por Borgis Lohan (*).
En estos días en que en Chile han vuelto a la palestra arduos debates en torno a nuestra historia reciente, en torno a la memoria, en torno a los DDHH, en torno a la resistencia contra la dictadura, siendo dividida esta por algunos políticos en resistencia buena, la que ganó por la raya de un lapiz, y otra en resistencia mala, de terroristas y violentistas, creo que es bueno, dejar de lado tanta liviandad, y dedicarse a estudiar la historia con algo mas de profundidad.
La palabra, y la idea del tiranicidio, son tan antiguas como las injusticias sociales que han sufrido los pueblos a lo largo de la historia humana.
El tiranicidio es una palabra que significa darle muerte al tirano; es decir, al gobernante o dirigente que ha dejado su rol de líder y protector de sus gobernados y que se ha convertido en déspota o criminal.
Es un término que viene de la Antigua Grecia.
En Atenas, la muerte de Hiparco, tirano junto con su hermano Hipias, fue vista como una liberación y sus autores elevados a la categoría de héroes.
Santo Tomás indica en su “Gobierno de los Príncipes” que el Tirano es quien desprecia el bien común y busca el bien privado; “se ha de proceder contra la maldad del tirano por autoridad publica”. Sin embargo es cauto al aprobar o desaprobar el tiranicidio, al decir: ”cuando la tiranía es en exceso intolerable, algunos piensan que es virtud de fortaleza el matar al tirano”-
Sin lugar a dudas, el teórico más destacado sobre el tiranicidio fue el jesuita español Juan de Mariana con su obra De rege et regis institutione (Toledo, 1599). Allí él califica de tiranos a figuras históricas como Alejandro Magno o Julio César, y argumenta que está justificado que cualquier ciudadano asesine al que tiranice a la sociedad civil, considerando actos de tiranía, entre otros, el establecer impuestos sin el consentimiento del pueblo, o impedir que se reúna un parlamento libremente elegido.
Estos debates en torno al tiranicidio son posiblemente uno de los precedentes intelectuales de las revoluciones burguesas, inspiradas en el liberalismo clásico, al permitir moralmente el derecho de rebelión contra un poder opresivo, e incluso el regicidio, o muerte del rey, en particular por la Revolución francesa.
El tiranicidio es también uno de los tópicos de la Independencia de Estados Unidos, que incluye algunas anécdotas sobre apologías a eliminar a los tiranos. Como ejemplo está aquella frase atribuida a Thomas Jefferson:
«El árbol de la libertad debe ser regado con la sangre de los patriotas y de los tiranos».
Y también se refleja en la La sugerencia de Benjamin Franklin, para el Gran Sello de los Estados Unidos, ya que incluía la frase «Rebellion to Tyrants is Obedience to God» («La Rebelión a los Tiranos es Obediencia a Dios”).
Otro ejemplo clásico de tiranicidio en la historia occidental , es el fracasado atentado contra Hitler en la Alemania nazi, el 20 de Julio de 1944.
El fascismo hitleriano fue una forma de dominación de la gran burguesía, fue precisamente la dictadura terrorista abierta de los sectores más reaccionarios y agresivos del imperialismo alemán, es decir especialmente de aquellos actores del capital monopolista y financiero que estaban ligados más estrechamente al rearme, la guerra y la expansión colonial.
El objetivo político principal del fascismo alemán, como Hitler lo proclamara antes de 1933 reiteradamente y se comprobara en la practica política después del 30 de Enero de 1933, era la destrucción del “marxismo”, es decir del movimiento obrero como organización y como fuerza política y espiritual. De ahí que es natural que el terror fascista se dirigió sobre todo y con especial fuerza contra comunistas y socialistas; y por este motivo fueron ellos los primeros en organizar la resistencia.
Esta resistencia fue hasta la derrota del sistema fascista en 1945 la más multifacética, de mayores sacrificios y la más consecuente, porque no se dirigía sólo contra las formas aisladas y los excesos del sistema, sino que, por principio contra las bases y objetivos principales del régimen nazi.
Por otro lado la mayor parte de las fuerzas burguesas se colocaron, a mas tardar en 1933, y con gran entusiasmo, al lado del fascismo. Esto era válido tanto para las capas medias como para la inteligencia, y la iglesia. En cuanto a la industria, la banca, militares y altos funcionarios, estos fueron desde un principio aliados del partido nacional-socialista, fueron su apoyo político y la fuerza motriz del sistema.
Mientras la dictadura hacia exactamente lo que se esperaba de ella, es decir, estabilizar la economía, tener controlado el movimiento obrero, fortalecer el poderío militar, romper las cadenas del Pacto de Versailles, y dar paso a una poderosa política expansionista, no se podía esperar de estos círculos burgueses una resistencia antifascista.
Si bien había opiniones divergentes dentro de los grupos mencionados en cuanto al mejor camino y los medios mas efectivos, tambien, en parte, existió antipatía por el carácter plebeyo del partido obrero nacionalsocialista, sin embargo no hubo una real resistencia por parte de los militares, del sector económico y de los altos funcionarios.
Para estos grupos la situación cambió al hacerse visible que la política del sistema conduciría, con alta probabilidad, a una catástrofe. Empezaron entonces una serie de intentos por imponer una política mas realista, por lo tanto mas efectiva, tratando de influenciar al gobierno de Hitler. Finalmente, al fallar todos estos métodos, planificaron el asesinato de Hitler y el derrocamiento del gobierno.
De estos grupo surgió un movimiento compuesto por militares, terratenientes, industriales y altos funcionarios de gobierno, algunos de los cuales pertenecían a la rancia aristocracia alemana, el que el día 20 de Julio de 1944 llevó a oficiales del ejercito alemán a intentar eliminar a Hitler mediante un atentado dinamitero.
Dentro de este se perfilan dos grupos:
El primero es dirigido por Carl Goerdeler, alcalde de Leipzig, quien estaba dispuesto a eliminar a Hitler, debido a que éste no respondía a su ideal de estado para Alemania, es decir, un estado de profundo corte prusiano.
Junto a Goerdeler estaban, entre otros, los generales Fritsch y Beck.
Su crítica se refiere sobre todo al hecho de que el éxito de la política ha sido puesto en peligro por una dirección ineficiente y aventurera en lo político y en lo militar.
Carl Goerdeler, en un morando del 26 de marzo de 1943 habla de la necesidad de mantener las fronteras del Reich de 1914, de instaurar una monarquía autoritaria, para asegurar una política interna y externa fuerte y sin variaciones, y lograr un tratado de paz solo con las fuerzas occidentales para que “todas las fuerzas bélicas del pueblo alemán puedan concentrarse contra el Este”.
Para el segundo grupo de este movimiento, el “circulo de Kreisau”, este programa era inaceptable y motivó el rechazo de la propuesta candidatura de Goerdeler como Canciller del Reich, una vez consumido el atentado y derrocamiento del gobierno.
El Circulo de Kreisau estipulaba como absolutamente necesario acabar con la falta de libertad de pensamiento y expresión, así como de establecer el reconocimiento de la dignidad inviolable de la persona humana, como fundamento del orden de justicia a que ellos aspiraban.
Delimitándose largamente frente al grupo de Goerdeler, este grupo exigía la responsabilidad política personal, así como la participación en la autoadministración a crearse.
Dirigentes destacados de este grupo son el conde Claus Schenck von Stauffenberg, quien llevó a cabo personalmente el atentado del 20 de Julio de 1944; el conde Helmuth Jame von Moltke, hombre de ideas cristianas y socialistas y destacados socialdemócratas como Bruno Leuschner y el Dr. Julius Leber, los que en el seno del “Circulo de Kreisau” señalaban la necesidad de un tratado de paz inmediato, el trabajo en conjunto con los comunistas y la formación de un nuevo Frente Popular sobre la base de “todas las fuerzas sociales y democráticas” en la Alemania post-Hitler.
Hay varios testimonios en cuanto a la disposición a tomar medidas drásticas contra Hitler y su régimen de terror.
Así el capitán general de apellido Beck apreciaba “una falta de grandeza y de conocimiento de las tareas cuando, en estos tiempo, un soldado de alto rango solo ve sus obligaciones y tareas dentro del estrecho margen de las órdenes militares, sin tomar conciencia de su mayor responsabilidad frente a todo su pueblo. Tiempos extraordinarios exigen actos extraordinarios“.
Aun cuando los participantes del “Circulo de Kreisau” no veían su principal tarea en la eliminación del régimen, y acentuaban su preocupación en la elaboración de las lineas programáticas de lo que se construiría después del derrocamiento del fascismo, llegaron a la conclusión que el levantamiento debía llevarse a cabo.
Efectivamente la situación en los años 1942/1943 había empeorado debido a que los aliados occidentales no estaban dispuestos a continuar las conversaciones con los personeros de la oposición antifascista, pertenecientes a los grupos arriba mencionados, adoptando la resolución de exigir la capitulación total de Hitler frente a occidente y también frente al Este.
De este modo el “Circulo de Kreisau” llega a la conclusión que el levantamiento debe realizarse simplemente por razones de conciencia.También, a pesar de la falta de apoyo desde el exterior, el Mariscal de Campo Henning von Treschkow afirmaba:
”El atentado contra Hitler debe llevarse a cabo, a cualquier precio. Si no resulta, de todas formas debe intentarse el golpe de estado, porque ya no se trata del objetivo práctico, sino del hecho que el movimiento de resistencia alemana se ha jugado decisivamente ante el mundo y ante la historia, arriesgando sus vidas. Todo lo demás no tiene importancia”.
Tambien von Stauffenberg se pronuncio en este sentido:
“Hay que actuar, cueste lo que cueste”.
Resumiendo se puede decir que los móviles de estos líderes de emprender, a pesar de todo, el levantamiento contra Hitler y su régimen, surgían de la esperanza que, resultando su acción demostrarían al mundo que aún bajo las difíciles circunstancias y la falta de apoyo del exterior, había sido posible llevar a cabo un cambio organizado y materializado por los alemanes que conduciría a un estado de justicia y orden.
En el caso que su plan fracasara, de todos modos sería una demostración de que el pueblo alemán, en su conjunto, no era idéntico al nacionalsocialismo.
Todos los preparativos culminaron el dia 20 de Julio de 1944, con la acción denominada “Walkiria”.
El coronel Claus Schenck von Stauffenberg, que había encabezado las actividades preparatorias, y , siendo el hombre mas activo asumió la responsabilidad de introducir al cuartel general de Hitler en Berlin una bomba con el objetivo de eliminarlo y crear así las condiciones para el derrocamiento del régimen nazi.
Este plan fracasó. Si bien los conspiradores se tomaron el poder en Berlin y en algunos mandos de los ejércitos de ocupación, como por ejemplo en Francia, estos fueron rápidamente dominados y apresados, al saberse que Hitler se había salvado con heridas menores.
El conde coronel von Stauffenberg y sus más cercanos colaboradores fueron ejecutados inmediatamente. Más de ciento cuarenta hombres, civiles, militares, religiosos, católicos y protestantes, socialistas y comunistas y hombres sin militancia fueron asesinados y ahorcados bestialmente.
El éxito del atentado contra Hitler, la formación de un gobierno no-nazi y la unidad de la resistencia organizada habría llevado al término de la guerra antes del derrumbe total, lo que habría significado salvar la vida a millones de hombres de los países ocupados y de la misma Alemania.
Finalmente es necesario hacer mención de un informe titulado “La oposición militar contra Hitler y el derecho a la resistencia”, en el que el Presidente de la Corte Suprema alemana, después de 1945, Hermann Weinkauff escribe:
“El derecho a la resistencia contra el gobernante que quiebra el derecho, siempre estuvo presente en la legislación occidental. Solo en la primera mitad del siglo XIX se perdió el reconocimiento teórico del derecho a la resistencia en las leyes alemanas, lo que tiene que ver con el positivismo en las leyes y con el hecho que en el estado de derecho de fines del siglo XIX y a principios del XX no había espacio, ni motivo aparente para la existencia del derecho a la resistencia.
Al irrumpir el nacionalsocialismo con todas sus injusticias y crímenes, el pueblo alemán se vió enfrentado a principios tales como “la ley es la ley”, y “una orden es una orden”. La obediencia a esa tipo de principios aceleró la caída al abismo de injusticia y a los crímenes, y demostró que el derecho a la resistencia es una cuestión fundamental del Derecho. El derecho a la resistencia significa emplear un último medio extremo contra una injusticia estatal extrema que no puede combatirse de otra forma. Relacionado con el derecho a la resistencia está la idea de la defensa propia y la idea de castigar a aquél que no presta ayuda en caso de desgracia o peligro general, siendo este su deber.
El derecho a la resistencia contra el gobernante que quebranta la ley se basa en que ningún legislador humano es omnipotente desde el punto de vista de la ley. Por ello , si el gobernante amenaza y destruye planificadamente la vida, la libertad, la propiedad de los ciudadanos, los obliga a trabajos eclavizados, se los excluye de la participación y configuración del estado, si utiliza la violencia y la cohesión de la conciencia, si crea un ambiente de terror, miedo, amenazas y de mentiras para mantener su poder; entonces éste actúa profundamente en contra de la ley.
Al transformarse en tirano, apropiándose del poder total e ilimitado sobre los hombres, pierde mil veces todo derecho a la obediencia y sumisión, entonces se justifica y se exige la resistencia, resistencia pasiva, activa y de ser necesario, la resistencia violenta. De no existir otro medio, también entonces, es válido la muerte del tirano. En este caso no tiene el carácter de asesinato, sino el carácter de ajusticiamiento legal del criminal”.
En Alemania se conmemoran año a año los héroes de la resistencia contra Hitler.
El 20 de julio de 1983, el Ministro Federal de Relaciones Interalemanas, en un acto de conmemorar el atentado del 20 de julio de 1944, dijo:
”La resistencia luchó contra el estado nacionalsocialista, porqué éste oprimió la libertad y la dignidad humana, Los hombres y mujeres de la resistencia se comprendían como patriotas, porque aspiraban a la libertad y la dignidad humana como los valores mas altos de la sociedad. Con ello continuaron una antigua tradición en Alemania, en especial la del movimiento de liberación nacional, que fracasó en 1848, pero no esta olvidada.
Los principios de nuestra constitución contienen los motivos y metas de la resistencia contra la dictadura de Hitler: libertad, justicia, dignidad humana, justicia social y tolerancia como los valores decisivos de un orden estatal. Las mujeres y los hombres de la resistencia avalan esta tradición de valores, gracias a la cual la confianza en si mismo, de nuestro pueblo comienza a crecer nuevamente. Ellos avalaron con su vida la confiabilidad e irrenunciabilidad de estos valores. El que debe tomar decisiones políticas agradece al destino , poder guiarse, en caso de dudas, por los valores de estos hombres y mujeres.”.
(*) Socióloga.
30/8/2018