En los últimos días, ríos de tinta han corrido acerca del libro “50 sombras de Grey” y del fenómeno que lo ha rodeado (película incluida). El libro y el afiche del film se tomó las calles, el Metro, las estanterías. Hemos visto como los medios de todo tipo lo han cubierto en extenso y la película ha vendido más preventas que cualquier otra en Chile. Las fans, en su mayoría mujeres, han tomado una parte activa en la discusión acerca de cómo un libro erótico que se convierte en bestseller, ha influido de forma trascendental en la manera en la que conciben actualmente su sexualidad.
Sin embargo, es necesario analizar el contenido del libro y su mensaje implícito en contraste con el fenómeno social tras él. Una primera mirada al libro y a las reacciones anteriormente mencionadas podría arrojar que este promueve el empoderamiento sexual en sus lectoras; pero, si bien esto es real en cierta medida, esto no se debe al libro en si mismo.
Al analizarlo en profundidad, empiezan a saltar voces de alerta sobre el comportamiento de Christian Grey: un tipo millonario, guapísimo, arrogante -y básicamente todopoderoso- que encaja perfectamente en la fantasía sexual de un súper amo del BDSM (Bondage, dominación y sadomasoquismo). Hasta ahí todo bien; no hay nada de malo en querer que un millonario perfecto te amarre a una cama y juegue contigo -por algo es una fantasía- pero, y este es uno de los aspectos más curiosos del libro, la parte sexual no es la parte realmente violenta.
El problema real es que, fuera de la cama, Christian Grey es un abusador.
Los ejemplos de esto son abundantes y explícitos: él acosa a Anastasia, la protagonista, de variadas formas. Rastrea su celular para saber donde está, se aparece mágicamente cuando ella está en problemas, se la lleva de un bar dónde está completamente borracha -no a su casa, como él dice que lo hará- y la “salva” de un amigo -José, el amigo étnico y pobre, por lo tanto no deseable- que, tan borracho como ella, está intentando besarla. Así, Christian la saca de una situación desagradable -que un amigo borracho te intente besar a la fuerza- para meterla en otra, aún más peligrosa -que un completo desconocido te lleve a su hotel, mientras estás inconsciente-. Después de eso, Anastasia califica a Grey de “caballero blanco” -haciendo gala de que ella no tiene idea de como cuidar su propia seguridad personal-. Más hilarante aún es que al día siguiente, Anastasia, al constatar que Christian no la ha violado, – y espero que no sea necesario explicar aquí porque si él hubiese tenido sexo con ella borracha, es violación- ella se cuestiona y se siente no deseada.
En un momento Christian aparece en la casa de Ana sin aviso, después de que ella le envía un mail con una broma que sugiere que ya no quiere verlo -hola, querido acosador- y procede a amarrarla y desvestirla, y a pesar de que Anastasia intenta apartarlo -por la razones que sean- la respuesta de Christian, en vez de reafirmar el consentimiento que ella supuestamente acaba de dar -lo que haría cualquier Amo de BDSM real- le responde de la forma menos violenta y más amigable posible “Si forcejeas, ataré tus pies también. Si haces un ruido, Anastasia, voy a amordazarte. Quédate callada. Probablemente Katherine esté oyendo afuera ahora mismo”
Detengámonos sobre este punto: lo primero, es que esta es una de esas clásicas situaciones de violación en dónde el violador después se justifica diciendo “es que ella me dijo que si, y después que no, pero yo sabía que lo quería igualmente” -porque sí, Anastasia, obviamente luego de eso se deshace en orgasmos- sin embargo, el consentimiento no es una carta blanca que se da al inicio de una relación, y que después queda tallada en piedra para siempre. En el momento en que una de las partes expresa la menor incomodidad, es deber del otro parar y -por lo menos- preguntar qué sucede. Es cierto que al estar en la cabeza de Anastasia, nosotros sabemos que ella dijo que no, porque no quería que él le tocara los pies, pero, según lo que yo entendí del libro, Grey es millonario, no telépata.
Más adelante, mientras están discutiendo los límites de su supuesta relación BDSM, algo de lo que Anastasia no sabe nada, – ya que Christian le prohíbe hablar de sexo con nadie que no sea él -el señor Grey abiertamente intenta emborracharla para que acepte sus condiciones, algo que luego admite bajo la excusa de que “necesita honestidad de su parte“. El superdominante es incapaz de convencer a una chica sin mediar drogas de por medio. Bien por ti, Christian Grey.
Por último -y vamos solo en el capítulo 17 de 26 -Ana acaba de pasar por su primera experiencia de azote, y le escribe un mail -porque Anastasia es incapaz de decirle aquello que le molesta a la cara por temor a sus reacciones- en el que le confiesa que se sintió “denigrada, degradada y abusada” a lo que e le responde “Si así es como te sientes, ¿crees que podrías intentar abrazar estos sentimientos? ¿Lidiar con ellos por mí? Eso es lo que una sumisa haría”. Christian, te recuerdo que tu contrato decía que te preocuparías por el bienestar de tu sumisa. Si es así como ella se siente; ¿crees que podrías abrazar sus sentimientos, para que puedas lidiarlo con ella? Eso es lo que un amo haría.
Creo que el punto acerca del abuso ha quedado claro. Sólo queremos agregar que todos los ejemplos anteriores ocurren antes de que ellos tengan formalmente una relación de cualquier tipo, están apenas conociéndose y él ya está intentando controlarla en todos los aspectos de su vida -recordemos los apartados del contrato de sumisión en donde él determina que es lo que ella debe comer y vestir entre otras cosas-.
Esto nos arroja una conclusión bastante evidente: la línea que divide al abusador de un amo BDSM, es que un abusador quiere causar daño real -cosa que Christian admite en el libro, textualmente- mientras que un amo BDSM no. Mr. Grey no quiere violencia consensuada de un juego que tiene objetivos, reglas y beneficios para todos.
La violencia consensuada es algo de lo que el sumiso está consciente antes de comenzar a relacionarse, y por lo tanto, puede lidiar con ella. Sin embargo, Christian pretende llevar a la realidad un dinámica de roles que debería darse exclusivamente dentro de un marco de juego.
En el BDSM todas las relaciones de amo/sumiso están enmarcadas en un profundo entramado de respeto y confianza previos, dónde personas que se reconocen y respetan como iguales, juegan a la fantasía de la dominación y el control, explorando en conjunto sus límites y aficiones, independientemente de si existe entre ellos una relación de pareja o no. Esto es justamente lo que no pasa en el libro, ya que Christian llega directamente con sus condiciones ya estipuladas para imponérselas a Ana, quien esta incapacitada de dar su consentimiento informado a las prácticas que él propone, ya que su inexperiencia en el tema se lo impide. El tratamiento romántico que tiene el libro hacia todas estas prácticas abusivas -no necesariamente sexuales-, es la clave que hace que situaciones que son francamente degradantes, e incluso, peligrosas, se normalicen hasta el punto de resultar deseables. Christian Grey en realidad no quiere una sumisa, quiere un cadáver que se someta a todos sus deseos, a cambio de tener el privilegio de satisfacerlo, y, quizás, con su amor, sanarlo. No pareciera ser que ese es un mensaje de empoderamiento sexual femenino.
Los Christians Greys de la vida real, con la misma obsesión por el control, pero sin su omnipotencia para lograr que su pareja haga las cosas que él determina correctas, en vez de recurrir a su ilimitado abanico de posibilidades para lograr sus objetivos, recurren a la violencia doméstica y el terrorismo sicológico. El control que ellos buscan es inalcanzable, porque en la práctica es imposible controlar a alguien al punto en que ellos lo desean. Y no solo eso, cuando toda esta parafernalia de perfil sicológico dominante es presentado como la apología del macho alpha, reforzado desde el punto de vista de una mujer, inmediatamente toma el carácter de ser eso lo que ellas quieren, como si tener fantasías de sumisión avalara los comportamientos abusivos y derechamente violentos que el personaje ejerce sobre Ana, y por extensión a cualquier otra mujer.
Sin embargo, a pesar de lo anterior, los hechos parecieran decirnos lo contrario. Por lo tanto, a pesar de que los contenidos del libro sean cuestionables, nadie puede negar que el fenómeno existe, ni juzgar las fantasías sexuales de quienes lo leen. Finalmente, no se trata de prohibir el libro o crucificar a las fanáticas, sino, simplemente poner el tema sobre la mesa y advertir, que al buscar estos modelos de relación en la vida real, solo te toparas con relaciones tóxicas y violentas.
El libro ha abierto la puerta, en un mundo profundamente machista, a que mujeres de todas las edades levanten la voz y se atrevan a decir que son seres sexuados -un hecho revolucionario, al parecer-, con nuevos intereses y expectativas propias acerca de su sexualidad, contrariamente a lo que Anastasia hace de facto en el libro.
Y eso por lo menos, es un buen punto de partida.
* BDSM: Siglas de Bondage & Discipline (B&D), Domination & Submission (D&S) o Sadism & Masochism (or Sadomasochism) (S&M). Que significa Esclavitud y Disciplina – Dominación y Sumisión – Sadismo y Masoquismo. Designación a las prácticas sexuales que se da entre personas que establecen, previo acuerdo, para generarse satisfacción y placer en base a estas prácticas.
Fuente: Radio Villa Francia