La estruendosa y masiva pifiadera que se llevó Piñera en el concierto de Paul McCartney, en el estadio Nacional, muestra que hay una gran mayoría de chilenos que lo considera ladrón y sinvengüenza.
Eso no es para nada sorprendente, toda vez que hay una amplia trayectoria que lo avala.
Lo mismo permite concluir la pronunciada pérdida de apoyo de Piñera en las encuestas.
Probablemente, muchos de los que ayer lo pifiaron, en diciembre votaron por él.
La masiva silbatina contra el presidente tuvo dos momentos.
Su llegada al sector VIP, cuyas entradas iban de los $340 mil a los $580 mil-, provocó el primero:
Y luego, cuando el propio artista, sin haberlo consultado con su staff de prensa, pidió un saludo al «presidente»:
Visiblemente desconcertado, el músico presentó a Bruce Springteen, que, nada tenía que ver en el cuento, y luego musitó algo así como que la oposición a Piñera era «fuerte» (strong).
Minutos después de las pifias, Piñera abandonó el recital, con un rostro que sería hierático, si no lo impidiera un festival de tics, muecas y contorsiones.
Cuando el ex-beatle lo nombró, no se paró; se limitó a sonreír.
Apenas inició la última parte del concierto, con un íntimo homenaje a George Harrison concentrado en una versión de McCartney para la inolvidable “Something”, Piñera ya no estaba en su asiento.
Se perdió el repertorio más «Beatle» de la noche: “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, “Back in the U.S.S.R.”, “Let it Be”, “Hey Jude”, “Birthday”, “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” y “Golden Slumbers”, entre otras.
A la salida del estadio, a Piñera no lo hacía reír ni Chaplin.
Tampoco estaba dispuesto a creer en aquello de «vox-populi, vox-Dei».
¿Por qué le suceden a Piñera episodios como este?
De puro pintamonos, nomás.
… «With a Little Help from My Friends» … asi es … Paul