por Vijay Prashad (*).
Es como imaginar una gran bandera roja ondeando en la cima del Monte Everest. Eso es lo que el resultado de las elecciones parlamentarias y provinciales en Nepal sugiere. Los comunistas han ganado ambas ampliamente. En el Parlamento, la alianza comunista tendrá casi una mayoría de dos tercios.
El gobierno que constituya esa mayoría no solo será capaz de durar los cinco año de legislatura, algo inaudito en Nepal desde que adoptó la democracia parlamentaria en 1990, sino que podrá reformar la Constitución de 2015.
Los resultados parlamentarios y provinciales muestran que los comunistas ganaron en todo el país, tanto en el campo como en las ciudades. A pesar de su fuerte mandato para aplicar su programa, el probable primer ministro KP Oli se ha mostrado cauto:
“Hemos visto en el pasado que la victoria a menudo tiende a hacer a los partidos arrogante. Existe el temor de que el Estado sea opresivo. Los ganadores tienden a ser indiferentes ante sus responsabilidades”. Pero ello no ocurrirá con un gobierno comunista, dijo Oli.
¿Qué permitió a los comunistas ganar de manera tan concluyente?
El partido gobernante, el Congreso de Nepal, fue sacudido por escándalos de corrupción, luchas internas y la falta de un proyecto de país. En 2015-16, cuando el gobierno de la India cerró sus fronteras con Nepal, el Congreso no podía encontrar las palabras para condenar la India. Los comunistas, en particular Oli, no se contuvieron.
La sensibilidad nacionalista erosionó el apoyo al Congreso a favor de los comunistas. Pero además, el Congreso se presentó a las elecciones con una alianza incoherente, improvisando una coalición que incluía a los partidos madhesis (representantes de las minorías nacionales) y monárquicos. Era una alianza sin atractivo para la gente.
Los comunistas, por el contrario, hicieron campaña con un lema muy simple: “prosperidad a través de estabilidad”.
Desde que Nepal acabó con la monarquía en 1990, ha sufrido muchos problemas. El fracaso del proceso democrático empujó a una parte de los comunistas a la insurgencia armada durante la década de 1996 a 2006. Alrededor de 17.000 personas murieron en esta guerra, que concluyó con un nuevo proceso democrático con una Asamblea Constituyente.
La monarquía fue abolida en 2008 y la Asamblea Constituyente redactó la Constitución de 2015. Sin embargo, ha habido 10 primeros ministros posteriormente y muy poco desarrollo social para la gente. Ya era hora de algo más que corrupción y desaliento.
Dos de las principales corrientes del comunismo nepalí – los maoístas y el Partido Comunista de Nepal (Unificado Marxista Leninista) – decidieron acudir a las urnas juntos y prometer que iban a formar un nuevo partido unido después de las elecciones.
Este proyecto, la creación de un nuevo partido unificado, ofrecía más estabilidad que la alianza electoral. Era la demostración que los comunistas -que habían estado muy enfrentados antes- podían elaborar un programa conjunto. Si podían mantener esa unidad, serían capaces de ofrecer un gobierno estable durante cinco años. Esto era lo más atractivo de su campaña. Dio resultado en las urnas.
Comunismo himalayo
Aunque el comunismo se implantó en China e India en la década de 1920, no enraizó en Nepal, situado entre ambos países. La dura represión de la monarquía impidió cualquier movimiento progresista en el país.
No fue hasta la década de 1940 cuando el comunismo tuvo algún eco en el interior de Nepal. Una decidida huelga de los trabajadores de las fábricas de yute y tela de Biratnagar en 1947 atrajo a activistas comunistas, como Man Mohan Adhikari.
Adhikari se exilió en la India. Junto con estudiantes de Nepal en la India, su preocupación era que la élite de Nepal – los Ranas – quisieran unirse a las potencias imperialistas para establecer una base militar en Nepal.
Ello situaría a Nepal en la órbita de Occidente y erosionaría su independencia. Estos estudiantes y activistas fueron influenciados por el Partido Comunista de la India. Uno de ellos, Pushpa Lal Shrestha, tradujo el Manifiesto Comunista al nepalí en 1949. Ese mismo año, en Calcuta (India), Pushpa Lal Shrestha, Adhikari y otros activistas fundaron el Partido Comunista de Nepal.
En la primera década de su existencia, el Partido Comunista pidió el fin de la monarquía y el establecimiento de una república. También pidió la creación de una Asamblea Constituyente. Pero sufrió profundas divisiones internas sobre la cuestión de la monarquía y las elecciones. Las escisiones fueron inevitables. La lucha armada fue debatida en el Cuarto Congreso en 1965. La cuestión de la lucha armada dividió al movimiento hasta 2006.
Después de 2006, la lucha armada fue abandonada. El coste para el país había sido enorme. La mayor parte de la izquierda nepalí, sin embargo, no había tomado las armas. Había desarrollado luchas populares contra la monarquía, las autoridades feudales y las relaciones de propiedad capitalistas.
El Frente de la Izquierda Unida, que se formó en 1990 para luchar por un sistema democrático en Jan Andolan, estaba dirigido por lo que se convertiría en el Partido Comunista de Nepal (Unificado Marxista Leninista), uno de los principales pilares de la alianza comunista actual. Fueron la columna vertebral de la lucha para restaurar la democracia.
El otro pilar de la alianza actual son los maoístas, que ahora han aceptado la democracia parlamentaria. Estos son los dos partidos que probablemente se fusionarán 2018 para constituir una de las fuerzas políticas más formidables en Nepal.
El líder maoísta Pushpa Kamal Dahal (también conocido como Prachanda) fue a su circunscripción de Chitwan para celebrar la victoria. “Los procesos de formación de gobierno y de unidad del partido avanzarán simultáneamente” dijo. Prachanda – maoista- asumirá el puesto de líder del partido, mientras que Oli – de los UML – será el primer ministro.
Las grandes corrientes del comunismo nepalí, surgidas cuando la formación del partido en 1949, volverán a reunificarse.
Programa
¿Cuál será el programa del nuevo gobierno?
KP Oli, futuro primer ministro del gobierno comunista, ha dicho que quiere priorizar la estabilidad del gobierno. Pero la estabilidad no es suficiente. Nepal sufre una gran pobreza y debilidad en infraestructuras. Oli ha asegurado que dará la bienvenida a la inversión extranjera para construir la infraestructura básica de Nepal, incluyendo un ferrocarril chino desde el Tíbet.
No se trata de tender hacia China, como algunos sugieren. Es más probable que sea una posición cuidadosamente pensada de los comunistas nepalíes para situarse entre la India y China, los gigantes regionales. El pragmatismo es el nombre del juego, no la lealtad a China por motivos ideológicos.
Todas los partidos de Nepal -incluyendo los monárquicos- quieren que su país salga de la condición de país menos adelantado en el año 2022. Lo que les diferencia es como alcanzar ese objetivo.
La alianza comunista se compromete a que los ingresos per capita crecerán hasta el equivalente de $ 5.000 anuales desde un magro $ 862 en la actualidad. Para elevar el ingreso per capita se requerirá inversión en educación y salud, así como aumentar dramáticamente el número de empleos para los jóvenes (actualmente dos millones de veintiocho millones de nepalíes trabajan fuera del país).
¿Dónde recaudará el gobierno los recursos necesarios?
El fin de la corrupción permitirá recuperar al tesoro una gran cantidad de dinero. Pero además, un uso más eficiente del dinero de los impuestos proporcionará los medios para el desarrollo. El federalismo fiscal es importante en el programa de la izquierda.
Se espera devolver el 50% de los recursos a los gobiernos provinciales y municipales. Y que utilicen mejor el dinero para el desarrollo local. La apuesta es que un gobierno estable atraerá inversiones y turistas a Nepal, y que el dinero pueda ser utilizado para desarrollar la agricultura orgánica y la energía limpia (incluyendo la energía hidroeléctrica), aligerando la carga de la importación de energía.
Oli ha pedido a todos los partidos unirse a la alianza comunista para elevar el nivel de vida de la población de Nepal. Es una política astuta. La agenda comunista se convertiría en la agenda nacional. Y presionará a las clases dominantes y las castas superiores para que no bloqueen la política de desarrollo social. Eso sería un pequeño paso adelante para Nepal.
(*) Editor de LeftWord Books (leftword.com) y director del Instituto Tricontinental de Investigaciones Sociales. Ha publicado 25 libros, los más recientes Red Star Over the Third World (LeftWord, 2017)y The Death of the Nation and the Future of the Arab Revolution (University of California Press, 2016).
Fuente: Alternet