Aquel fatídico 28 de enero de 1986, el astronauta Ellison Onizuka llevaba consigo un preciado recuerdo de su hija con la misión de dejarlo en el espacio.
Se trataba de un balón de fútbol que había sido donado por el equipo del colegio Clear Lake High School, ubicado cerca del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, Texas.
Pero la pelota no pudo llegar a su destino. Por lo menos no había podido hacerlo hasta ahora.
La NASA compartió hace unos días una imagen del balón flotando en órbita en la Estación Espacial Internacional con motivo de la conmemoración de un nuevo aniversario del accidente que destruyó al trasbordador Challenger hace 31 años, tragedia en la que murieron los siete miembros de la tripulación, entre ellos Onizuka.
La pelota, que sobrevivió sorprendentemente a la explosión, fue recuperada entre los restos de la nave espacial en el océano y devuelta a la escuela, pero pese a que se encontraba en exposición desde entonces, su historia había caído en el olvido.
«Este balón iba en el Challender aquel fatídico día», dijo el astronauta Shane Kimbrough en un mensaje en Twitter con la imagen de la pelota flotando afuera de la estación espacial.
«Llevada por Ellison Onizuka por su hija, una jugadora de fútbol».
La idea de volver a enviar el balón al espacio surgió cuando la actual directora de la escuela, Karen Engle, conoció el origen del esférico y su significado.
De allí que fuera su primera opción cuando Kimbrough, cuyo hijo asiste a esa escuela, se ofreció a llevar un recuerdo al espacio.
«La pelota continúa en muchas formas con la misión en la que se embarcó mi padre hace tantos años», expresó en un comunicado publicado por la escuela Janelle Onizula-Gillian, hija del astronauta fallecido en 1986.
«Continua viajando y explorando el espacio al tiempo que inspira a tantos a través de su historia», dijo.
Fuente: BBC Mundo