por Oscar Azócar (*).
En noviembre del año pasado se inauguró en la Biblioteca Nacional un archivo digitalizado de la Fundación Patricio Aylwin, con documentos del ex mandatario y de la historia de ese partido (1). La crónica de El Mercurio (14 enero 2018) destaca del archivo que durante la discusión entablada en 1969 en la Democracia Cristiana sobre cual sería su posición en las elecciones presidenciales de 1970, Aylwin rechazó la alianza con los comunistas.
El diario enumera además las opiniones contrarias al gobierno de la Unidad Popular, en su sempiterno propósito de justificar el golpe de estado.
La discusión sobre las alianzas en la DC está hoy absolutamente vigente, pues luego que la derecha y el sector conservador democratacristiano dividieron la Nueva Mayoría al imponer una candidatura presidencial aparte, favoreciendo con ello la victoria de Piñera, ahora intensifican su ofensiva para consumar la separación de la DC de la centroizquierda, tratando de establecer acuerdos del PDC con Chile Vamos.
El anticomunismo en la DC
El anticomunismo en la DC no es novedoso. Augusto Varas (Prólogo de “El Partido Comunista de Chile. Una historia presente”, Catalonia, 2010) señala:
“El anticomunismo de la DC se expresó tempranamente a través de su principal líder y constructor institucional”.
Apoya su afirmación en el registro histórico de George Greyson (El Partido Demócrata Cristiano Chileno, George Greyson, Editorial Francisco de Aguirre, 1968), quien comentando las relaciones entre Juan Antonio Ríos y Eduardo Frei Montalva en 1941, en la fase de construcción partidaria de la Falange, reconoce:
“Ríos era abiertamente anticomunista, como lo era Frei (…) Este anticomunismo persistió a través de las décadas haciéndose cada vez más patente a medida que la DC iniciaba su fase ascendente y autónoma de centro”.
Según Varas, la DC tenía tendencia a “una política de alianzas sin compromisos permanentes con otras fuerzas, y sin comprometer su autonomía”, lo cual se resume en su tesis del “camino propio”.
Sin embargo, el ingreso en la “guerra fría” impuesta por el gobierno de Estados Unidos después de la II Guerra Mundial, agudizó la disputa entre la DC y el PC. Luego, a fines de los años 50 e inicios de los 60, la DC fue cooptada por la estrategia norteamericana de la Alianza para el Progreso, cuyo objetivo era levantar una barrera de contención ante la Revolución Cubana y el crecimiento del movimiento popular en América Latina.
Más tarde, durante la Unidad Popular, la DC dejó de lado el “camino propio”, y se alió con la derecha para derrocar al gobierno de Salvador Allende, conformando posteriormente la Concertación bajo el diseño de exclusión del PCCh, en el marco de la transición pactada con la dictadura.
Sin embargo, la Democracia Cristiana alberga históricamente corrientes conservadoras y progresistas. Como recuerda Varas, la Falange en 1948 se opuso a la proscripción del PC, y en 1946 el presidente de la Falange, Pedro Rodriguez, señalaba a Bélgica, Italia, Austria, y Alemania, como ejemplos de países en que “partidos católicos integran gobiernos con partidos comunistas, sin mengua de su doctrina”.
Por su parte, en su primera etapa, el gobierno democratacristiano de Eduardo Frei Montalva, tuvo un impulso reformista y contribuyó al proceso de organización y participación social y política de los campesinos, pobladores y estudiantes.
El debate en 1969
Respecto del debate de 1969 aludido en El Mercurio, en la época cursaba una tendencia anticapitalista mayoritaria, que se expresó también al interior del PDC como una amplia corriente partidaria de una “vía no capitalista de desarrollo”.
En la Junta Nacional del partido, realizada el 2 de mayo de 1969, hubo una fuerte discusión respecto de las decisiones que se debían adoptar en las elecciones presidenciales de 1970, en la que ganó por estrecho márgen la tesis del camino propio, después que el propio Frei se viera obligado a intervenir para derrotar la posición favorable a la alianza electoral con la izquierda.
Ignacio Gonzalez Camus dice:
“Se impuso la tesis de pronunciarse por un candidato propio y un programa netamente democratacristiano para la elección presidencial de 1970. En cambio, la posición de la mesa directiva que presidía Fuentealba, apoyada por rebeldes, terceristas y tomicistas, propiciaba la unidad con los partidos de izquierda para ese comicio, con un abanderado que no necesariamente tenía que pertenecer al partido.
Tomic no aceptó ser nominado de inmediato como candidato, pese al clamor de la asamblea, que se lo pedía. Indicó, apasionadamente, que si aceptaba en ese momento una candidatura, estaría ofendiendo a los partidos populares, ya que significaría imponerse como cabeza de una posible unidad popular”. (Renán Fuentealba. En la génesis de la Concertación. Ignacio Gonzalez Camus, Catalonia, 2007)
Como consecuencia de la decisión adoptada por la Junta Nacional se produjo el desprendimiento del Mapu, y luego, durante el gobierno popular, cuando la dirección derechista del PDC negó la posibilidad de entendimiento con la Unidad Popular, hubo un nuevo desprendimiento que dió origen a la Izquierda Cristiana.
Hasta 1971, las relaciones entre la Unidad Popular y la DC estuvieron marcadas positivamente por la directiva progresista del PDC. Cuando se produjo la victoria de la Unidad Popular el 4 de septiembre de 1970, la DC votó a favor de la asunción de Salvador Allende en el Congreso Pleno, y luego hubo una actitud de colaboración con el Presidente Allende en la implementación de importantes realizaciones del programa de la UP.
La DC y la derecha juntas en la CODE
Lamentablemente, el acontecimiento que marcó un viraje en la conducta política del PDC hacia el gobierno de la Unidad Popular, fue el asesinato del dirigente DC Edmundo Perez Zujovic a mediados de 1971, ejecutado por un grupo de ultraizquierda llamado Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP).
La acción criminal, que la maquinaria mediática golpista se encargó de amplificar, impactó fuertemente en el pueblo democratacristiano generando animosidad hacia la Unidad Popular, aunque el gobierno de Allende actuó con rapidez y eficiencia para detener a los responsables y era evidente que el atentado solo favorecía a los planes desestabilizadores y golpistas.
El crímen tuvo cierta semejanza con el del dirigente DC italiano Aldo Moro en 1976, quien lideraba el sector partidario del “compromiso histórico” y de la participación conjunta de comunistas y democratacristianos en el gobierno, que desde 1948 permanecía vetado por los norteamericanos.
Joan Garcés afirma:
“Detrás del asesinato de Aldo Moro en 1976 aparecen tentáculos que conducen hacia un compañero de partido de Aldo Moro –Giulio Andreotti-, contrario a un acuerdo con el PC de Italia”. (Intervención de Joan Garcés en el acto de homenaje a Salvador Allende el 8 de septiembre de 1993, en la Casa América, Madrid, España).
Según diversos analistas, los hilos del crimen de Perez Zujovic conducían también, igual que en Italia, a los servicios de inteligencia norteamericanos.
Sin embargo, más allá de ese crimen, Garcés sostiene que lo principal era que “en octubre de 1970 la dirección del Partido Demócrata Cristiano que firma un acuerdo con Allende, y le vota Presidente en el Congreso, es una Dirección Nacional que responde a los intereses nacionales, y tres años después la dirección DC está en manos de personas que responden a directrices externas a Chile, a intereses estratégicos ajenos a los chilenos. Ese es el punto clave (…) Son más bien los intereses de un sector de la DC italiana que estaba integrada en el sistema de poder de norteamericano en Europa, sistema que era común al sistema de poder sobre América Latina”.
Se crearon condiciones para la alianza de la DC con la derecha, formalizada en la constitución de la llamada Confederación Democrática, CODE, cuyas actividades estuvieron insertas en la estrategia desestabilizadora y golpista impulsada por el gobierno de Nixon.
Entonces, después que la Unidad Popular obtuvo el 44% de la votación en las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, aumentando su votación desde 1970, la CODE votó el 22 de agosto de 1973 en la Cámara de Diputados –que estaba encabezada por la DC- el acuerdo que abrió paso al golpe de estado.
El acuerdo llamaba explícitamente a “los señores Ministros del Estado miembros de las Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros” a “poner inmediato término a todas las situaciones (…) que infringen la Constitución y las leyes, con el fin de encauzar la acción gubernativa por las vías del Derecho y asegurar el orden constitucional de nuestra patria y las bases esenciales de convivencia democrática entre los chilenos”.
Refiriéndose a este acuerdo, Renán Fuentealba (Entrevista en el diario El Día, Coquimbo, 11 de septiembre de 2013), señaló:
“Los militares no querían dar el golpe si la democracia cristiana no les daba luz verde y la luz verde fue el acuerdo de la Cámara de Diputados (…) estaba la frase de Aylwin (Patricio) que dijo que hay que pasar de las palabras a los hechos y no hay que dejarles pasar ninguna más. Yo me pregunté esa vez, si nosotros habíamos hecho todo, que significa eso de pasar de las palabras a los hechos. Era bastante claro el asunto, había que pasar al golpe militar y al derrocamiento de Allende”.
Recuperar la memoria histórica es un imperativo ético para establecer la verdad, y para no repetir las experiencias nefastas del pasado.
Como decía Radomiro Tomic, cuando se gana con la derecha es la derecha la que gana.
Es de esperar que la mayoría del PDC, que ha respaldado las reformas impulsadas por la Nueva Mayoría, sea capaz de imponer su rechazo a la derecha.
(*) Sociólogo
(1) Este análisis está ampliamente documentado por diversas fuentes, entre ellas opiniones de dirigentes democratacristianos como Andrés Aylwin, Radomiro Tomic, Bernardo Leighton, los archivos desclasificados del senado norteamericano, y otros.