficción y realidad se cruzaron de manera sorprendente.
Un hito emocionante que entrega un testimonio de coraje y compromiso de un actor con su arte y describe claramente un momento trágico de nuestra historia.
Fuente: El Desconcierto