En su afán de promover una intervención foránea en Venezuela, el mediocre escritor que hoy ocupa la Cancillería en Chile, Roberto Ampuero, tan mentiroso como el que lo puso en en cargo, declaró, sin que se le moviera un músculo de un rostro de suyo pétreo, que Chile nunca ha recibido instrucciones de los Estados Unidos.
Luego que el canciller venezolano, Jorge Arreaza aseguró que «Sebastián Piñera vendió su soberanía y su autonomía a Washington al reconocer al autoproclamado Juan Guaidó como presidente encargado», Ampuero se despachó este galimatías incomprensible:
«Chile nunca ha recibido instrucciones de Estados Unidos ni de nadie. Chile no aceptaría instrucciones. Chile está en diálogo permanente con todos los países del Grupo de Lima, y cuando abordan los temas se hacen intercambios de opiniones. Cada país expresa su visión y se articula esa visión. Algunas veces habrá plena coincidencia, en otras no, pero se avanza en esas que se coincide».
Agregó que el diálogo con Estados Unidos es «permanente» y a nivel diplomático:
«Tenemos un contacto permanente con el Departamento de Estado, en el caso de Estados Unidos, con la gente que es del Consejo de Seguridad. Pero así como tenemos la relación permanente con Estados Unidos, la tenemos también con otros países a través de WhatsApp o celular directo en contacto con los cancilleres. Nadie llama a otro dándole instrucciones, nadie aceptaría instrucciones».
La historia demuestra que la verdad es muy diferente
Miles de documentos confirman que EEUU orquestó el golpe de Pinochet en 1973
Más de 20.000 documentos desclasificados en Estados Unidos, que confirman que este país instó y apoyó el golpe de Estado de Augusto Pinochet en 1973, fueron entregados este miércoles a Chile, en cuya capital, Santiago, se incorporarán a la base de datos del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.
Los documentos, que fueron entregados al museo por el director del Chile Documentation Project del National Archive de la Universidad George Washington, Peter Kornbluh, recogen «de forma muy clara» la intervención de Estados Unidos en el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 y su apoyo al régimen militar.
Entre otros archivos, la documentación recoge una conversación que mantuvieron en junio de 1976 en Santiago el general Pinochet y el consejero de Seguridad Nacional y posterior Secretario de Estado durante la presidencia de Richard Nixon (1964-1974), Henry Kissinger, en la que éste le traslada su apoyo.
«Deseamos que el suyo sea un gobierno próspero. Queremos ayudarle y no obstruir su labor», dijo Kissinger a Pinochet, minutos antes de pronunciar un discurso sobre Derechos Humanos ante la Organización de Estados Americanos (OEA).
«Está siendo víctima de todos los grupos de izquierda del mundo y su mayor pecado no ha sido otro que el de derrocar un gobierno que se convierte al comunismo», añadió.
Según Kornbluh, Kissinger «era el arquitecto del programa que intentó derrocar a Allende entre 1970 y 1973».
«Él era la persona más responsable de ayudar económica y militarmente a Pinochet a consolidar su régimen», aseguró.
Kornbluh, que es autor de varios libros sobre la dictadura chilena, el más reciente «The Pinochet File: A Declassified Dossier on Atrocity and Accountability», ha jugado un papel importante en la campaña que ha permitido desclasificar los archivos secretos del Gobierno de Estados Unidos.
De los casi 24.000 documentos entregados a Chile, 2.000 son de la Central de Inteligencia Americana (CIA) que, según rezan los escritos, ya desde 1971, dos años antes del golpe, presionó a favor de un golpe de Estadocontra el Gobierno de Salvador Allende.
El material entregado, ordenado en cuatro colecciones, incluye transcripciones de algunas de las conversaciones telefónicas que mantuvo Kissinger, y que posteriormente robó, así como información de cómo Pinochet y el ex jefe de la policía secreta (DINA), Manuel Contreras, intentaron encubrir el atentado al ex canciller Orlando Letelier, cometido en Washington en septiembre de 1976.
Según Kornbluh, estos documentos podrían ayudar en los procesos judiciales abiertos actualmente sobre crímenes contra los derechos humanos cometidos durante la dictadura, además de contribuir al «veredicto de la Historia» y a educar a la próxima generación.
Tras una detallada presentación de los documentos, que fueron mostrados a los periodistas, Kornbluh instó a los gobiernos a promover leyes de transparencia y a empujar por la desclasificación de este tipo de archivos.
Fuente: El Mundo