Tras 46 días de paralización, el movimiento de funcionarios públicos atraviesa instantes decisivos. El presidente de la CUT provincial, Javier Castillo, aborda el estado de la negociación con el Ejecutivo.
– Ayer el Gobierno decidió retirar la urgencia al proyecto del “Bono Atacama”. ¿Cómo valora esa determinación?
La valoramos positivamente porque entendemos que esto es un giro del Gobierno en función de acceder al diálogo, acción que durante 45 días no ha ocurrido. Pero también así como es un gesto que es potente, la exigencia que pone para iniciar las negociaciones -que es la deposición del paro-, es una situación compleja puesto que nos pone en una disyuntiva en la cual no creo sea tan difícil hacer cruzar si supiéramos con claridad y oficialmente los parámetros en que nos vamos a mover en esta negociación.
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Estamos esperando que el Gobierno entienda que los trabajadores hemos dado muchas señales, siempre hemos dicho que queremos conversar, pero también entendemos que solamente tenemos una herramienta para que eso suceda y poder sentarnos en igualdad de condiciones.
– ¿Cuál es el gesto que esperan del Gobierno para deponer la movilización?
Hay cinco puntos que son importantes que tienen que abrir el debate. El tema de las represalias que puede generar este movimiento. La estabilidad laboral, la estabilidad remuneracional. Iniciamos la mesa con la idea de que esto lo vamos a resolver siempre pensando en la protección de los trabajadores. Por otra parte, entendiendo que el proyecto de ley es el que está hoy, poder aprobarlo en su generalidad pero rechazar por lo menos el punto uno y dos, y que sean parte de la negociación.
Entender que el punto número tres que es el financiamiento de este proyecto, si va a ser con fondos regionales, la región tenga la facultad de decidir ella cuánto pueda ser y no como hoy donde el Gobierno está diciendo un monto de 880 millones de pesos y no se mueve nada más porque eso es lo que hay, pero visto desde el centralismo, no se le ha consultado, no se ha bajado a la región. Y por otra parte, que este proyecto de ley refleje el espíritu del protocolo de acuerdo, o sea que nuevamente siga en debate que la región de Atacama tiene una condición especial y esa condición no la refleja el estudio que Gobierno avala hoy, o sea, buscar la forma de probar esta tesis que la región de Atacama es una región que tiene una particularidad la cual ha motivado esta movilización.
Más desarrollo social, más consideración, un nuevo trato para la región de Atacama y eso tiene que reflejarse en este proyecto de ley que hoy está en discusión. El debate de nuevo trato para Atacama no puede reducirse al bono porque esa no es la pelea de fondo.
– ¿Qué disposición ve por parte de las autoridades de avanzar en esa dirección?
De hecho no la hay, o sea en el diario Atacama de hoy Mahmud Aleuy es rotundo; si no hay bajada del paro el proyecto sigue su curso tal cual está y nosotros lo hemos dicho con todas sus letras, este proyecto es un proyecto de punto final.
Si me lo aprueba el parlamento, bien y si no me lo aprueba bien también yo ya cumplí, pongo punto final y se cierra el capítulo y para nosotros esa no es la forma porque el gobierno de la Nueva Mayoría es un gobierno democrático, transformador, que impulsa reformas que realmente el pueblo siente y quiere, entonces no puede ser que este gobierno que está planteando reforma constitucional, la reforma laboral que nosotros los trabajadores saludamos, quiera implantar los mismos términos de la dictadura en donde el gobierno pone todo el peso del Estado y nadie discute. Los trabajadores de Atacama queremos discutir el futuro de la región.
– Si el proyecto del Gobierno es aprobado tal como está, ¿ustedes no depondrían la movilización?
Si hay algo que tiene muy claro el movimiento de Atacama es no actuar sobre supuestos, entender que cada día tiene su afán y hay que ir transformando la demanda del día. Hoy la demanda del día es poder convencer al gobierno de que nos pongamos de acuerdo bajo qué lineamiento vamos a discutir.
Hoy día hemos planteado y hemos analizado que la actitud a seguir en adelante es la flexibilización del paro, no bajar el paro, sino que lo flexibilizamos, mayor cobertura, aumento de turnos éticos, más preocupación por la atención a la gente, pero no podemos bajar el paro en esas condiciones. Si en el transcurso de este sábado o domingo el gobierno se allana a enviarnos un punteo para decir en estas condiciones se va basar nuestra discusión, yo creo que ese sería otro escenario y estamos trabajado para eso.
– Después de un mes y medio de movilización, ¿Cuál es el ánimo de los trabajadores públicos de Atacama?
El ánimo de los trabajadores de Atacama es el ánimo que te entrega el calor de la lucha, lo que significa pasar a un estado de conciencia diferente. O sea, cuando se inicia esto se entiende que había que defender lo que tanto nos constó ganar que era el protocolo de acuerdo. Hoy se entiende que lo que se está defendiendo es la soberanía del pueblo. No puede ser que mi gobierno opte por ser conducido, no por la política que el mismo quiso poner en acción, sino que por los tecnicismos de unos pocos que creen que el gobernar es no escuchar a la gente y le tiene miedo a las demandas de la gente.
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– ¿Y quiénes no están escuchando a la gente en el Gobierno?
Hoy día es el Gobierno el que no está escuchando la gente, pero evidentemente que el que ejecuta esas políticas, o sea, Valdés, el ministro de Hacienda da sus propias interpretaciones de que significa cumplir un compromiso y de la misma forma unilateral que interpreta el protocolo de acuerdo dice “aquí no hay discusión, aquí no se escucha a nadie y esto se termina de esta forma”.
Y por el otro lado un ministro Burgos que mandata en la figura del subsecretario Aleuy una actitud demasiado tozuda, demasiado indolente, de una soberbia. Por eso se valora tanto este gesto que se llevó a cabo ayer en el Parlamento, pero la conducta de los últimos 45 días no es precisamente de un demócrata, sino que más bien de las viejas y añejas costumbres que arrastramos desde el Golpe de Estado hasta la nueva esperanza que significaba el gobierno de la Nueva Mayoría.
Fuente: El Siglo