Un padrón electoral anémico y una masa migrante con derechos cívicos plenos es un factor que podría pesar en las próximas elecciones, cree el investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social, COES, Cristián Doña. Advierte sobre la posibilidad de candidatos que intenten aprovecharse de este “botín político”.
Es probable que haitianos y dominicanos, quienes llevan 5 o más años viviendo en Chile, no sean un gran grupo de votantes.
Sin embargo, considerando un padrón electoral de chilenos a la baja lo más probable es que sí sean un buen capital político para quienes los tengan considerados dentro de su agenda.
Las conclusiones del proyecto MiniCOES sobre “Participación política de inmigrantes recientes en comunas seleccionadas del Gran Santiago”, realizada por el sociólogo e investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social, Cristián Doña, son interesantes en ese sentido.
El proyecto evaluaba las causas y factores que influyen en la decisión de participación política de los extranjeros viviendo en Chile y su acceso a este derecho.
El alcance comunal de la investigación abarcó la población de cuatro comunas como Estación Central, Independencia, Providencia y Santiago; se concentró en nuestros nuevos vecinos quienes no solo tienen derecho a voto en muchos casos, sino una comprobada tradición de participación electoral integrada en su formación social.
“El estudio también determinó que de todo el grupo de extranjeros migrantes, los peruanos son mayoría y que llevan más tiempo en el país, por lo que su interés del derecho a voto es mayor”, dice el académico de la Escuela de Sociología de la Universidad Diego Portales.
“El objetivo oculto del estudio era incentivar una discusión más clara de parte de los actores políticos en general. Recibimos a gente del PPD o Evópoli que tienen un área sobre el tema, pero no hacen mayor ruido sobre un asunto relevante. En ciertas zonas del país debería ser importante para la gente más que en otras con una ley migratoria que data de hace más de 40 años. Es decir, no es un tema intrascendente.
Doña reconoce que candidaturas como las de Alejandro Guillier, Sebastián Piñera y Manuel José Ossandón sí han opinado en distintos tonos y con distintas urgencias y agendas sobre el tema, pero ignorando el tema de fondo.
“Durante el 2016 hubo varios llamados, pero también opiniones incluso muy en contra de la migración que estamos recibiendo. Pero no la de los migrantes rubios y ojos azules. Muchos políticos o editoriales de medios, cuando hablan de migración, siguen asociándola con los europeos del siglo XIX que no es la que recibiremos por mucho que lo deseen”, aclara.
Mientras, las barreras para la participación política de haitianos, dominicanos, peruanos y bolivianos siguen teniendo más trabas culturales que técnicas, pero que permean lo suficiente el escenario electoral como para que no sean visto como un “botín político”.
La principal traba es el desconocimiento que los migrantes tienen sobre sus derechos cívicos. Cuando empezamos el estudio hace un año, no había un conocimiento de la posibilidad de ejercer el voto o una participación política activa. Grupos muy pequeños estaban al tanto, generalmente asociados a otros grupos políticos en las municipalidades. El segundo problema es que la sociedad chilena debe conocer esos derechos también para que no sucedan situaciones como la de migrantes a quienes los vocales de mesa les han negado arbitrariamente la posibilidad de votar en elecciones recientes.
“Es algo que se extiende también en consultorios municipales, por ejemplo, donde pese a tener derechos de salud, funcionarios obligan a los migrantes a firmar pagarés o no se les atiende. Es decir, el derecho al acceso está mediado por una persona, chilena, que no necesariamente reconoce estos derechos. Finalmente, no existe una posición política de los partidos o propuestas sobre migración a nivel comunal o que involucren a chilenos y migrantes. Así es como una gran cantidad de ellos finalmente no se presentan a votar porque creen que no son considerados, cuando en realidad tienen en sus manos una importante cantidad de votos. Esto pasa principalmente con los grupos formados por personas jóvenes, de menores ingresos y también minorías indígenas”, señala Doña.
-Hay un riesgo en la utilización política de estos nuevos votantes en tiempos en que el chileno abandona el interés cívico. ¿Qué consideraciones al respecto se desprenden del estudio?
-Existe ese problema latente en los resultados. El de que sus conclusiones se conviertan en un arma de doble filo y grupos interesados saquen “ofertones para los migrantes”. Personalmente, eso es una preocupación por la incitación al populismo. Lo que me gustaría es que los candidatos al Parlamento o las presidenciales sacaran de este estudio la idea de que los migrantes son ciudadanos en todo, excepto en su carta de nacionalidad. Tienen derecho a participación y debieran ser incluidos en las discusiones que los afectan. Por ejemplo, el 5% de sus ingresos destinados a la jubilación y que van a una AFP por ejemplo… ¿Qué pasa si su interés siempre es el de regresar a sus países?, ¿qué pasa con ese dinero?, ¿están las propuestas de pensiones considerando al extranjero? La respuesta es no, no está considerado para nada. Y este es solo un ejemplo.
La radiografía también aclaró el gran interés de los migrantes en sus países por participar activamente de sus elecciones. En Perú, por ejemplo, es obligatorio. Por eso las presidenciales en Perú tienen convocatoria de alto número. Si los incentiváramos y se integrara el tema a nivel local de estos migrantes, habría una gran participación. Los chilenos votan cada vez en menos cantidad y podría darse el caso de que el voto migrante sea decisivo en estas presidenciales. Hoy cada voto cuenta y todos los extra que se logren movilizar pueden generar una importante diferencia.
Fuente: La Nación