Los gobiernos verdaderamente democráticos y progresistas se desviven y luchan por el bienestar y la felicidad del pueblo. Hugo Chávez, convencido de ello, decidió caminar por la senda de la dignificación, soberanía y justicia social.
Su legado no queda en retórica, supera a la canalla mediática y a las huestes políticas e ideológicas que han pretendido borrarlo del corazón de un pueblo agradecido.
El establishment neoconservador continental y europeo, con sus tentáculos mediáticos sionistas, ha tratado inútilmente de desdibujar la imagen del hombre al que aun temen y odian.
La Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Chile pone a disposición una verdad pormenorizada, que da cuenta de un cambio revolucionario mediante un proyecto inclusivo de justicia social, que comienza por reconocer a la igualdad como un valor fundamental para el crecimiento y preservación de la democracia.
Por cierto, ninguno de los acerbos críticos en Chile menciona logros como estos, sin perjuicio de que están a años luz de lo que ofrece a los chilenos la república neoliberal
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