Empeñada como está, en una lucha a muerte por la supervivencia, la revolución cubana tal vez no logra aquilatar las épicas dimensiones de la hazaña que está consumando de manera estoica, irreductible y tenaz, desde hace ya 48 años (1).
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O sea, obviamente lo comprende, pero la amenaza de la mayor potencia imperial del orbe, que ha mantenido una agresión genocida y hostil durante esos mismos 48 años, le impide relajarse como para dar algo por sentado, o ganado para siempre, sin el recurso a una lucha sostenida y frontal.
Hay una segunda razón para explicar su incapacidad relativa para el autoelogio, la visión umbilical y el análisis complaciente.
Aun en la peor etapa de su historia, indudablemente la década de los 90, conocida como período especial, la revolución cubana se preocupó más por dar solidaridad, antes que de recibirla, testimonio elocuente de su superioridad en los dominios de la conciencia, la ética y la humanidad, acaso el rasgo distintivo de su permanencia en el tiempo.
Permanencia que ha desafiado y derrotado los designios de diez presidentes de los Estados Unidos, quienes han emprendido disímiles estrategias contrarrevolucionarias, tanto en profundidad como en dirección e intensidad, y se han tenido que retirar al panteón de la historia investidos de diversos grados de (des)prestigio, sin alterar un milímetro el rumbo de la victoriosa epopeya popular que discurre a 110 millas de su frontera. Permanencia que, por lo demás, está reescribiendo la historia de la construcción socialista, y por consiguiente, refutando de manera categórica y terminal aquel ignorante reduccionismo que la asocia de manera excluyente al irremediablemente periclitado modelo soviético.
En el notable coloquio Memoria y Futuro: Cuba y Fidel, el contenido de fondo de la celebración de su octogésimo cumpleaños, varios de los panelistas calificaron su magnética personalidad, y a la propia revolución cubana, como un enigma.
Eso es, sin duda, cierto en el campo de la retórica, la metáfora y el sentido figurado. Pero la consistencia de la revolución cubana -que en opinión del suscrito, superó de manera ineluctable el umbral de no retorno- es uno de los fenómenos políticos, sociales y culturales más notables de nuestro tiempo -en cuanto antítesis de la globalización neoliberal en curso- el cual obedece a factores políticos, sociales e históricos, y a encadenamientos causales muy complejos, pero no por ello menos precisos, cuya comprensión demanda un esfuerzo analítico de rigor y profundidad, objetivo que, de manera modesta, pero con honestidad intelectual, se propone abordar este trabajo.
Debo aclarar que éste no es una defensa de la revolución cubana.
La revolución cubana no la necesita, porque la ha venido sosteniendo de manera invicta desde hace 48 años. Los que necesitamos comprenderla, y extraer las correspondientes enseñanzas, somos los que en paísesdistintos, seguimos luchando por sociedades comparables -no idénticas- guiados por su luz generosa, derrochada a raudales.
La exposición se desplegará en modo de tesis, no por pretensión intelectual niconcesión a recursos estilísticos, sino sencillamente porque proporciona el formato idóneo para ordenar la considerable masa de datos tenidos a la vista, tanto de índole bibliográfica y documental, como producto de la observación y vivencia personal, luego de sendas visitas en el curso de los dos últimos años.
1.- En función del principio de la navaja de Occam, según el cuál la explicación de un fenómeno hay que buscarla en la ecuación más sencilla, la primera causa de la permanencia de la revolución cubana es el respaldo masivo, activo y militante de las mayorías, es decir, el pueblo.
La primera defensa de esta primera tesis es empírica. Con sana envidia fui testigo del impresionante desfile de 300 mil cubanos por la ancha explanada de la Plaza de la revolución, en el 50° aniversario del desembarco del Granma. Presencié el flujo de una multitud abigarrada, compacta y multicolor, entusiasta y disciplinada, que testimoniaba su apoyo a la revolución con pancartas, ovaciones y consignas, y que generaba a su paso una experiencia colectiva de impactante potencia e intensidad emocional.
Me explicaron que era una movilización modesta, de residentes de tres municipios aledaños, que no necesitaban transporte. Cuando las circunstancias lo exigen, la revolución moviliza millones. En el año 2000, en apoyo de la repatriación del niño Elian González, se movilizaron centenares de miles. Los días Primero de Mayo, desfila un millón de personas por la misma plaza. El 10 de junio del 2002, nueve millones de cubanos se movilizaron para ratificar el contenido socialista de la revolución cubana.
La segunda defensa es de índole estadística.
Cada vez que el pueblo cubano es convocado a expresarse en elecciones, el resultado en apoyo de la revolución es abrumador.
El 15 de febrero de 1976, mediante un Referendo, el 97,7 % de los cubanos, mayores de 16 años, aprobaron en las urnas, en votación libre y secreta, el texto de la Constitución Socialista de la República de Cuba.
Entre los días 15 y 18 de junio de 2003, todavía en pleno período especial, ocho millones de cubanos, equivalentes al 81% del padrón electoral, firmaron una solicitud de reforma constitucional que declaraba la irrevocabilidad del socialismo. En los once procesos eleccionarios efectuados en Cuba desde 1976 a la fecha, ha participado un promedio del 95 % de los electores.
En las últimas elecciones, lo hizo el 97,6 %.
Los escépticos podrán decir lo que quieran, pero en las elecciones para la Asamblea del Poder Popular, equivalente al Parlamento, no hay propaganda, ni cohecho, ni coacción. El Partido Comunista no participa formalmente en una lista. No postula, ni elige ni revoca a ninguno de los miles de hombres y mujeres que ocupan cargos representativos en el Estado cubano.
Claro, en cada una de las elecciones son propuestos y elegidos numerosos militantes del Partido, pero porque los ciudadanos reconocen sus méritos y aptitudes, y no por su militancia. Lo único que guía al elector, es un currículo de cada candidato, exhibido en lugares públicos, donde aparece la hoja de servicios que respalda su postulación.
El elevado porcentaje de participación se explica porque la gente sabe que la Asamblea Nacional del Poder Popular es aquella parte de la arquitectura institucional de la revolución donde se toman las decisiones que le conciernen de manera directa y que influyen en su calidad de vida.
La tercera defensa de esta tesis es lógica. Los cubanos son un pueblo en armas. Cada uno tiene la suya, y sabe perfectamente lo que tiene que hacer con ella, porque recibe periódico adiestramiento. Si el pueblo no estuviera de acuerdo con la revolución y su conducción, simplemente la tumba.
Lo dicho hasta aquí no significa que no haya un fracción de población apática y una franja marginal. Pero son capas estadísticamente insignificantes y políticamente neutras. No es casual que los grupos disidentes se enmascaren como organizaciones de derechos humanos, lo que en el país donde el respeto integral a los derechos humanos ha alcanzado mayores alturas, representa, por decir lo menos, una paradoja. Pero igual es una fachada útil para conseguir recursos.
No es cierto que se los reprima. Es innecesario. No tienen la menor influencia ni credibilidad. Los pretendidos presos políticos no lo están por disidencia política o ideológica, sino por haber cometido delitos muy concretos, y en la mayor parte de los casos, de suma gravedad.
2.- Uno de los factores preponderantes de la permanencia de la revolución cubana es la conducción de Fidel, un líderde estatura fuera de lo común, que ha sabido interpretar como nadie el alma del pueblo cubano y que es venerado como pocos dirigentes en la historia, rasgo sorprendente y particular de la revolución cubana, toda vez que se trata de un líder que ha detentado el poder por 48 años ininterrumpidos, hasta el 31 de julio de 2006.
Fidel está dotado de un magnético carisma y una oratoria excepcional, herramientas con las que interactúa con las masas, de una manera difícil de entender por quién no haya estado en alguna de esas eléctricas concentraciones, y que utiliza una y otra vez para persuadir, para convencer, para enseñar. Sus detractores suelen ironizar con lo prolongado de sus discursos. Pero en lo personal puedo dar fe de haber visto en televisión a Fidel y a Hugo Chávez durante un día entero, en aquel histórico Aló Presidente de agosto de 2005, casi sin darme cuenta, ni parar mientes en el tiempo transcurrido.
Fidel es dueño de un temple de acero, un coraje ilimitado y una gran tenacidad. No pierde la calma ni el control ni en las peores situaciones, las que enfrenta encabezando personalmente la primera línea de combate. Esa fue su norma de conducta en la Sierra Maestra y en Playa Girón. El 5 de agosto de 1994, en el punto más álgido del período especial, falsas informaciones difundidas por radios anticubanas de Miami, según las cuales una imaginaria flotilla se dirigía a playas de La Habana a buscar gente, crearon un clima de disturbios, estimulado por provocadores infiltrados en la multitud.
Una masa enardecida avanzaba hacia el centro de la ciudad, quebrando ventanales y causando destrozos, tal vez en lo más parecido a una revuelta popular en todos los años de la revolución. Fidel, sólo en compañía de su entonces asistente personal, Felipe Pérez Roque, enfrenta a la multitud, previa instrucción expresa de que no intervenga ni la policía ni su guardia de seguridad. El episodio terminó con la gente ovacionando a Fidel, y con la huida en desbandada de los provocadores.
En el terreno intelectual, lo distinguen una intuición penetrante, una cultura enciclopédica, una notable capacidad de síntesis y una curiosidad insaciable. Ya el año 1960 vaticinaba que el futuro de Cuba lo construirían hombres de ciencia. En los dominios de la política, posee una asombrosa capacidad de anticipación de los hechos; una sólida consistencia ideológica, producto de una permanente lectura crítica de cuanto libro o documento le cae en las manos; un acendrado sentido de lo histórico, y una innata capacidad pedagógica. En un rasgo de peculiar originalidad, ha sintetizado la ideología del socialismo clásico, de índole eurocéntrica, con el pensamiento de Martí, que conoce como nadie, de inspiración patriótica, progresista e antiimperialista.
Como líder, dispone de un poderoso don de mando, que suele ejercer obedeciendo, en el sentido de saber someterse a la decisión colectiva, cuando es impetrada. En este terreno exige disciplina, porque se impone siempre la más exigente autodisciplina. Fidel es un perfeccionista casi maniático. Siempre da lo mejor de sí, hasta la obsesión, y por tanto lo exige, sobre todo de los conductores. Espartano hasta la frugalidad, completan este somero perfil una generosidad a toda prueba, un altruismo militante y una humanidad desbordada. En suma, como varios ponentes destacaron en el Coloquio, Fidel es una fuerza de la naturaleza y un conductor de pueblos como pocos ha habido en la historia.
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3.- La fortaleza de la revolución cubana obedece a que detrás de Fidel hay una dirección colegiada e institucional.
A despecho de las interesadas versiones de los enemigos de la revolución, en Cuba hay una sólida y asentada arquitectura institucional, votada por la abrumadora mayoría de los cubanos, en el referéndum de 1976. La Asamblea Nacional del Poder Popular es el órgano supremo del poder del Estado; representa la voluntad soberana del pueblo y encarna la potestad legislativa.
La preside desde 1993 Ricardo Alarcón de Quesada, integrante del Movimiento 26 de Julio desde 1955, e integrante del Buró político del Partido Comunista. La Asamblea Nacional del Poder Popular elige, de entre sus diputados, al Consejo de Estado, integrado por un Presidente, un Primer Vicepresidente, cinco Vicepresidentes, un Secretario y veintitrés miembros. El Presidente del Consejo de Estado es jefe de Estado y jefe de Gobierno.
El Poder Ejecutivo está encomendado al Consejo de Ministros, integrado por el Jefe de Estado y de Gobierno, que es su Presidente, el Primer Vicepresidente, los Vicepresidentes, los Ministros, el Secretario y otros miembros que determina la ley. La subrogancia de ambas instituciones está radicada en Raúl Castro Ruz, que además desempeña la subrogancia en la Comandancia en Jefe de las FAR y en la Secretaría del Partido Comunista.
En este esquema institucional, la tercera jerarquía corresponde a Carlos Lage Dávila, (2) Vicepresidente del Consejo de Estado, Secretario del Consejo de Ministros e integrante del Buró político del Partido. La cuarta, la ocupa el Canciller, Felipe Pérez Roque, miembro del Comité Central del Partido Comunista, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, e integrante de los Consejos de Estado y de Ministros.
El conjunto de estos dirigentes, cada de los cuales intervino durante las celebraciones del octogésimo cumpleaños de Fidel y el quincuagésimo aniversario del desembarco del Granma, conforma la dirección colegiada que reemplaza a Fidel desde el 31 de julio pasado. Un dirección sólida y experimentada, que ha conducido una transición sobreviniente de manera abrupta e indeseada, pero que ha cumplido la tarea sin pausas, titubeos ni sobresaltos.
En una opinión estrictamente personal, creo firmemente que Fidel recuperará la salud, como sostiene la dirección de la revolución, y que no es concebible prescindir de su talento, visión y experiencia. Pero pienso que sería erróneo retrotraer la situación al 30 de julio. Fidel, que es un animal político, debe saberlo mejor que nadie.
Fidel es insustituible, pero la actual dirección colegiada ya demostró que puede mantener el rumbo de la revolución, sin traumas ni desviaciones, en lo que constituye, probablemente, el principal dato político del período. La gente lo intuye y lo apoya. Esto, por cierto, de ninguna manera excluye el aporte que todavíapuede entregar Fidel.
4.- La revolución cubana tiene en el Partido Comunista un pilar de apoyo inquebrantable, que ha sabido mantener su papel de vanguardia organizada y fuerza dirigente de la sociedad y el Estado.
El Partido Comunista es el motor de la revolución cubana, a pesar de lo cual, o más bien por lo mismo, no copa el escenario político y social, ni suplanta a las masas en el proceso de toma de decisiones, acaso la principal entre sus considerables virtudes.
Proporciona los cuadros de dirección, las políticas centrales y sectoriales, y las estrategias para lograrlas. Pero, a diferencia de la construcción soviética, está separado del aparato del Estado, y se mantiene en un discreto segundo plano, cuestión que lo preserva, entre otras cosas, de los personalismos y la corrupción. No es condición necesaria ser del partido para dirigir una empresa o ser electo para cualquiera de los niveles de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
La militancia en el Partido no representa ventajas materiales, y antes bien, en ocasiones puede ser perjudicial para la economía personal. Al Partido se entra para servir, y de ahí su incuestionable ascendiente moral.
En su dinámica interna, tiende a promover a los mejores, lo que arroja como resultado una fluida renovación de los cuadros directivos. De hecho, la edad promedio de los primeros secretarios en el nivel provincial es de 47 años.
5.- Otra fuente de fortaleza de la revolución cubana radica en el desarrollo de una democracia popular y participativa, más comparable a las deducciones de Marx sobre la comuna de París, que a las concepciones totalizantes del partido, propias del período de Stalin.
La democracia popular cubana, fundada en la participación organizada del pueblo en todas aquellas materias que le conciernen y afectan su calidad de vida, es más avanzada y real que la democracia representativa enarbolada por sus detractores.
Esa participación ampliada empieza en el nivel de los Comités de Defensa de la revolución, organización de masas que tiene dentro de sus objetivos movilizar al pueblo en las tareas de defensa de la revolución y de las conquistas del socialismo, mediante el trabajo directo con la comunidad.
Cuenta con unos siete millones 600 mil miembros, mayores de 14 años de edad, requisito para ingresar en la organización. Elige representantes a la Asamblea del Poder en niveles de cuadra, zona, municipio, provincia y nación. Postulan y se eligen los mejores, dentro de un sistema de mandato en todo momento revocable.
Otras organizaciones que canalizan la participación de millones de cubanos, son la Federación Estudiantil de la Enseñanza Media, la Federación Estudiantil Universitaria, la Central de Trabajadores de Cuba y sus sindicatos ramales, la Federación de Mujeres Cubanas y la Asociación Nacional de Pequeños Agricultores.
Se critica a la revolución cubana por su sistema de partido único.
Pero esa crítica parte desde una concepción de democracia representativa, donde la participación real de la gente en las cuestiones que afectan su calidad de visa es casi cero.
¿Alguien en Chile ha votado por la segunda desnacionalización del cobre?. ¿Tiene actualmente el pueblo de Chile manera de pronunciarse sobre la verdadera camisa de fuerza en que ha devenido el sistema binominal?. ¿Merece eso el calificativo de régimen democrático?.
Por definición, los partidos compiten por la disputa del poder, o por fracciones del mismo en el aparato del Estado. El ideario socialista postula el poder de las mayorías, por y para ellas. En Cuba ya se alcanzó esa meta. Es el pueblo el que está en el poder y disfruta de un sistema político y social que no será perfecto, pero que sin duda es el régimen más justo, democrático e igualitario entre todas las naciones del mundo de hoy.
En ese esquema, ¿qué sentido tendría un sistema multipartidista?, ¿qué objetivo práctico perseguiría?. ¿hacia qué paradigma de sociedad conduciría?. Nadie que escribe en un computador o anda en bicicleta, quiere retroceder a la máquina de escribir o volver al monopatín.
Análogamente, no hay ninguna razón que aconseje a los cubanos abandonar el rumbo socialista y volver al capitalismo. Los espacios de participación directa en las decisiones que competen a las mayorías, son muy amplios, pero los espacios para regresar a un modo de producción superado y a un régimen que retrotraiga los beneficios sociales de la revolución, son nulos. Y no sólo por decisión de la conducción revolucionaria o del partido, sino por consenso activo, movilizado y militante, de la inmensa mayoría de los cubanos.
6.- La construcción socialista de la revolución cubana tiene una base autónoma, que ha sabido fundir socialismo con identidad histórica, imbuida de un fuerte sentido de patriotismo.
Al influjo de la ideología socialista de naturaleza eurocentrista, la revolución cubana ha sabido sobreponerle la influencia de héroes de la larga lucha de la independencia cubana, como Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí. Sobre todo Martí. En el discurso de la revolución cubana, la exaltación del pensamiento de Martí raya a la altura de Marx y Lenin.
La concepción de partido úúnico, es parte del ideario martiano, que además es patriota, profundamente democrótico y antiimperialista. Fidel es un gran interprete del pensamiento martiano, el que conoce al revés y al derecho y emerge en cada uno de sus discursos. Dialécticamente, el pueblo considera a Fidel como el albacea y continuador del pensamiento de Martí. Quién no conozca esta sencilla verdad nunca comprenderá la revolución cubana. Como alguien me dijo, si el siglo XIX parió a Martí, y el siglo XX a Fidel, el siglo XXI parirá a alguien de su estatura, si fuese necesario.
7.- La revolución cubana es fuerte, porque militarmente es indestructible, y ha creado la fuerza necesaria para defenderse con éxito, aún en el caso de una invasión de la maquinaria bélica de Estados Unidos.
Como demostración de invulnerabilidad militar, en el desfile conmemorativo del 50° aniversario del desembarco del Granma. las FAR desplegaron un armamento que no se exhibía en publico desde hace 20 años, de tecnologáa soviética, pero enteramente reacondicionado con tecnología cubana,
Pero confieso que me impresionó mucho más la marcha de 300 mil cubanos, su arma más contundente y letal, producto de la concepción de la guerra de todo un pueblo, surgida como consecuencia de la crisis de los misiles, de 1962.
Cuando un pueblo está dispuesto a defenderse, las fuerzas invasoras siempre lo tendrán siempre muy duro, como los vietnamitas le enseñaron a Estados Unidos, y como hoy lo está aprendiendo de Iraq.
Todo cubano sabe qué hacer, y cuál es su puesto de combate en caso de una invasión, como ha aprendido en ejercicios que se practican de modo sistemático, con independencia del clima atmosfrico o político. Los cubanos saben que la independencia sólo depende e ellos mismos.
De otra parte, las Fuerzas Armadas Revolucionarias constituyen un ejército aguerrido y experimentado, con actividad en combate en Centroamérica y diversas regiones de Africa. Sin ir más lejos, venció a las poderosas tropas sudafricanas en la batalla de Cuito Cuanavale, por varios conceptos, un ejemplo de flexibilidad táctica.
Es, de otra parte, un ejemplo de pueblo en armas. Los oficiales hacen colas y se movilizan como cualquier hijo de vecino, y viven en los mismos barrios que cualquier cubano. Como dijo la pionera Yanet Martínez, en la Plaza de la revolución, antes del desfile:
«Aquí en Cuba, las Fuerzas Armadas no son un cuerpo represivo, ni una casta cuyos intereses se separan de los más humildes. Las Fuerzas Armadas son parte indisoluble de su pueblo, son nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos. Marchan junto a nosotros en los desfiles, defienden nuestras causas y cuando hemos tenido que defender un ideal, han estado a nuestro lado. Esas son algunas razones por las que nos sentimos jubilosos: porque esta es una celebración de todos, de Cuba entera».
Pocos ejércitos en el mundo, por no decir ninguno, y menos todavía en América Latina, pueden jactarse de contar con semejante afecto del pueblo, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.
8.- Si la revolución cubana ya conquistó la invulnerabilidad militar, está en vías de conquistar la invulnerabilidad económica, proceso que ha seguido de modo autónomo, libre de tutelas y dependencias, y bajo premisas inequívocamente socialistas.
Las cifras de crecimiento de la economía cubana en los últimos años son impresionantes. Del 5% de crecimiento del PIB en 2004, paísa un 11,9% en 2005, y a alrededor de un 12% en 2006, con un promedio en torno al 4% desde 1997, cuando se inicia la recuperación. Se trata de un crecimiento mayor y más estable que el de Chile en los mismos años, con toda su jactancia neoliberal.
Lo más notable es que se trata de un crecimiento económico asentado sobre premisas clásicas del socialismo, como propiedad colectiva de los medios de producción, economía planificada central y sectorialmente, y redistribución equitativa del excedente social de la economía. (3)
Más notable aún, se trata de una recuperación sobre la base de una diversificación productiva, después del descalabro del período especial, cuando la economía cubana cayó en 35% entre 1991 y 1994. Sin embargo, las medidas tomadas por la conducción económica en ese tremendo momento, si bien introdujeron ciertas medidas de mercado, en lo sustantivo ratificaron la opción socialista.
Así, hubo consumo racionado en lugar de liberalización de precios; incremento del control estatal en la distribución; reducción de jornadas laborales pero manteniendo el empleo; exigencia de austeridad en todos los niveles y estímulo al ahorro colectivo; enérgica acción judicial contra los infractores, y sobre todo, mantención a ultranza de los beneficios en salud, educación y seguridad social, considerados como derechos esenciales de las personas.
En otras palabras, la orientación exactamente contraria a los modelos de ajuste estructural que en casos de crisis, imponen nuestras alienadas elites. Ni aún en esos dramáticos momentos Cuba abandonó o relajó su crucial apuesta por el conocimiento y la preparación de sus cuadros técnicos y profesionales, con miras a trasformar el capital variable de las economías capitalistas, en capital humano, piedra angular de una construcción socialista.
En los hechos, Cuba dispone hoy de la población más educada y culta del mundo, otra de las razones que explica la superación de la crisis. En aquellos duros momentos, la conducción económica prefiguró un modelo de pleno empleo basado en los servicios, como el turismo; una agricultura orientada a la seguridad alimentaria; una industrialización no extensiva, sino intensiva en rubros claves, tales como la biotecnología, la industria médico-farmacéutica, la informática y la producción de equipamiento médico, en los que ha alcanzado un estatus de potencia desarrollada, y una nueva inserción en la economía mundial.
En el año 2006, Cuba se lanzó hacia una campaña de ahorro energético y combate a la corrupción, cuyos beneficios redistribuyó inmediatamente en beneficio de la población, por la via de un incremento salarial. Hay inconformidad porque no se alcanzó la meta de 150 mil viviendas en el año, lográndose sólo 120 mil.
Hoy Cuba, desde el punto de vista social, es una de las sociedades más homogéneas del mundo, donde todos los ciudadanos, por el sólo hecho de serlo, tienen garantizados derechos y beneficios tales como una canasta básica de alimentos a precios irrisorios, gratuidad de la salud y educación y costo subsidiado de la vivienda. La diferencia entre el sueldo mínimo y el máximo no es mayor de tres veces.
Y después algunos se preguntan por qué no ha caído la revolución cubana. Lo dicho hasta aquí no pretende soslayar que aún subsisten problemas serios, que incomodan a la población. Son los casos del deficiente transporte público, particularmente en La Habana; la dependencia energética, aunque cada vez menor, con la revolución energética y aumentos de la producción propia; el costo de la vida, que todavíaes alto para los cubanos; distorsiones por el retorno obligado a ciertas prácticas capitalistas, que pueden dar origen a un clase en contradicción con los objetivos de la revolución, y que en todo caso les permite ingresos superiores a los de las capas superiores; corrupción, en que particulares obtienen bienes subsidiados de proveniencia estatal, y los venden a precios de mercado.
Con todo, si los avances de la primera etapa de la revolución estuvieron en los dominios de la autonomia y la dignidad; si los derechos de segunda generación fueron la educación y la salud, ya ha llegado en momento en que los proyectos de largo plazo empiezan a madurar, con la posibilidad cierta de conceder un creciente acceso a bienes y servicios para todos los cubanos, libre de la amenaza de los ciclos de crisis del capitalismo.
Antes bien, esta nueva etapa en el desarrollo económico de la revolución se propone el autofinanciamiento de las empresas, el fin de los subsidios y la eficiencia de las unidades productivas, por la triple vía de una controlada flotación de precios, la intensificación del control social y la modernización de las técnicas de administración.
No ha superado del todo, pero ha avanzado en el antiguo problema de la eficiencia en la economía socialista. Y todo esto lo ha logrado pese al bloqueo que ya dura 48 años, con un costo monetario calculado en 87 mil millones de dólares, casI tres veces lo que le ha dejado el cobre a Chile desde su nacionalización, en 1971, y casi seis veces el monto del Plan Marshall, que ayudó a reconstruir Europea después de la Segunda Guerra Mundial.
9.- La revolución cubana ha sobrevivido en el tiempo porque es capaz de reinventarse y de aprender de sus errores. En la práctica, la historia de la revolución cubana es la historia de sus rectificaciones.
Fidel, y en especial el Che Guevara, siempre mantuvieron distancia crítica del modelo soviético, al que Cuba debió subordinarse, más que todo, por necesidad, con mayor grado de dependencia después de la crisis de 1962. Esto generó ineficiencias en la economía y burocratismo en las relaciones del Estado con la sociedad, lo que en último extremo, influyó negativamente en el proceso de construcción socialista.
Sin embargo, bajo inspiración de Fidel, Cuba inició un vigoroso proceso de rectificación de errores en 1986, tres años antes de la perestroika, y cinco antes del desplome de Unión Soviética y europa oriental, de modo que cuando éste se produjo, ya tenía elaboración teórica, concepción estratégica, planificación práctica, y sobre todo, consenso político, para enfrentar esa tremenda encrucijada.
Esto explica por qué, en lugar de colapsar, la revolución adquirió aún más apoyo y legitimidad durante el período especial, puesto que los cubanos comprendieron el peligro de perder lo que tenían. Es lo mismo que explica la cohesión y normalidad del país, desde el 31 de julio. Los cubanos echan de menos a Fidel, desean que vuelva a su puesto, pero saben que lo más importante es la continuidad de la construcción socialista.
Quién no entienda esto, seguirá apostando a hipotéticos derrumbes, y se equivocará invariablemente, como viene ocurriendo desde hace 48 años. La revolución siempre está en estado de cambios, corriendo la empalizada de lo posible. A la crisis del 62, respondió con la concepción de la guerra de todo el pueblo; al período especial, respondió con medidas de mercado; a las desviaciones que inevitablemente produjeron, las ha combatido con una decidida lucha contra la corrupción y con la batalla de ideas.
10.- La revolución cubana ha mantenido su ascendiente en el pueblo, porque se apoya en valores éticos y humanistas.
Contra lo que muchos creen, la represión es un mecanismo de control social que repugna a la revolución cubana. El radical cambio que ha logrado en la sociedad y el pueblo cubano lo ha hecho sobre la base el pueblo de la persuasión, la educación política y el diálogo social. La revolución no abandona nunca a uno de los suyos, ni menos a los más desprotegidos, ni aún en los peores momentos.
La forma como enfrentó el período especial, descrita más arriba, es un elocuente ejemplo de ellos. Sin ninguna excepción, las medidas que adopta parten de la base del bien común y los derechos de las personas, concebidos de manera integral. Practica una solidaridad basada en un internacionalismo militante, ejemplos de lo cual son la Escuela Latinoamericana de Medicina, que tiene actualmente diez mil estudiantes de más de veinte países, fundada cuando todavíaapretaba el período especial, y la Misión Milagro, que se propone devolver la vista a más de 300 mil latinoamericanos.
Donde quiera que haya una catástrofe o sufrimiento social, esa gente puede tener la seguridad de contar con la solidaridad de la revolución cubana.
11.- La revolución cubana no ha caído ni caerá, porque está llamada a tener un papel preponderante en el drama de la historia contemporánea, montada entre dos siglos.
Mucha gente se pregunta cómo un pequeño país sin grandes recursos naturales, situado a 110 millas de las costas de un enemigoque le profesa un odio cerril y visceral, no sólo no cayó sin honra, como la Unión Soviética, sino que ha resistido victoriosamente la agresión de uno de los imperios más poderosos que ha conocido la historia. No entienden que esa agresión y esa cercanía actúan como revulsivo contra la construcción burocrática y como incitación de un pueblo imbuido de un fuerte sentido de unidad nacional.
Al encarnar una variante sólida y auto sustentada de construcción socialista, demuestra su vigencia como proyecto histórico y alternativo de sociedad, erosionado en la conciencia y la confianza de muchos luchadores sociales, anonadados por el derrumbe del modelo soviético.
Al tener tiempo suficiente, ha podido demostrarle, primero a su pueblo, pero también a los revolucionarios del mundo, y por defecto a sus adversarios, las ventajas de un régimen socialista.
En estos tiempos de devaluación política, relativismo intelectual y capitulación ideológica, mantiene inalterados los valores del socialismo, y los proyecta como posibilidad cierta.
La revolución cubana es como una crisaida en cuyo interior la utopía está pariendo realidad, mientras que en el mundo exterior, el paso del tiempo está demostrando una de las deducciones fundamentales del viejo Marx, en cuanto a que el capitalismo es un modo histórico de producción, que en sus entrañas incuba las fuerzas que lo conducirán hacia su inevitable autodestrucción, y su reemplazo por un nuevo orden económico, político y social, en que los expropiadores serán expropiados, y donde se declarará la proscripción de la explotación del hombre por el hombre.
No es poco lo que hay que agradecerle a la revolución cubana.
Fuente: Semanario El Siglo, 15 de diciembre de 2006
Notas:
(1) Artículo publicado directamente del original. Actualizado a hoy, serían 58 años
(2) Carlos Lage y Felipe Pérez Roque fueron destituidos de sus cargos el 3 de marzo de 2009.
(3) Esos criterios se mantienen aun en las reformas económicas que liberalizan determinados sectores de la economía, iniciadas en 2011.