por L. Alberto Rodríguez (*)
El régimen de Mauricio Macri ha elevado hasta en mil por ciento el costo de los servicios públicos en Argentina. Por primera vez en más de quince años el país enfrenta índices de desempleo de más del cincuenta por ciento. Ha regresado la represión a las calles, el hostigamiento a activistas políticos y su abierta persecución y criminalización como ocurre con la luchadora social Milagro Sala.
Los criminales de la dictadura militar están siendo perdonados por el presidente.
Se ha disparado el robo, la violencia y el narco y, por si fuera poco, el Gobierno ha vuelto a endeudar a la nación con bonos cuyo costo serán pagados en los siguientes cien años.
Por esto y más, Argentina es un desastre.
De tal modo, el proceso electoral que recién arrancó –las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO)–, es de vital importancia.
El pueblo argentino se prepara para elegir a las planillas que competirán por un escaño en el Senado y la Cámara de Diputados y Diputadas, en unos comicios que tendrán verificativo el próximo 13 de agosto. Todas las fuerzas políticas legales en el país se han organizado en listas.
No obstante, la lucha se divide en dos: el oficialismo de Macri y la oposición de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y, en medio de estos, sujetos que no están adheridos formalmente al compendio macrista pero que se han rentado para golpear a CFK, desde las filas del peronismo, más específicamente, en el Partido Justicialista.
Es el caso de Florencio Randazzo y Sergio Massa, ex ministros kirchneristas quienes hoy compiten contra su exjefa en las elecciones por la provincia de Buenos Aires.
Traicionada y perseguida por estos peronistas –emergidos de la cuna del ex mandatario Eduardo Duhalde–, CFK ha conformado su propia lista llamada Unidad Ciudadana con todos los contingentes de la izquierda nacional en la que se agrupan peronistas ortodoxos, socialistas, radicales, liberales, comunistas, ex montoneros, gente de la academia, la ciencia, sindicalistas y quienes se autodenominan kirchneristas.
Con todos ellos y ellas, Cristina Kirchner compite con una intención de voto que fluctúa entre el 31 y 45 por ciento, según diversas encuestas locales.
Pero la burguesía argentina, heredera de la junta militar, está haciendo de todo para impedir que CFK tenga éxito. Sobre todo, porque estas elecciones son la antesala para que la ex presidenta se postule para un nuevo mandato al frente de la Casa Rosada.
Es sabido por tanto que Macri quiere verla presa y no hay día en el cual algunos medios como el grupo Clarín o La Nación se desbaraten contra Fernández de Kirchner.
“Es una revancha contra Cristina”, dice Rocío Olguín, secretaria de la Juventud del Partido MILES, quien destaca las políticas sociales de la exmandataria:
“Ella nos devolvió la voz y la decisión en nuestro país”, apunta, declarándose abiertamente militante del kirchnerismo.
Platiqué con Olguín al respecto. Ella es candidata a diputada nacional en la lista denominada Encuentro Popular por Tierra, Techo y Trabajo, orquestada por el partido Movimiento de Integración Latinoamericana y Expresión Social, el MILES, que dirige Luis D’Elia, ex subsecretario de Habitat en el gobierno de Néstor Kirchner y, quizá, el más férreo defensor de un kirchnerismo como nuevo sujeto histórico en Argentina.
Una posición que, claro, comparte Olguín:
“El kirchnerismo es más amplio que el peronismo. El aparato partidario del peronismo se corrompió. El kirchnerismo abarca peronistas, socialistas, radicales, progresistas, comunistas”, me comenta en una conversación que yo considero es un primer acercamiento con el ala más radical que apoya a Cristina Fernández de Kirchner, donde por “radical” se entiende ir a la raíz de la crisis argentina sucedida antes y después de los periodos en los cuales ella y su esposo, Néstor, gobernaron el país.
“En Argentina hay un antes y un después de Néstor y Cristina. Para nosotros nos han cambiado la vida. Nos dieron oportunidades y la igualdad de oportunidades crea mejores sociedades”, me dice.
Olguín apuesta por el triunfo de Cristina en las elecciones de agosto, con la cual la ex presidenta sería oficialmente candidata al Senado en primera posición, por encima de quienes dentro del peronismo quieren verla caer. Pero es no es suficiente, subraya la dirigente de la Juventud MILES: hace falta quien llegue con ella para cuidarla y respaldarla en la Cámara alta, con el propósito que siente las bases para volver a la presidencia de Argentina en los comicios de octubre de 2019.
Para esto es necesario que gane la campaña que encabeza Luis D’Elia. Según Olguín, pocos como él fueron de tanta confianza para Néstor Kirchner. Por eso “queremos hacer la segunda liberación” de Argentina, comenta la también candidata a Congreso:
“Queremos que las decisiones estén en manos del pueblo y no en las corporaciones”, enfatiza Olguín quien sentencia que esto, junto con la contraofensiva a las medidas antipopulares de Macri serán posibles porque “hay un pueblo que ya entendió lo que nos están haciendo”.
El frente Encuentro Popular por Tierra, Techo y Trabajo no sólo está constituido por el Partido MILES, sino también por el Partido Comunista de la Argentina. Competirán por el distrito de Buenos Aires.
(*) Periodista y académico mexicano especializado en filosofía y comunicación. Premio Nacional de Periodismo en asuntos de discriminación por la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en México.
Fuente: Buitres en la Ciudad