La guerrilla de las Farc expresó su compromiso y decisión política de continuar avanzando con empeño hacia la firma de un Acuerdo final, que dé inicio al complejo proceso del “Fin del conflicto” y a la implementación de todo lo pactado.
Desde La Habana, el jefe del equipo negociador de la guerrilla, alias ‘Iván Márquez’, declaró que a finales de 2016, los colombianos podrán contar con un protocolo de paz “que nos permita propalar a los cuatro vientos: terminó la guerra, terminó la guerra”.
“Estamos en un momento decisivo del proceso, que demanda convenir, tanto una definición de los alcances y los contenidos específicos del Acuerdo final, como garantizar que todo lo pactado pueda ser efectivamente materializado. Se trata, de que lo convenido no quede solamente en el papel a la manera de un catálogo de promesas y de buenas intenciones”, dijo Márquez.
Resaltó la importancia de que el Acuerdo Final goce del más amplio respaldo del pueblo colombiano y aclaró que dicha tarea no puede quedar en manos de una sola de las partes. “Toda acción marcada por la impronta de la unilateralidad, es absolutamente inconveniente. Esa es la razón por la que nos hemos opuesto en diferentes pronunciamientos a iniciativas gubernamentales como el Acto Legislativo Especial para la Paz, el Plebiscito, y más recientemente, al proyecto de reforma a la Ley de Orden Público”.
Por último, hizo un llamado al Gobierno para definir bilateralmente el mecanismo de refrendación de los acuerdos logrados en la mesa de negociación, “aparte de que urge garantizar la más amplia participación del pueblo soberano, y dotar lo acordado de suficiente seguridad jurídica y política”.
Comunicados Delegación FARC
La Habana, Cuba sede de los diálogos de paz, marzo 2 de 2016, año de la paz
Con relación al futuro del proceso de paz, como dijimos en lengua Kogui de los indígenas de nuestra Sierra Nevada, en el caserío de Conejo, en la Guajira, embebidos del sentimiento de paz que embarga al pueblo de Colombia, NAHANGUÁ, es decir,“Esto es lo que estamos pensando”:
Nuestro compromiso y decisión política es continuar avanzando con todo nuestro empeño hacia la firma de un Acuerdo final, que dé inicio al complejo proceso del “Fin del conflicto” y a la implementación de todo lo pactado. Estamos en un momento decisivo del proceso, que demanda convenir, tanto una definición de los alcances y los contenidos específicos del Acuerdo final, como garantizar que todo lo pactado pueda ser efectivamente materializado. Se trata, de que lo convenido no quede solamente en el papel a la manera de un catálogo de promesas y de buenas intenciones.
Estamos pensando que el Acuerdo Final debe gozar del más amplio respaldo del pueblo colombiano.
Semejantes tareas no pueden quedar en manos de una sola de las Partes. Toda acción marcada por la impronta de la unilateralidad, es absolutamente inconveniente. Esa es la razón por la que nos hemos opuesto en diferentes pronunciamientos a iniciativas gubernamentales como el “Acto Legislativo Especial para la Paz”, el “Plebiscito”, y más recientemente, al proyecto de reforma a la “Ley de Orden Público”.
La experiencia en la Mesa ha demostrado que cuando se actúa sin tomar en cuenta a la contraparte, la negociación cae en terrenos cenagosos que impiden los avances y la celeridad que demanda la sociedad colombiana. Si en verdad queremos responder a tales requerimientos, tenemos el compromiso de encontrar ya, y de manera conjunta, salidas a los asuntos nodales que aún faltan por discutir.
Con independencia de los temas que componen los Puntos 3 y 6 de la Agenda, es de cardinal importancia encontrar de consuno la vía que garantice la fuerza y el desarrollo normativo de los logros en la Mesa.
Quienes han construido los acuerdos, son quienes están en mejores condiciones de interpretar el espíritu y la letra de los mismos, así como para concebir los diseños institucionales y los recursos fiscales necesarios para su efectiva implementación mediante un plan específico.
Actuar en consecuencia, constituye una condición ineludible para aproximarnos a la firma del Acuerdo final y dar inicio al proceso del fin del conflicto y de la implementación, en el entendido que se deberán establecer etapas y componentes de materialización verificable. Solo así adquieren sentido los desarrollos ya alcanzados en torno al cese al fuego y las Hostilidades, la dejación de armas, el desmonte del paramilitarismo y el tránsito de las FARC a movimiento político legal, entre otros aspectos.
Por otro lado, no da más espera definir bilateralmente el mecanismo de refrendación, aparte de que urge garantizar la más amplia participación del pueblo soberano, y dotar lo acordado de suficiente seguridad jurídica y política.
En consecuencia, la firma del Acuerdo final está determinada por los compromisos a los que podamos llegar para satisfacer los requerimientos lógicos de este momento del proceso. Tenemos plena disposición para convenir un cronograma y una hoja ruta que nos señale el sendero para alcanzar los mencionados propósitos a la mayor brevedad.
Nos asiste la certeza de que al final de que en este 2016, los colombianos podremos contar con un protocolo de paz que nos permita propalar a los cuatro vientos: TERMINÓ LA GUERRA, TERMINÓ LA GUERRA.
DELEGACIÓN DE PAZ DE LAS FARC-EP
Gobierno cree que en 2016 sí se firmará acuerdo de paz con las Farc
La ministra de Exteriores de Colombia, María Angela Holguin, se mostró esperanzada de que en 2016 se pueda proclamar el fin del conflicto entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc.
“Este es un año importante para la historia de Colombia. Esperamos que 2016 marque el fin de un conflicto armado de más de cincuenta años, el más largo del hemisferio occidental”, afirmó Holguín en su intervención ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Desde hace tres años el Ejecutivo colombiano y las Farc negocian en La Habana un acuerdo de paz para poner fin a un conflicto que ha desgarrado al país.
La ministra enfatizó que “las negociaciones de paz en La Habana se encuentran en su recta final”, dado que sólo les queda un punto por resolver.
“Tras haber logrado avances sin precedentes, de los cinco puntos sustanciales de la agenda del acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera, ya se ha logrado un acuerdo sobre cuatro de ellos”.
La canciller subrayó que la firma de los acuerdos de paz “abre una nueva era de paz y de reconciliación, donde el respeto de los derechos de millones de colombianos será primordial”.
“Un país sin conflicto significa menos muertos, terminar con el desplazamiento forzado, acabar con el reclutamiento de niños, una mayor presencia estatal en toda la geografía nacional, una mayor inversión en educación, en salud, en vivienda, un mayor bienestar para los colombianos, en especial para los más vulnerables”, aseveró.
La canciller dejó claro que la protección de los derechos humanos “es una condición necesaria para la no repetición del conflicto”.
Holguin enfatizó que las víctimas “han ocupado un lugar central en esta negociación del acuerdo de paz” y recordó que hasta la fecha el Gobierno colombiano ha reparado a 600.000 de ellas, una acción que ha tenido un costo de 3.300 millones de dólares.
Asimismo, explicó los avances alcanzados en el área de la Justicia, como la condena de 1.143 personas por crímenes graves, o la creación de una Jurisdicción Especial para la Paz.
“Este órgano especial independiente busca beneficiar a quienes abandonen las armas, contribuyan a la reconstrucción de la verdad, reparen a sus víctimas, reconozcan sus delitos, acepten su responsabilidad y garanticen la no repetición de sus conductas criminales”.
Finalmente, Holguin dejó claro que “no se prevén amnistías en ninguna circunstancia para los crímenes de grave trascendencia, en especial los que son de competencia complementaria de la Corte Penal Internacional”.
La ministra aprovechó el foro para agradecer a aquellos países que más han ayudado a Colombia en este proceso, por este orden: Cuba, Noruega, Chile, Venezuela, y especialmente los países latinoamericanos.
Asimismo, agradeció al Consejo de Seguridad de la ONU que aprobase con unanimidad una resolución para enviar a Colombia una misión política especial que controle el alto el fuego definitivo y el abandono de las armas.
Diálogos se reanudaron este miércoles y entran en su recta final
Desde este miércoles, el Gobierno Nacional y las Farc se enfrentan a una fase crucial del proceso de paz con el reto de dar el impulso definitivo a las negociaciones y poder cumplir con el plazo que anunciaron, 23 de marzo, para firmar la paz, una tarea nada fácil ante la complejidad de los temas aún pendientes.
El equipo negociador del Gobierno llegó este martes a La Habana con el propósito de permanecer en Cuba hasta esa fecha para aprovechar al máximo el tiempo y tratar de cerrar un acuerdo; según adelantaron fuentes de la delegación.
Sin embargo, desde la guerrilla son escépticos al respecto, pero sí esperan pactar en ese plazo “algo relativo al fin del conflicto”, como podría ser un cese del fuego bilateral y definitivo, que implicaría de facto el fin de la guerra en Colombia tras más de medio siglo.
Pero incluso en el hipotético caso de que se acordara el fin de las hostilidades, complejos y delicados asuntos quedarán todavía pendientes, como el abandono de las armas, el desmonte del paramilitarismo, la concentración de guerrilleros para su desmovilización y el tránsito de las Farc a movimiento político legal.
En el reinicio de los diálogos de paz en La Habana, las Farc expresaron su “plena disposición” a convenir “un cronograma y una hoja de ruta” que permita la firma del acuerdo de paz “a la mayor brevedad”. “Nuestro compromiso y decisión política es avanzar con todo el empeño hacia la firma de un acuerdo final, que dé inicio al complejo proceso del fin del conflicto e implementación de lo pactado”, dijo su jefe negociador, alias Iván Márquez, que regresó a La Habana el pasado jueves tras la polémica suscitada por su presencia en un acto público en Conejo (La Guajira) escoltado por guerrilleros armados.
En la recta final del proceso de paz, ese hecho desató una nueva crisis cuando el Gobierno decidió suspender las visitas de negociadores guerrilleros a sus filas en Colombia para hacer ‘pedagogía de paz’, misión que cumplía ‘Márquez’ y otros negociadores como ‘Joaquín Gómez’ en esa aldea de La Guajira.
Según el Gobierno, rompieron las normas de no entrar en cascos urbanos, establecer contactos con población civil y hacer manifestaciones políticas; condiciones que las partes revisaron en un encuentro a puerta cerrada en La Habana el pasado sábado para superar ese ‘impasse’, con la mediación de los países garantes Cuba y Noruega.
Aunque el jefe guerrillero no mencionó expresamente la polémica de La Guajira, subrayó la disposición de las Farc de “actuar en consecuencia” para acelerar los diálogos y dijo tener la “certeza” de que “en 2016 los colombianos contarán con un protocolo de paz que nos permita propalar a los cuatro vientos: terminó la guerra”.
El jefe guerrillero también reclamó que se defina bilateralmente el mecanismo de refrendación de los acuerdos de paz, ya que rechazan el plebiscito para la paz impulsado por el Gobierno y que ya ha sido aprobado por el Congreso de Colombia.
“La experiencia en la mesa ha demostrado que cuando se actúa sin tomar en cuenta a la contraparte, la negociación cae en terrenos cenagosos que impiden avances (…). Tenemos el compromiso de encontrar ya, y de manera conjunta, salidas a los asuntos nodales que falta discutir”, subrayó Márquez.
Desde la delegación del Gobierno no hubo ningún pronunciamiento en La Habana, aunque su jefe negociador, Humberto de la Calle, señaló este martes en Colombia, antes de partir a la capital cubana, que se trata de “la recta final de las conversaciones para ver si tenemos esa buena nueva para los colombianos”.
Fuente: Nodal