viernes, noviembre 22, 2024
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Conspiración contra Allende: Orlando Sáenz, Mucho más que Simplemente un Testigo

por Eduardo Contreras.

El día 3 de octubre del pasado año 2016, compareció a declarar ante tribunales el otrora mandamás de la SOFOFA Orlando Sáenz Rojas en la causa rol n° 12  del año 2013 sobre responsabilidad de quienes formaron  parte de los autores civiles del golpe de Estado de 1973.


Cuando el empresario concurrió a la citación judicial habían trascurrido apenas unos días desde la publicación de su libro “Testigo Privilegiado”, subtitulado “Anécdotas, curiosidades, revelaciones, indiscreciones y peripecias de un espectador afortunado del pasado reciente”.

Los hechos que expondremos en esta nota retratan  su conducta actual, por demás común  a la de todos quienes tuvieron un rol activo en la conjura. Porque mientras ante los tribunales  se declaró inocente y negó toda participación en los hechos subversivos, en su libro, del que por entonces no teníamos noticia, se jacta de su participación activa en el proceso conspirativo contra el gobierno constitucional del presidente Allende,

En la audiencia judicial sí defendió el golpe y en una demostración supina de pobreza argumental  e intelectual repitió las monsergas pinochetistas  acusando al gobierno del presidente Allende de querer “instaurar un régimen tipo dictadura del proletariado”. ¿¿¿???

Cuando se le pregunta respecto del paro de fines del año 1972, Saenz dijo al tribunal:

“Nosotros, los de la SOFOFA, tuvimos una participación menor en dicho movimiento por la naturaleza misma de nuestra actividad, siendo sus actores fundamentales los minoristas, los gremios del Cobre, los supervisores, etc. ”

Pero añadió también:

“Nunca tuve reuniones privadas con militares, con fines conspirativos, sí las tuve cuando ellos fueron miembros del propio gobierno de Salvador Allende, descartando cualesquier tipo de participación en los hechos que desencadenaron el movimiento militar que derrocó dicho gobierno”

Y subrayó:

“No tuve ningún tipo de vínculo subrepticio con los militares o con miembros del Movimiento Nacionalista Patria y Libertad con fines conspirativos” .

Finalizó sus declaraciones del año pasado afirmando categóricamente:

“No conocí a persona alguna civil que tuviera alguna vinculación con la preparación del movimiento militar del 11 de septiembre de 1973”.

Pero veamos cual fue la realidad que, de paso, significa que el líder empresarial ha cometido el ilícito de falso testimonio penado por la  ley. Para ello citemos alguno de los muchos párrafos de su libro que demuestran que más que “testigo privilegiado” fue un “protagonista privilegiado y protegido”.

En efecto,  se puede leer confesiones como éstas, por ejemplo en la página 68 :

«La estrategia dio resultados porque, a los pocos días, apareció en mi oficina el abogado Pablo Rodríguez Grez quien, con cara de inocencia, me hablo de un coronel recién pasado a retiro versado en inteligencia y, que además era un furibundo antimarxista. En esos momentos teníamos buenas relaciones con Patria y Libertad, de forma que las recomendaciones que Pablo dejaba sobre mi escritorio durante sus visitas las tomábamos en serio……”.

Y en la página 69 agrega:

“Así fue como conocimos al Coronel X, a quien juré que nunca revelaría su nombre y, aunque él ya no está entre nosotros, la promesa sigue en pie. Me inspiró confianza desde el primer instante, acepté sus condiciones, consensuamos un presupuesto inicial y nunca me arrepentí de mi acierto, porque los logros del oficial en los dos años posteriores fueron suficientes como para escribir una novela. Llegó a reclutar 72 agentes, insertos en todas las instituciones que nos interesaban y ni siquiera las directivas de los partidos marxistas fueron impenetrables para sus ojos y oídos.”

“Nos reuníamos personalmente en raras ocasiones, pero yo recibía todos los días un informe de su autoría y nunca se me olvidara el día en que René Silva Espejo, por entonces director de El Mercurio, me declaró el hombre mejor informado de Chile, cuando en realidad, lo que me bastaba para ello eran los informes del Coronel X. ….”

Varias páginas  más adelante en este libro de muy poco antes de su comparecencia judicial, Sáenz confiesa:

“Una parte importante de nuestra estrategia de combate contra el gobierno marxista de Salvador Allende fue el apoyo a instituciones, grupos y movimientos potencialmente efectivos para ese propósito.

Parte fundamental de ese plan era el refuerzo económico a radios, diarios y revistas de oposición, a los que el régimen se proponía ahogar a través del control del avisaje y del crédito.

En ese ámbito, nuestra línea de subsidios alcanzó gran tamaño y estaba especialmente orientada a los pequeños medios de difusión en las provincias”.

“En lo que a organizaciones y grupos respecta, nos interesamos particularmente en el apoyo de dos de ellos: Patria y Libertad y el Movimiento Gremialista. La relación con estas entidades me puso en contacto con dos personajes inolvidables: Pablo Rodríguez Grez y Jaime Guzmán Erràzuriz….”agregó.

En la página 95 hay más confesiones del empresario:

“Cuando digo nosotros, no sólo me refiero a la directiva de la SOFOFA y de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), sino que a un comando amplísimo e informal que se había generado en el fragor de la batalla y del que formaban parte numerosos sectores sociales y laborales: pequeños comerciantes, camioneros, empleados y supervisores, oficiales en retiro, pequeños agricultores, pescadores independientes, profesores, entre muchos otros.

De toda esa enorme base y de las directivas más organizadas, surgieron nítidamente tres grandes grupos con potentes lideres: la Confederación del Comercio Minorista de Rafael Cumsille, la Confederación de Camioneros de León Vilarin y la Asociación de Supervisores de Julio Bazán.

“Fue así como nació, casi naturalmente, un comando gremial de facto que formábamos los cuatro de la CPC, su presidente Jorge Fontaine, y los tres líderes que acabo de mencionar. Debo señalar que la quinta rama de la CPC, que era la Sociedad Nacional de Minería, nunca participo ni siquiera en las reuniones propias de la Confederación, porque estaba dominada por la minería estatal y hasta su directiva era cercana al presidente Allende”.

Y agrega Orlando Saenz :

“Con todas esas consideraciones presentes, acordamos ir al paro, lo que requería preparar muchas cosas, como por ejemplo: vías de escondites, transporte y reuniones conjuntas de los líderes, campañas de lanzamiento, soporte publicitario y sistema de transmisión de instrucciones.”

“ Y, lo más delicado de todo, la ventana abierta– desde la clandestinidad – hacia los líderes políticos, institucionales e incluso gubernamentales en caso de mucho éxito. …”

En las páginas 96 y 97 Saenz se jacta del éxito de sus acciones, las mismas que ocultó al juez Carroza y dice :

“Ese increíble paro nacional acabó con el proyecto político de la Unidad Popular, porque frente a él se levanto la muralla enorme de una mayoría nacional movilizada y decidida. Con las Fuerzas Armadas convertidas en un ente político deliberante, las horas del régimen estaban contadas y los diez meses siguientes no fueron otra cosa que la crónica de una muerte anunciada”.

“Muchos han relatado, analizado e interpretado la historia de esa agonía, de manera que no vale la pena  que aquí lo repita. Pero puedo añadir algunas revelaciones respecto del magno movimiento que pasó a formar parte de la historia de Chile.

Como los grandes protagonistas fueron sectores capaces de paralizar al país –comerciantes minoristas y camioneros, principalmente-, nosotros, los líderes de las ramas de la CPC, tuvimos que hacer proezas de dialéctica y humildad para promover este acto, porque eternamente nos hemos visto enfrentados al reproche de que arriesgamos mucho menos que esos líderes masivos.

Es cierto que controlábamos todos los sistemas logísticos y financieros de apoyo que eran indispensables, pero eso no siempre es suficiente para equilibrar la balanza. Cada día era una lucha para convencer a Cumsille, Vilarin y Bazán para que siguiéramos otras 24 horas. Llegamos al extremo de tener que contratar personas para que escribieran cartas de admiración y aliento a los medios de comunicación  que apelaran a sus egos y así poder mantener el ánimo de combate. …”

De la simple lectura de estas páginas se descubre cómo es que Sáenz asume en su libro su plena responsabilidad principal en las maniobras golpistas y en las que  los Cumsille,  Vilarines y Bazanes serían algo así como simples marionetas a las que había que halagar.

Confiesa también:

“En esas semanas de locura no faltó la aventura personal memorable. Un día que estaba escondido en una casa de Peñalolen, me recogió un automóvil –me acosté en el piso trasero- que me condujo al lugar de reunión del comando general escogido para ese día. Se trataba de un departamento en un edificio ubicado al fondo de una callecita ciega que sale a Providencia a una cuadra de Pedro de Valdivia…”

Y en la página 100 nos cuenta:

“Creo que la conocida sentencia de “ saber es poder” se aplica plenamente a lo que conseguimos en la SOFOFA con la unidad de estudios económicos – cuya coordinación le confiamos a  Sergio Undurraga –  y la unidad de inteligencia , liderada por el Coronel X, a quien aludí en otro capítulo (ver Las fichas del coronel).

Esta última entidad descubrió tantas cosas que se convirtieron en armas poderosas para derribar al marxismo que, detallar cada una de ellas, me obligaría a ocupar un espacio y tiempo del que ya no dispongo, además de consultar registros que ya no tengo….”

Revela además su propio paso a la clandestinidad y así es como en la página 101 de su libro revela cómo se transforma en “Alejandro Rojas Puelma” :

“Días después apareció en mi casa con tres tipos que resultaron ser genuinos funcionarios del Registro Civil y ellos, sumados a una cajita con una peluca, bigotes y anteojos, dieron vida en un dos por tres a Alejandro Rojas Puelma. De este singular doble solo diré que en una oportunidad viajó al extranjero e incluso le sacaron un parte….”

Obviamente, este individuo debe aclarar sus dichos; se trata de establecer la verdad de los hechos y si fue tan valiente en esos años, ¿porqué ahora calla ante el juez?

Por eso es que ya hemos solicitado que, sin perjuicio de las acciones penales que pudieran corresponder, se le cite de nuevo a declarar ante la Policía de Investigaciones y ante el juzgado criminal especial que investiga estos hechos.

No es posible aceptar que haya dicho no saber del complot cuando el mes anterior había publicado su libro de confesiones.

Como sabemos, la sedición orquestada por la CIA fue ejecutada por los sectores más reaccionarios del país, entre los que estaba el gran empresariado junto a los dirigentes políticos de la derecha y la centro derecha, la prensa conservadora tradicional y los mandos antidemocráticos de las Fuerzas Armadas de la época.

Hace tres años en Montevideo, Uruguay, hablé  de estos temas en una extraña y manipulada entrevista, pero en esencia lo que dije era verdadero por encima y más allá de las distorsiones, así como de las extrañas circunstancias que rodearon ese episodio y del mal uso que de eso se hiciera.

Por cierto la participación del gran empresariado chileno no se redujo sólo a lo que haya hecho el ex mandamás de la Sofofa que fue sólo uno más de la larga cadena.

Espero no se olvide, entre tantos ejemplos, lo de la falsa bomba de Yarur. A finales de 1970 y en el fragor de las maniobras  terroristas para que no asumiera el presidente Allende, estalló una bomba en casa del empresario Jorge Yarur Banna, hecho que, naturalmente, se le atribuyó a una supuesta entidad de izquierda, la “brigada obrero campesina” ¿?

Sin embargo, los tribunales de la época establecieron la verdad y ordenaron la detención de Luis Yarur Rey, hijo del empresario en tanto que la Brigada de Servicios Especiales de la Policía de Investigaciones arrestaba a cuatro de los autores de los atentados: Luis González Gutiérrez, Luis Enrique Schilling Rojas, Luis Abelardo Meza Llancapanni, y Norma Edith Oviedo, todos los que pertenecían a la Democracia Radical y trabajaban en conjunto con “Patria y Libertad”.

El empresario Yarur, parte del montaje, un día antes de los hechos, “casualmente”, había salido del país. Años más tarde, producido el golpe de Estado, el mismo Yarur se jactaba que esa bomba había sido instalada por gente del grupo “Patria y Libertad” con su consentimiento.

Para que jamás olvidemos como se abrió paso a la peor tragedia de la historia de Chile.

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