Sebastián Edwards argumenta, en columna del domingo de vuestro periódico, la irrelevancia de Marx.
Lo hace a partir de una lista de supermercado de presuntos errores del autor alemán. Si hubiese dicho que estaba equivocado, dado que la mayor parte de los autores lo están en un importante porcentaje de sus aseveraciones, sería menos grave. Pero decir que es irrelevante por la crisis de los socialismos es como decir que Cristo carece ya de sentido histórico por la corrupción moral de la Iglesia.
Edwards es un provocador y habrá que entender que extrema un argumento para llamar la atención. El problema es que además es un académico y forzar el argumento es aceptable, pero torcer la realidad (que sí existe y no es una opinión) no resulta tolerable.
Resumiré la «irrelevancia» de Marx: la palabra «capital» existía, pero significaba algo parecido a «stock». Cuando hoy el señor Edwards, asesorando a un cliente, le explica que le falta capital, lo está haciendo en el uso de Marx.
La palabra «capitalismo» no existía, la inventó Marx para explicar la sociedad que venía. Cuando creó el concepto, solo 80.000 trabajadores en cinco ciudades del mundo trabajaban en estructuras que podemos asimilar a la industria capitalista. Y con esa muestra Marx diseñó su teoría.
Si esa lucidez extrema le ha permitido competir con argumentos de cien años después sobre los desafíos y problemáticas del capitalismo, no implica que exista la posibilidad de que quienes escribieron cien años después puedan tener un argumento algo más fino.
Respecto de la caída del capitalismo, predijo que las contradicciones de clases producirían olas de malestar social que podían ponerlo en riesgo, al tiempo que señaló que había contradicciones internas en el funcionamiento del capitalismo que suponían crisis regulares por solo el exceso de especulación y por la propia voracidad de los capitalistas.
Como en estos años ha habido, en el mundo del señor Edwards, muchos seminarios sobre cómo cuidar al capitalismo de los capitalistas, le recuerdo que ese es un argumento marxista.
Que haya gente que crea que la tasa de ganancia decreciente es un argumento de Marx, pues bien, es cierto que eso pasa, pero que no se preocupe el señor Edwards, esa gente está equivocada y punto, pero no implica que Marx es irrelevante.
Le cuento que por lo demás en una nota al pie señaló Marx que hay que poner atención a las posibles vinculaciones entre capitalismo y protestantismo, adelantándose más de cincuenta años al extraordinario libro de Weber.
Respecto de la verdadera máquina de crisis que implica la financiarización y en relación con este mismo proceso, donde los bienes dejan de ser la clave del funcionamiento del capitalismo y pasa a ser el dinero en su conversión en capital, cuestión vigente hoy mismo, visible en su periódico y más aún en su conexión por internet con las bolsas de comercio; ese también es un argumento marxista.
Respecto de la según Sebastián Edwards defenestrada teoría del valor de Marx, lo cierto es que obligó a los seguidores de los economistas clásicos a desentenderse de una teoría del precio objetiva y pasar a una subjetiva.
Para una economía que intentaba situarse como positivista y ajena al subjetivismo, fue una derrota enorme que hasta hoy pesa sobre vuestros hombros.
Que Edwards no haya nombrado a Piketty en su evaluación, quien analizó con datos las predicciones de Marx y quien despejó las aseveraciones que sí se han cumplido de las que no, es una señal de grave deshonestidad, porque no creo que se le haya olvidado el autor más influyente de la economía en varias décadas.
De todos modos, Edwards solo escribió una columna y seguramente tiene un argumento más elaborado académicamente. Por eso, lo dejo invitado como expositor a la mesa que dirijo en el Seminario «Marx, habitante de tres siglos» de la Universidad de Santiago, donde ya está confirmada la participación del importante intelectual liberal Arturo Fontaine y donde Edwards, en un escenario cómodo y respetuoso, podrá plantear que Marx es solo habitante de unos dos siglos y no de tres, que según entiendo es su argumento.
De cualquier modo le aconsejo usar palabras más precisas.
Siendo Edwards además afín a la literatura, es un consejo que le parecerá adecuado, ya que seguramente quiso decir que Marx no estaba vigente, porque es hacia donde van sus argumentos; no que era irrelevante.
Porque decir que alguien que cambió la historiografía, la filosofía, que hizo sociología antes que existiera, que cambió la economía tal y como se hacía, que estructuró intelectualmente los movimientos sociales de primera generación (sindicalismo), que modificó políticamente la historia del siglo siguiente a su obra, cuyas ideas enloquecieron de ira a las grandes potencias por décadas, que incluso fue el horror de la Junta de Gobierno chilena («extirpar el cáncer marxista»); se puede sobre alguien así decir muchas cosas, pero que sea irrelevante es, por decirlo con elegancia, algo impreciso.
(*) Académico Universidad de Santiago
Fuente: El Mercurio