El 16 de octubre del 92 se dio una de las silbatinas más feroces en la historia del rock. Sinéad O´Connor enfrentó uno de los escándalos más brutales tras desafiar a la Iglesia.
Primero, zanjar una discusión inútil: Sinéad es una cantante de canciones pop, golpeada de pequeña, que conoció los reformatorios, se rapó la cabeza y señaló los abusos en las iglesias. Más rock que eso, ya sería Keith Richards. El rock no es un género musical (también hay uno que lleva ese nombre): es antes que nada, una actitud ante la vida.
Sinéad O´Connor era una muñeca, en sus años de juventud. Pero las apariencias engañan. La niña venía recargada de una infancia dura en las ciudades heavys de una Irlanda siempre al borde del estallido. No era precisamente una princesita.
Tras unos iniciáticos años rodeados del éxito masivo, todo dio un vuelco en un programa de TV famoso de EE.UU. El 3 de octubre de 1992, Sinéad se plantó ante las cámaras del Saturday Night Live.
Los corazones americanos suspiraron con la idea de ver a la muñequita cantando como los dioses canciones sobre su corazón roto. Pero Sinéad tenía otra idea, aunque los dioses sí tenían algo que ver (al menos, sus representantes en La tierra, según ella).
Mientras cantaba a capella “War”, de Bob Marley, Sinéad modificó una frase y rompió una foto del Papa Juan Pablo II, arrojando los restos a cámara. No era un ataque a la persona del Papa, sino su modo de denunciar los repetitivos abusos sexuales en la iglesias. Las líneas de teléfono se saturaron de llamados enfurecidos.
Pero allí no terminaría todo.
Apenas dos semanas después, un Madison Square Garden colmado festejaba un tributo a Bob Dylan. Sinéad estaba invitada y, cuando tocó su turno, salió a escena a cantar “I believe in you”.
Una silbatina feroz cayó sobre ella. El progresista público neyorquino prefería seguir haciendo la vista gorda antes que aceptar los horrores avalados por la religión. Kris Kristofferson se acercó y le dijo “no permitas que los bastardos te depriman”.
A la muchacha ni hacía falta decirle aquello. Sinéad cambió los planes y comenzó a cantar “War” con una furia encendida, casi escupiendo la letra a los dinosaurios espectadores. La noche terminó en desastre. La relación entre los americanos y O´Connor jamás pudo reponerse.
Con altibajos, la carrera de Sinéad tuvo idas y vueltas, sin recuperar el esplendor anterior a esa noche triste. Años después, la noticias de abusos sexuales en las iglesias recorrieron el planeta entero, recibiendo condena casi unánime en cada sitio remoto. Sólo resistieron un puñado de imbéciles. Tal vez alguno de ellos estuvo esa noche en el Madison.
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Fuente: Guioteca