Una heroica la selección portuguesa, que se sobrepuso a la lesión tempranera de Cristiano al minuto 25, y al mejor juego de Francia, si impuso en forma a la vez sorpresiva y merecida al gran favorito. Irónicamente, el único gol del partido lo marcó el reemplazante de Ronaldo, al minuto 109, ya en el complemento de la prórroga.
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El fútbol es tan grande que permite que un partido tan soberanamente malo como fue la final que enfrentó a Francia con Portugal acabe siendo recordada como un encuentro épico en el que la fe de un equipo que lo tuvo todo en contra lograra ganar el primer gran título de su historia gracias a la irrupción de Eder, un delantero anónimo hasta esta partido y que ya es el autor del gol más importante de la historia del fútbol portugués, el tanto que selló el 1-0 que da la Eurocopa a Portugal y deja a Francia con su Maracanazo particular.
Tuvo que ser el cuarto de la fila en la selecta lista de atacantes de Portugal, un jugador que había disputado hasta el momento únicamente seis minutos contra Islandia y siete ante Austria. Tuvo que ser un jugador que juega en Francia, en Lille, nacido en Guinea Bissau que vive a la sombra del rey Cristiano Ronaldo y eclipsado por Nani y Quaresma el elegido contra todo pronóstico para ser la cara del triunfo de Portugal.
La Lesión de Cristiano Ronaldo
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Portugal sabía que únicamente la fe podía darle el triunfo. Todo lo demás, que era mucho, lo tenia en contra: la historia, el estadio, los pronósticos…y por si eso era poco, Cristiano Ronaldo, la gran esperanza de los portugueses, el capitán al que se aferraban para voltear todos los pronósticos, se ledionó antes de la mitad de la primera parte, y abandonó en el minuto 25.
Ese golpe de efecto cambió totalmente el decorado mental del partido. La final que todo el mundo tenía prevista, la del duelo de Cristiano contra Griezmann, acabó cuando en el minuto ocho de partido, Payet entró fuerte a Cristiano en la disputa por un balón impactando duramente su rodilla izquierda contra la del portugués, que sufrió una torsión antinatural. Tenía el pie apoyado en el suelo y la entrada de Payet, al que no se le vio ninguna mala intención, fue muy fuerte, pero el árbitro no señaló ni falta. Tras ser atendido por el médico en el terreno de juego, siguió jugando, pero se veía a la legua que no estaba bien.
En el minuto 16, Cristiano se tiró al suelo y fue atendido durante unos minutos en la banda, donde le colocaron un fuerte vendaje. Regresó al campo a los 20 minutos y dos minutos después, Rui Patricio cazó un balón que volaba sobre su portería lo lanzó con la mano en el carril central del juego donde encontró, como siempre, a Cristiano dispuesto a iniciar la cabalgada en pos de la portería rival tan reconocible, pero después de tres zancadas se paró, entregó el balón a un compañero, hizo una señal al banquillo pidiendo el cambio y se derrumbó en el césped llorando mientras las polillas se posaban en su cara.
Empezaba una nueva final, que por cierto fue horrorosa.
Portugal se rehizo con Rui Patricio de estrella
Tras perder a su referente, Portugal, que ya tenía previsto salir a jugar sin correr el más mínimo riesgo, aumentó sus precauciones defensivas mientras que Francia, aferrada a un fútbol metalúrgico a más no poder se estrellaba una y otra vez ante el muro portugués que protegió a la perfección el portero Rui Patricio demostrando que para ganar un partido de fútbol no basta con tener un equipo de decatletas, más preparados para hacer una mudanza o llevar un paso de Semana Santa, hay que tener una idea de juego colectivo, calidad e inteligencia.
Y de esto último, Portugal tuvo mucho porque los de Fernando Santos supieron adaptarse al medio y llevar a cabo el plan que les ha servido para llegar a la final. Un plan, que dicho sea de paso, que mata de aburrimiento al más pintado, pero que es tremendamente efectivo.
En Francia, únicamente las arrancadas de búfalo de Sissoko creaban peligro y por un momento, el partido se convirtió en un duelo entre el bigardo centrocampista francés y el sensacional portero de Portugal.
Gol de Éder Manucho, Portugal campeón de la Eurocopa 2016
Desde la banda, Fernando Santos mantuvo la tranquilidad y recompuso al equipo del golpe que suponía haber perdido a su máxima estrella, mientras que en la opuesta, Deschamps hacía todo lo posible para empeorar la lamentable actuación que estaba protagonizando su equipo, que dejó que el partido llegara a la prórroga, territorio de héroes insospechados.
Y ahí apareció Éder, el más inesperado de todos y llevó a Portugal al cielo y dejó llorando a Francia.