A la UDI se le viene marzo. Un mes crucial para la colectividad, ya que deberá adoptar una serie de determinaciones que marcarán el rumbo futuro de la tienda política de calle Suecia. Las declaraciones del diputado Ernesto Silva suponen un misil en la línea de flotación para los líderes de la generación de recambio que están por realizar una profunda transformación en el partido.
Particularmente relevante será el consejo general que se realizará los días 18 y 19 del próximo mes, donde el gremialismo debatirá aspectos doctrinarios, y donde incluso se evalúa analizar un posible cambio de nombre de la organización, debido al profundo daño que presenta la “marca” UDI.
Esto, tras un año y medio de investigaciones que afectan a varios de sus principales dirigentes por financiamiento irregular de campañas y delitos asociados a ese tema, que llevaron a la condena de su máximo referente actual, Jovino Novoa.
Marzo será también el mes en que el senador y actual presidente de la colectividad, Hernán Larraín, deberá anunciar si continúa o no al mando de la entidad, cargo que asumió de emergencia en abril de 2015 tras la abrupta salida de Ernesto Silva de la testera.
En círculos cercanos a la directiva central dan por descontado que el representante de la región de El Maule no continuará conduciendo a la UDI, pese a la insistencia de diversos dirigentes, entre ellos, varios alcaldes que le han solicitado que continúe al menos hasta las municipales de octubre para no afectar al partido en ese proceso eleccionario.
Independiente de la decisión que adopte Larraín, su legado estará marcado por los cambios que se comprometió introducir en el partido cuando asumió de forma interina la presidencia, y que confirmó ayer en una conferencia de prensa.
Uno de los más importantes y esperados por distintos dirigentes y militantes es que se apruebe la fórmula “un militante, un voto” para definir los procesos de elección interna dentro del partido.
Es tan relevante este punto, que hace un par de meses, en una entrevista con El Muro, el alcalde de Las Condes, Francisco De la Maza, señaló “que el partido comenzará una nueva etapa” solo cuando se apruebe esta modalidad.
Larraín está consciente que realizar cambios al interior de la colectividad es primordial para empezar a superar una de las peores crisis que ha experimentado la UDI en su historia, pero sabe que la correlación de fuerzas en el gremialismo dificulta llevar adelante esos cambios con la fluidez que se requiere.
Especialmente complejo es el errático tratamiento que el partido le ha dado a la situación judicial de sus dos figuras emblemáticas involucradas en el financiamiento irregular de campañas. En un comienzo, cuando Jovino Novoa fue involucrado en el caso Penta, la línea adoptada por la colectividad fue que mientras no hubiese una sentencia judicial, no resolverían ninguna medida contra el ex senador.
Pero finalmente, cuando éste fue condenado tras aceptar un juicio abreviado por delitos tributarios, la tienda política se amparó en señalar que no hubo enriquecimiento personal por parte del dirigente, y por lo tanto no procedía ningún tipo de sanción.
La misma línea han mantenido ahora que Pablo Longueira es quien se encuentra fuertemente cuestionado por la investigación que lleva adelante la Fiscalía por el financiamiento que el ex ministro de Economía recibió de Soquimich. El argumento es el mismo: no cabe pronunciamiento alguno mientras no exista una sanción de la justica.
De hecho, fue el propio Ernesto Silva quien salió en defensa del ex candidato presidencial, señalando que “muchos dirigentes del sector se dedican a criticar a gente de derecha y jamás han enfrentado con igual fuerza a la izquierda o las irresponsabilidades de Michelle Bachelet y su gobierno”.
Las declaraciones del diputado por Las Condes suponen un misil en la línea de flotación para los líderes de la generación de recambio que están por realizar una profunda transformación en el partido, y que intentan superar el delicado momento que atraviesa la UDI.
Los pocos dirigentes que están por avanzar con trazos largos en materia de cambios institucionales en el partido, no se atreven a enfrentar públicamente la posición del partido en estos casos, y la defensa corporativa que se ha hecho de los dos grandes referentes de la UDI.
El único que osó acometer contra esta defensa organizacional fue el diputado y aspirante a la presidencia, Jaime Bellolio, quien luego de conocerse la condena a Jovino Novoa indicó que al menos debió existir un “reproche” del partido a su conducta, declaración que motivó una pulla interna que lo obligó a rectificar su declaración.
La carrera por la directiva
En el círculo de Bellolio tienen la certeza de que un discurso renovador será estéril si no va acompañado de acciones concretas y convincentes de que se está dando inicio a una nueva etapa.
Y el diputado sabe que esos cambios provocan resistencia en varios líderes históricos, e incluso entre algunos de sus pares de generación.
Es por eso que el diputado decidió no abrirse a una fórmula de consenso para conformar la nueva directiva y está dispuesto a competir directamente por la presidencia, desechando la fórmula que algunos coroneles han planteado de colocar al senador Juan Antonio Coloma a la cabeza del partido y a Bellolio como secretario general, para luego, en una nueva elección, buscar su oportunidad de conducir al partido.
El ejemplo que colocan en el círculo del diputado Bellolio para graficar esta situación es que si bien “Iván Zamorano y Marcelo Salas son figuras muy destacadas del fútbol chileno, a nadie se le ocurriría colocarlos hoy para enfrentar el proceso clasificatorio al mundial de Rusia 2018”.
En el caso de la UDI, la generación de recambio que pretende liderar el joven parlamentario reconoce el aporte que significa para el partido los dirigentes históricos, pero que frente al nuevo ciclo que debe iniciar el partido, son otros los llamados a asumir ese desafío.
Para lograr su objetivo, Bellolio estaría buscando formar una alianza con Joaquín Lavín, quien también suena como posible carta para presidir el partido. Lo que estaría buscando el congresista es contar con el apoyo explícito del ex ministro del gobierno de Piñera a la lista que pretende presentar en las elecciones de mayo próximo, considerando el rol bisagra que cumple Lavín entre ambas generaciones, ya que es uno de los pocos dirigentes tradicionales que no ha estado involucrado en el escándalo del financiamiento de campañas, y que ahora juega un papel fundamental en la campaña municipal del partido.
Bellolio también intentará tener una participación relevante en la discusión doctrinaria que se dará en marzo, siendo partidario, entre otros temas, de promover “un militante, un voto”, aunque tiene claridad que la próxima directiva no se elegirá bajo esa fórmula, lo cual aparece como un escollo a sus aspiraciones de presidir el partido.
Cada facción en la colectividad se está preparando para enfrentar un marzo recargado, donde en gran medida la UDI no solo apuesta resultados electorales en los comicios de este y el próximo año, sino que también su viabilidad como partido.
Fuente: El Muro